El parador Atalaya avanza con su plan de expanción a través de franquicias. Convertida desde 1942 en una parada obligada en la ruta 2 a la altura de Chascomús, es una empresa multifamiliar creada por seis amigos y conducida por descendientes de la tercera generación. Este año batieron récords históricos de venta en enero y se animaron, por primera vez, a preparar su desembarco en la Ciudad de Buenos Aires.
El actual vicepresidente es Juan Castoldi de 36 años, heredó la pasión de su padre Víctor Daniel Castoldi que lo llevaba al local desde chiquito. Desde 2016 comenzó a trabajar en Atalaya, estuvo en limpieza, en la caja, en horneado, pasó a administración y luego a la vicepresidencia.
La marca Atalaya tiene sólo dos locales propios en la ruta 2 en Chascomús y siete franquicias más: en Canning, Mar del Tuyú, dos en Zárate, dos en La Plata y hace pocos días abrieron un local en Cañuelas.
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“La inversión en la franquicia es de 120.000 dólares para poner un local de 150 a 200 metros cuadrados, el fee o cánon de ingreso esta entre los 5.000 y 15.000 dólares, depende la zona, si queremos pisar fuerte los beneficiamos. Además se abona un fee mensual que ronda entre el 5 y 7% de las ventas netas. Buscamos zonas de alto tránsito vehicular, apuntamos al segmento ABC1 porque ofrecemos un producto Premium 100% manteca, referente del mercado”, sostuvo Juan Castoldi en IProfesional.
En Chascomús y en Cañuelas además del Parador tienen Deli market, un local que ofrece productos artesanales de la región. No es un formato que se franquicia independientemente de los locales.
La docena de medialunas de Atalaya cuesta 1.600 pesos, el secreto de su éxito es que utiliza productos Premium y pesa 60 gramos, lo que la convierte en “la más grande del mercado”, aseguraron sus dueños. “En enero de este año batimos récords históricos. Vendimos 2 millones de medialunas. Si bien cerramos 2022 con 11 millones de medialunas vendidas, este año proyectamos vender entre 12 y 13 millones”, señaló Juan Castoldi.
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NUEVOS LOCALES EN LA CIUDAD DE BUENOS AIRES
El vicepresidente de Parador Atalaya contó: “Iniciamos la obra para abrir un tercer local en La Plata y otro en Pilar que abrirá en cinco o seis meses. Por primera vez llegaremos a la Ciudad de Buenos Aires. Abriremos una franquicia en Aeroparque y estamos a punto de firmar un contrato para abrir un local en San Telmo que pensamos inaugurar en mayo. Será el primer local que cuente con horneado a la vista. Tendrá un espacio de sitting para compartir un café y nuestras famosas medialunas”.
Si bien el fuerte son las medialunas, también ofrecen con el sello propio cañoncitos, palmeras, alfajores, conitos de dulce de leche, mermeladas y pan dulce. “Este año estamos en plena etapa de desarrollo para lanzar café con nuestra marca. Sería un mercado nuevo para ganar, es un desafío. Lanzaremos café marca Atalaya en envase de 250 gramos en dos variedades de origen brasileño y colombiano. Para la próxima temporada estará listo”, agregó Castoldi.
El año pasado lanzaron el alfajor de chocolate blanco y fue un éxito. El gran objetivo es vender afuera de la provincia de Buenos Aires, para eso ya están evaluando un ambicioso plan. “Queremos lanzar un ecommerce para poder vender desde alfajores, dulce de leche hasta merchandising como tazas. Le vemos mucho potencial y todavía no lo tenemos desarrollado. Es una prueba para poder salir de Buenos Aires y será el próximo gran paso. Llegar a todo el país a través del ecommerce y de locales franquiciados”, concluyó.
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Parador Atalaya produce todos sus productos en las dos plantas que tienen en ruta 2, donde están sus locales. La fórmula de las medialunas la guardan bajo siete llaves, sólo admiten que utilizan manteca La Paulina, azúcar Ledesma y un toque de sal. El proceso de producción de las medialunas tarda 36 horas, usan agua no leche. No cambian ningún producto, para mantener la fórmula original de la familia Rey, de uno de los dueños de Atalaya.
Casi todos los que van y vienen de la costa argentina pasan por Atalaya. Juan Castoldi recuerda que su familia le contaba que cuando era joven, el político Ricardo Alfonsín cada vez que salía de bailar iba a comer las famosas medialunas.
ATALAYA: UNA EMPRESA FAMILIAR
Las historias y anécdotas se transmiten de generación en generación. Desde la década del 90, esta empresa multifamiliar se transformó en una sociedad que se maneja con las reglas del directorio. Las decisiones las toman cuatro miembros por cada familia mayorista. No tienen protocolo, aunque saben que es una herramienta necesaria que les ayudaría a resolver mejor los procesos de sucesión. Saben que 240 familias dependen de las decisiones que se tomen en Parador Atalaya.