Por DIEGO GUELAR / Ex Embajador argentino en Brasil, Estados Unidos, China y la Unión Europea
La primera ya pasó, fue el 13 de enero, en Taiwán; ganó el Partido Independentista, que esta en el poder desde 2016. Esto explica el “nerviosismo” de la República Popular China, que gobierna China desde 1949 y reivindica la doctrina de “una sola China” incluyendo a Taiwán en su territorio. Pekín ha advertido que una declaración de independencia de la isla sería contestada con la inmediata invasión militar. Por su parte, EE.UU. tiene un tratado de defensa con Taiwán, por el cual un ataque chino a la isla es equivalente a uno en California, por lo tanto, sería la guerra total.
Ni China ni EE.UU. quieren que esto suceda, pero por el Mar de la China transita el 50% del comercio mundial y las tensiones subirán de nivel, así como el precio de las principales commodities alimenticias y energéticas. En la Argentina ya tuvimos un “pequeño” temblor producto de un innecesario coqueteo de nuestra canciller –ya subsanado– que podría habernos producido un grave conflicto con nuestro segundo socio comercial y financiero en el mundo.
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Del 6 al 9 de junio ocurrirán las elecciones para elegir a los miembros del Parlamento Europeo. Veintisiete países de la UE estarán votando esos días, y podremos pulsar allí el estado de ánimo de los ciudadanos europeos en cada uno de esos países. La experiencia demuestra que ese voto es el reflejo del apoyo o rechazo a los gobiernos locales. Es verificable hoy que, aunque no sea mayoritaria, crece una tendencia de extrema derecha que no está conforme con la política europea actual –especialmente con la política inmigratoria– y que ha recibido el impacto de la guerra en Ucrania con sus secuelas de aumento en los precios y un crecimiento promedio de solo 0,5% en 2023.
Su expresión más clara es la decisión del gobierno inglés de amenazar con la “expulsión con destino a Ruanda” a los inmigrantes ilegales (el RU se caracterizaba por una extremada permisibilidad con los inmigrantes de su histórico Commonwealth, en particular, hindúes y paquistaníes). También esta elección tendrá impacto en nuestra región. Es difícil imaginar que, con el peso del lobby agrícola en Europa, pueda avanzar este año el acuerdo de libre comercio con el Mercosur –reconocido productor agrícola mundial– (véanse las manifestaciones del sector reclamando contra el recorte de subsidios de la Política Agrícola Común).
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También se sentirán los cimbronazos globales en el comportamiento de la OTAN, en especial respecto de las guerras en Ucrania y Medio Oriente, así como el impacto en el cierre de fronteras para bienes y personas (ya está en marcha una nueva política de otorgamiento de visas, incluyendo las turísticas). Por último, el primer martes de noviembre los estadounidenses elegirán al presidente número 47 de EE.UU. Ya sabemos que los candidatos son el presidente Biden y el expresidente Trump (si la Corte Suprema no lo inhabilita por las numerosas causas que tiene pendientes con la Justicia, algo difícil que ocurra).
Durante todo el año en curso, los mercados y la opinión pública mundial oscilarán al ritmo de las encuestas, y una “ola libertaria” crece de la mano de las actitudes y los gestos del líder republicano. Huelga explicar que esto también, tiene –y tendrá en forma creciente– influencia en la política local argentina. Lo importante para los argentinos es saber que, más allá de todos estos acontecimientos planetarios, nuestro destino depende solo de nosotros mismos, y que Washington, Bruselas o Pekín podrán vernos con más o menos simpatía, pero no será allí donde se juegue nuestro presente ni nuestro futuro.