El frío del invierno nos invitan a ir más despacio, a quedarnos más tiempo adentro.
Puede ser hacernos una sopa casera, tejernos un suéter, leer un libro postergado o amasar pan con semillas.
Buscar más momentos tranquilos y espacios para la introspección. Encontrarnos con uno mismo.
Es importante tener contacto con las personas queridas: amigos, hijos, compañeros de trabajo o pareja.
De esta forma, gestaremos lo nuevo.