Por MARIANA ZUVIC / Diputada Nacional de Juntos por el Cambio
l cambio climático, como fenómeno antrópico, está mostrando sus efectos de la manera más cruel. El aumento de la concentración de gases de efecto invernadero (GEI) se traduce en un incremento de la temperatura de la superficie de la Tierra, nuestro hogar. La autoridad internacional en la materia es el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) determinó que en la última década se registró el mayor calentamiento hasta la fecha. Sus trabajos parecen no haber alarmado lo suficiente a los gobiernos como para avanzar a paso firme en la mitigación de sus efectos.
Hoy leemos asombrados en los medios la variedad de consecuencias que el cambio climático genera. La elevación de las temperaturas, por ejemplo. Europa enfrenta una serie de olas de calor y días históricamente más calurosos. Se incrementan las enfermedades relacionadas con el calor, se generan frecuentes incendios, cuyo control es difícil. Se verifican efectos irreversibles en el Ártico y en la Antártida.
Las emisiones de GEI generan, además, fenómenos severos como tormentas más potentes, más destructivas, intensas y frecuentes en muchas regiones. Las elevadas temperaturas producen en algunas regiones mayor evaporación de las que resultan mayores precipitaciones extremas que agravan esas tormentas. La ONU refleja una preocupación constante sobre este tema porque es testigo de la destrucción de hogares y comunidades enteras.
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Otra consecuencia sobre la que como país conocemos sus alcances son las sequías. El cambio climático afecta las reservas de agua y agrava la situación de las regiones desérticas e incorpora el problema en zonas que antes no las padecían. Las sequías afectan la actividad agrícola y ganadera mayormente de países en desarrollo.
La desaparición de especies, escasez de alimentos, riesgos para la salud, migraciones ambientales, son los impactos más claros y verificables que el cambio climático está generando.
Otra consecuencia de la incontrolada emisión de GEI seconstata en los océanos. La interacción entre los océanos y la criosfera (las partes congeladas de nuestro planeta) son esenciales en la regulación del clima y la sostenibilidad de la vida en la tierra, de la forma en que la experimentamos. El aumento de la temperatura del mar es causa probada de consecuencias para los ecosistemas (marinos y terrestres) y las personas.
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El calentamiento de los océanos debido a la absorción del calor generado por el calentamiento global genera el aumento del nivel del mar y el deshielo de grandes extensiones en zonas polares amenazando, así, poblaciones costeras e insulares.
Estos cuerpos de agua tienen la capacidad de absorber dióxido de carbono y evitar su acumulación en la atmósfera. Sin embargo, la incorporación de descomunales cantidades de dióxido de carbono en cortos períodos de tiempo impide su procesamiento y por ende acidifica grandes masas de agua, impactando directamente en la biodiversidad.
El emblanquecimiento de los corales que causa su extinción es una de las más difundidas secuelas del calentamiento de los océanos. Pero no la única. Nuestro Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (Inidep), estudia, desde hace tiempo, eventuales consecuencias para la biodiversidad en nuestros espacios marítimos.
En su informe del año 2022 analizó la vulnerabilidad de las especies al cambio climático, es decir, la predisposición de las especies a ser afectadas negativamente. Los parámetros que se miden son los factores de exposición, por un lado, y los atributos sensibilidad y capacidad adaptativa, por el otro.
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En relación con los factores de exposición para nuestras pesquerías, los investigadores constataron, entre otros, el calentamiento más intenso en determinadas áreas, aumento de frecuencia de olas de calor, aumento significativo de las precipitaciones sobre el centro-este argentino y cambios en el patrón de vientos, aumento de intensidad y corrimiento de los vientos del oeste.
Aunque el mismo Inidep señala la ausencia de información relevante como déficit para mayores precisiones, algunas de las vulnerabilidades identificadas sugieren posibles modificaciones en la distribución de las biomasas (lo que podría reflejar un desplazamiento de las áreas de pesca y cambios de jurisdicción internacional), cambios biológicos de las especies y afectación a la productividad.
Estas vulnerabilidades de las especies que pugnan por adaptarse tendrán, además, un impacto socioeconómico del sector pesquero argentino. Un sector que en los últimos 15 años incrementó sus exportaciones y que emplea a unas 25.000 personas (registradas) y representa un 3,5% de la participación en el PBI nacional.
El desafío no es menor. A nivel mundial debemos encarar las acciones imprescindibles para minimizar los impactos del cambio climático provocados por la emisión descontrolada de GEI de la sociedad internacional, pero cada uno participa resguardando sus intereses nacionales. Es un tema en el que se entremezclan aspectos geopolíticos de extrema relevancia para muchos estados, con un hecho incontrastable como son los impactos del cambio climático. Se percibe un fuerte negacionismo en materia de efectos del cambio climático por la emisión de gases de efecto invernadero.
Como sociedad debemos reconocer la necesidad de adoptar medidas coherentes que minimicen la afectación de los ecosistemas marinos e impulsar medidas que propendan al diseño de políticas de estado en favor del desarrollo sostenible. El aumento de temperaturas, la desoxigenación de los océanos y la acidificación, como consecuencias del cambio climático. Pero, además, los impactos debidos al uso no sostenible de las pesquerías.
Debemos actuar sobre los impactos del cambio climático desde variados frentes, de acuerdo con las capacidades disponibles y con la mayor prontitud posible.
En ese sentido, nuestro aporte procura mejorar algunas prácticas relacionadas con la actividad del sector pesquero. La preservación de la salud de los ecosistemas con medidas como la trazabilidad de la pesca, el reciclado de artes de pesca, la ratificación del acuerdo sobre subvenciones a la pesca, la creación de un observatorio de la pesca en el Atlántico Sudoccidental, son algunas de ellas.
La externalidad positiva de todas estas propuestas es la de contribuir a los impactos del cambio climático. No es suficiente, pero es un claro ejemplo de determinación.
Se aproximan las elecciones. Exijamos a los candidatos precisiones sobre este tema. Esperar no es una alternativa.