Villa Santa Rita, el barrio porteño de los pasajes

En la Ciudad de Buenos Aires tenemos el barrio Villa Santa Rita, un lugar que alberga casas, curiosidades, muchos pasajes y solo un par de edificios.

Muchos identifican a Villa Santa Rita como “el barrio de los pasajes”, dice Billiken. Si bien su superficie apenas pasa los 2 kilómetros cuadrados, este espacio de la ciudad cuenta con más de 20 callejones.

Uno de ellos es el Pasaje Julio S. Dantas, en honor a su homónimo, quien participó de la Guerra del Paraguay. Otro es el Pasaje Guillermo Enrique Granville, que alberga una cuadra peatonal en cuyo centro se luce una pasarela de higueras, limoneros, palmeritas y damas de noche.

Más de cien años atrás, Villa Santa Rita era, como la mayor parte de lo que hoy es la Ciudad de Buenos Aires, un conglomerado de quintas. Lejos de cualquier señal de urbanización, las vistas del barrio se poblaban de hornos de ladrillo, calles de barro y tambos.

El lugar se transformó en un espacio de sociabilización recién a fines del siglo XIX. Allí, la zona cobró vida alrededor de un oratorio donde se veneraba a la Virgen Santa Rita de Cascia.

Finalmente, las tierras que hoy llevan de nombre Villa Santa Rita fueron adquiridas y pasadas por manos de personajes varios, hasta que el 5 de septiembre de 1889 apareció por primera vez su nombre actual, en honor a la adorada Virgen.

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Jorge Luis Borges nombra al barrio en el cuento “El hombre de la esquina rosada”. El autor ubica allí al “salón de Julia”, un lugar que albergaba duelos a cuchillo, entre el baile y la bebida.

Además, describe a uno de los personajes -Rosendo Juárez el Pegador- como uno de los hombres que más fuerte pisaba las calles de Villa Santa Rita.

Se cree que el salón de Julia estaba ubicado entre el camino de Gauna (ahora Avenida Gaona) y el río Maldonado (tapado actualmente por la Avenida Juan B. Justo).

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En sus comienzos, Villa Santa Rita fue un sitio humilde. Sin embargo, para principios del siglo XX, su población empezó a adquirir rasgos de clase media alta. Las casas incorporaron un “look” europeo, lejos del barro que algún día lo caracterizó.

Hoy en día, muchas de las casas en el barrio –el cual cuenta con muy pocas edificaciones de más de tres pisos- mantienen los atributos florecidos en el siglo pasado. Por ejemplo, detalles ornamentales, puertas con vitró, rejas decorativas en las ventanas, pequeños jardines delanteros y puertas de madera tallada.