MAXIMILIANO ABAD / Senador Nacional de Juntos por el Cambio
En 2022, la Cámara de Diputados de la Nación aprobó un proyecto de ley que establece la boleta única de papel como nuevo instrumento de votación para las elecciones de orden nacional: presidente y vicepresidente, senadores y diputados nacionales y parlamentarios del Mercosur. Esta aprobación tuvo el consenso de diputados de diversos bloques políticos.
No prosperó su tratamiento en el Senado por decisión del entonces oficialista Frente de Todos. Pero ahora llegó el momento de tratarlo en el Senado de la Nación.
Ahora bien, ¿de qué se trata la boleta única de sufragio?
Es un instrumento de votación garantizado por el Estado, donde cada elector recibe una boleta con el nombre de todos los candidatos y/o de todas las fuerzas políticas que se presentan en un distrito electoral. Los electores deben indicar su elección mediante una marca en un cuadro en blanco ubicado al lado de la fuerza política o candidato de su preferencia, o marcando el logo de la fuerza política o la foto del candidato. Esto depende del diseño de la boleta. Después de marcar la elección de su preferencia, debe doblar la boleta de votación e introducirla en la urna.
Es importante destacar que tres provincias argentinas (Córdoba, Santa Fe y Mendoza) implementan de manera total esta forma de votar, con una evaluación muy positiva de los electores, de las autoridades electorales y de las fuerzas políticas.
Existen dos modelos en la experiencia subnacional argentina. Entre el modelo cordobés (una boleta de sufragio para todas las categorías de cargo a elegir) y el modelo santafesino (una boleta de sufragio por categoría de cargo a elegir), el consenso en la Cámara de Diputados de la Nación se inclinó hacia el modelo cordobés.
¿Se puede mejorar el sistema electoral argentino mediante un cambio del instrumento de votación?
En este punto es necesario destacar que las elecciones argentinas en el orden nacional son competitivas y que los resultados electorales son aceptados por los candidatos y las fuerzas políticas. Ahora bien, la boleta única, con una adecuada implementación, sería un avance sustantivo para mejorarlo.
Ningún instrumento de votación es sinónimo de fraude, tampoco ninguno es garantía de integridad electoral. Sin embargo, el modelo actual de boletas múltiples partidarias permite algunas prácticas que atentan contra la transparencia electoral: adulteración, destrucción o robo de boletas, “voto cadena”. Asimismo, no es equitativo porque la cantidad de boletas impresas por fuerza política depende de la capacidad económica de cada una. Finalmente, la proliferación de boletas impresas tiene un impacto ambiental negativo.
Llegó el momento que la boleta única papel se trate en el Senado de la Nación. Debemos garantizar un debate público amplio e informado. Promover un consenso amplio, que es el requerido cuando se trata de las reglas de juego electorales. Y finalmente impulsar una ley que garantice una adecuada implementación de la boleta única de papel.
Bajo estas premisas, un sistema de boleta única tendría las siguientes ventajas:
1. Universalidad de la oferta electoral: garantiza que toda la oferta electoral esté siempre presente, eliminando la posibilidad que se roben, adulteren o rompan boletas.
2. Se eliminan o desalientan prácticas fraudulentas.
3. Equidad entre las fuerzas políticas: la presencia en la oferta electoral no depende de la capacidad económica de la fuerza política para la impresión de sus propias boletas.
4. Se evita el derroche de recursos financieros en la impresión de boletas por parte de cada fuerza política.
5. La experiencia internacional (más del 80% de las democracias del mundo votan con boleta única de sufragio) y las experiencias subnacionales (Córdoba, Santa Fe y Mendoza) indican que es un método sencillo para el elector.
6. El cambio de sistema, de las boletas múltiples partidarias hacia una boleta única tiene un impacto ambiental positivo porque disminuye significativamente el uso de papel.