El odio dentro de la democracia

Por JULIÁN CASTRO

Con Javier Gerardo Milei en el poder en Argentina, se retrocedió en materia de valores democráticos fundamentales para una sociedad. Desde el ataque en redes del presidente hacia periodistas que lo critican, pasando a menospreciar el genocidio de la última dictadura militar permitiendo que cinco de sus diputados visiten en la cárcel a represores y genocidas como Alfredo Astiz, y ahora se escuchan declaraciones de José Luís Espert, remarcando que “si no se pone un límite a la natalidad en los hogares pobres, Argentina va a ser una gigantesca villa miseria”. Todo lo realizan en nombre de la libertad y sin hacerse cargo de que en realidad nos dirigen hacia otra dictadura.

Desde el diez de diciembre, Argentina ve retroceder los consensos sociales que se habían establecido durante los 40 años de democracia. Desde que es presidente Javier Milei ha desarrollado la idea de que es correcto denostar públicamente a quienes piensan distinto a ellos, en una absurda dicotomía libertaria. Así lo ha demostrado en las expresiones hacia el presidente de Brasil, Lula Da Silva, con quien todavía no se ha reunido de manera bilateral, y quien le ha exigido disculpas, tanto a él como al pueblo brasilero. También ha desatado un conflicto diplomático con España, y hasta niega el intento de Golpe de Estado en Bolivia, acusándolo de una farsa montada por Arce. Entre todos los indicadores dictatoriales, están éstas la reiteración de las prácticas violentas hacia periodistas que osan cuestionar las políticas del gobierno de La Libertad Avanza.

El autoritarismo de Milei, se ve reflejado en la cantidad de trolls que siguen ordenes de Juan Carreira y Daniel Parisini. El primero, quien alguna vez había señalado que “jamás trabajaría en el Estado”, es ni más ni menos que el Director Nacional de Comunicación Digital de la Presidencia de la Nación, cargo por el que cobra un sueldo millonario, mientras en el gobierno repiten que “no hay plata”. El segundo, conocido por su nombre en la red social X como “Gordo Dan”, se pasea por Casa Rosada y responde a Santiago Caputo, además de bajar línea a los libertarios a través de un canal de streaming.

Para seguir generando estos ataques y controlar a los opositores bajo la órbita de Caputo, el gobierno de Milei no solo rearmó la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), que fue tan funcional de la última dictadura y los gobiernos de derecha, sino que también le asignó $100.000 millones en concepto de gastos reservados. Todo, mientras las boletas de los servicios continúan subiendo y la pobreza a lo largo y ancho del país crece de manera constante.

A su vez, en su afán de promover el negacionismo con respecto a las atrocidades de la última dictadura, seis diputados del gobierno visitaron al genocida Alfredo Astiz, quien se encuentra en cumpliendo cadena perpetua por los crímenes que cometiera durante la dictadura, considerados de lesa humanidad. También el gobierno desarrolló a través de la Secretaría de Cultura, una censura absoluta hacia películas con contenidos feministas, LGBT+, críticas a la dictadura, y en las que aparezca la artista “Lali” Espósito. Esto sumado también a la denuncia realizada por la Asociación del Personal del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria por la decisión de las autoridades del INTA al censurar el uso de términos como “agroecología”, “cambio climático”, «biodiversidad», «género», entre otros.

Pero este afán que promueve el gobierno de Javier Milei de formar la libertad según su gusto e ideología, ahora llego a otro punto aberrante. Fue el diputado nacional, José Luís Espert, quien aseguró “si Argentina no pone un límite a la natalidad en los hogares pobres, Argentina va a ser una gigantesca villa miseria”. Todo para no hablar del desastre económico promovido por las políticas del ministro d Economía, Luís Caputo, y la aplicación del mega DNU con el que gobierna Javier Milei.

Desde que está en el poder, Javier Milei demuestra lo capaz que es para delimitar la vida de los argentinos, no solo empobreciéndolos, sino generando una “libertad” donde esté prohibido cuestionarlo y el que lo haga, sufrirá las consecuencias.

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