Por LISANDRO RAMELLA / Consultor en marketing político
Existen ciertos discursos en la comunicación que son anuladores de toda posibilidad de diálogo, de discusión, de negociación y de intercambio. Este tipo de comunicación es muy efectiva si, justamente, usted está buscando que nadie lo cuestione, que nadie plantea una idea diferente a la suya y que nadie se lleve nada más que lo que usted propone. Veamos como funciona.
Imagínese que usted y alguien más que no conoce, están encerrados en un hotel que se está incendiando. Usted está en el quinto piso, el humo sube desde abajo y lo empieza a asfixiar. El edificio, a causa del incendio, correo riesgo de explotar y derrumbarse en pocos minutos más. En ese contexto aparece un tercer desconocido que le dice “Yo conozco la única salida posible que nos puede salvar” ¿Usted lo seguiría? Es muy probable que si. Y si el segundo desconocido, que también esta encerrado sin saber que hacer plantea quedarse en el lugar y no moverse, lo más probable es que usted piense que esta loco, que el humo está alterando su capacidad de entendimiento, que se quiere suicidar o cuestiones similares.
Ahora bien, imaginemos que el escenario es diferente pero que usted en la desesperación no se dio cuenta. Que de repente aparece un bombero subiendo por una escalera externa y se asoma por una ventana y le propone bajar por dicha escalera. Imagine también que aparece un paramédico con un tubo de oxigeno y le dice que pueden usar ese oxigeno para bajar por las escaleras internas del hotel sin que el humo los afecte y salir por la entrada principal del edificio. Finalmente, imagine que al asomarse por la ventana usted ve tres camiones de bomberos apagando el incendio de la planta baja y anunciando que el fuego ya está controlado y que por lo tanto el edificio no corre peligro. Bajo este escenario; ¿Usted sostendría el seguimiento incuestionable al desconocido que apareció unos segundos atrás?
Se trata de una fórmula básica de la comunicación que, aunque básica, suele dar resultados efectivos en términos de movimiento de masas. Y es el discurso totalitario. Aquel que plantea una problemática abrumadora, de vida o muerte, de necesidad
imperiosa de resolver. Ante la problemática presenta una única solución, no existe otra posible, la vida es la solución que el interlocutor le propone, todo lo demás, es la muerte. Si usted sigue al interlocutor que plantea dicho escenario es porque usted quiere vivir y si no lo sigue es porque usted quiere morir y además pone en riesgo a quienes están a su lado. Así de simple; blanco o negro. Una fórmula básica de comunicación que, lamentablemente, en Argentina, hace décadas se utiliza en la comunicación de Marketing Político. ¿Recuerda cuando le decían que si no pensaba de una determinada forma era gorila? ¿O cuando le decían que si hacía una determinada cosa era de la clase media con aspiraciones oligárquicas?
El presidente Javier Milei planteó en la CPAC la necesidad de no negociar, de que “el fuego se combate con más fuego” y que “Esto se trata de política, de poder y sino lo tenemos nosotros, los tienen los zurdos de mierd…” Ahora bien; ¿Se anima usted a imaginar en quiénes esta pensando el presidente cuando piensa en “zurdos”? Porque si el planteo es que nada se puede negociar, que es necesario concentrar el máximo poder, que es imperante el ejercicio de este poder bajo formas única e incuestionables, entonces; ¿Hacía dónde nos lleva esa lógica de pensamiento? Porque si Argentina y el mundo se va a sintetizar en zurdos y no zurdos y zurdo es aquel que propone alguna otra idea diferente a la que propone el actual presidente de la nación, si zurdo será aquel que plantea aunque sea una variante mínima de la idea principal, si zurdo es aquel que no cuestiona la idea pero si la forma de ejercicio del poder, si zurdo es aquel que entiende la problemática pero concibe otras salidas, si zurdo es aquel que sabe qué es lo que no se tiene que repetir pero entiende que hay cosas que no es conveniente hacer, si zurdo es aquel que antes de dar un sí incuestionable e indubitable dice “prefiero pensarlo unos segundos”; entonces, el interrogante surge por si solo; Zurdos; ¿Somos todos?.