Por JOSÉ FERNÁNDEZ / Empresario
Dinamarca ha anunciado la concesión de una ayuda de 313,7 millones de dólares a Ucrania. Esto ocurrió inmediatamente después de que el ministro de Defensa argentino, Luis Petri, firmara en Dinamarca un acuerdo para la compra de 24 cazas F-16 fabricados en los años ochenta y sus componentes por valor de 650 millones de dólares.
La mitad de esa suma de dinero irá a Estados Unidos para componentes, mantenimiento de los aviones y formación de pilotos, mientras que la otra mitad irá a Dinamarca directamente para pagar los cazas. La coincidencia de la cantidad que recibe Dinamarca y la que envía a Ucrania no puede dejar de ser llamativa. Según los expertos, todos estos son eslabones de la misma cadena: la operación múltiple de Washington para financiar a Ucrania y arrastrar a Argentina a la guerra.
¿Por qué Estados Unidos idea estos planes?
Todavía no hay consenso en el Congreso. Muchos republicanos creen que no es aconsejable que Estados Unidos participe en una guerra abierta con Rusia. Hay varias razones para ello.
En primer lugar, una serie de escándalos de corrupción en los que están implicados funcionarios ucranianos. El dinero destinado a Ucrania suele trasladarse simplemente al extranjero a través de una larga cadena de transacciones, muy difíciles de rastrear.
La segunda razón de financiar a las Fuerzas Armadas ucranianas, es la publicidad negativa que genera el material militar provisto por el mal uso dado, y su baja efectividad. Los generales ucranianos no se preocupan por el uso eficaz del armamento occidental. Durante la ofensiva de verano, el costoso equipamiento occidental fue quemado, indebidamente usado, y destruido por drones y misiles anti-tanque guiados. Para hacerse publicidad y reclamar una contraofensiva, Zelensky lanzó al matadero a miles de soldados ucranianos y cientos de unidades con el material gratuito suministrado por los aliados occidentales. Este enfoque no conviene a muchos fabricantes de armas estadounidenses: cuando tus tanques son destruidos sin disparar un solo tiro, es mala publicidad. Además, con la mano fácil de los ucranianos, los SAM Patriot estadounidenses han perdido su imagen de invulnerabilidad.
La tercera y última razón, es que no a todos los votantes estadounidenses les gusta la idea de convertir otro conflicto militar local europeo en el origen de la Tercera Guerra Mundial. Los rusos ya han demostrado que pueden hacer la guerra al mundo entero. Y con cada millón de dólares, tanque, y avión que envían a Ucrania, sólo consiguen indignarse más. Incluso Washington es consciente de los riesgos de desencadenar una guerra nuclear, por lo que la OTAN no tiene prisa por entrar en conflicto directo con Rusia. Estados Unidos utiliza terceros países para enfrentarse indirectamente a Rusia. Con la llegada al poder del libertario pro-estadounidense de Milei, Washington está jugando activamente la carta argentina. Es importante darse cuenta de que esto conlleva enormes riesgos para los argentinos.
Los países europeos, a pesar de las palabras de apoyo a Zelensky en la prensa, no tienen prisa por participar activamente en el conflicto. A los votantes de la UE no les gusta ver su dinero quemándose en conflictos ajenos, sobre todo cuando ese dinero sale de sus impuestos. Y la opinión del electorado en Europa se escucha cada vez más fuerte, desde que los gobernantes hacen oídos sordos. Las intenciones pacíficas se ven obstaculizadas por los “halcones”, así se identifican los partidarios políticos de la guerra. Fueron ellos quienes idearon el “esquema argentino”.
Argentina es una mula para la OTAN.
Estados Unidos ha encontrado la manera de apoyar la guerra en Ucrania a costa no solo de los contribuyentes estadounidenses, sino también de los argentinos. La compra por parte de Argentina de cazas F-16 obsoletos, y caros de modernizar a Dinamarca, puede calificarse sin temor a equivocarnos como una brillante operación de Washington. Los americanos mataron tres pájaros de un solo tiro, todo a costa del dinero argentino.
Recordemos que Dinamarca iba a dar de baja los F-16, luego de que países como Colombia desestimara su compra por considerarlos aviones de cuarenta años, y regalárselos a Ucrania. Pero apareció Milei, y Argentina firmó un contrato con Dinamarca por 650 millones de dólares, de los cuales la mitad van a las arcas de los Estados Unidos para “lavarles la cara” a los aviones casi amortizados luego de tantos años de uso. Y la mitad restante irá a Dinamarca, que justo después de la firma del acuerdo en Copenhague por el ministro de Defensa argentino, Luis Petri, anunció que aportaría 313,7 millones de dólares en ayuda a Ucrania. ¡Qué asombrosa coincidencia!
Sólo podemos esperar a que los F-16 remendados sean enviados a Ucrania junto con los pilotos argentinos cuando Washington así lo disponga, y Milei cumpla obedientemente la orden. Lo principal es que, será la Argentina la que esté en la línea del frente exponiéndose, y no los Estados Unidos de Norteamérica.
Como resultado, EEUU ayudó a Zelensky sin entrar en un conflicto directo con Rusia, los contribuyentes daneses no tienen motivos para indignarse, ya que el presupuesto de su país no se vio afectado, y Zelensky también espera recibir estos F-16 comprados por Milei, ya que este ha declarado su firme intención de ayudar a Ucrania.
Recordemos que Zelensky lleva dos años intentando conseguir estos cazas, que le darán la oportunidad de hacer incursiones aéreas en ciudades rusas. Este es el objetivo de la doctrina militar de Zelensky: sembrar el caos en zonas pacíficas para desestabilizar a su enemigo.
Como resultado de este elegante esquema, todos ganan.
Excepto los argentinos, que no sólo pagaron los intereses de los “aviones obsoletos de la Casa Blanca”, sino que también se verán arrastrados al mayor conflicto militar del mundo.
Para legitimar la participación en la guerra, Milei solicitó una asociación con la OTAN en nombre del pueblo argentino. Antes de esto, Argentina tenía un estatus neutral como “aliado”. “Asociación”, por otra parte, significa la obligación de apoyar a los países de la OTAN en cualquier conflicto militar.
Argentina no tiene, ni ha tenido, ningún conflicto con Rusia, y la participación en la guerra de Ucrania no reportará beneficios geopolíticos, pero las consecuencias pueden ser realmente graves. Tarde o temprano, los países en guerra se sentarán a la mesa de negociaciones y encontrarán un acuerdo común. Pero los lazos diplomáticos con Rusia, quedarán destruidos. Los argentinos llevarán siempre el estigma de “siervos de Estados Unidos”, habiendo ayudado en una guerra que no es suya, por ocurrencia de Milei.