Una encrucijada, también en política exterior

Por FEDERICO PINEDO / Dirigente de Juntos por el Cambio

Estamos tan obsesionados por el dilema que nos plantea la elección presidencial, que no prestamos demasiada atención a algunas encrucijadas críticas frente a las cuáles está la sociedad argentina. Quiero llamar la atención sobre dos de ellas que enfrentamos en el ámbito de las relaciones internacionales, porque en el brevísimo plazo de dos meses habremos dado pasos que será muy difícil o imposible revertir en el futuro. Me refiero a la firma del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea y al ingreso de la Argentina al grupo Brics (por las iniciales de sus miembros Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Ambos hechos van a meter a nuestro país en una senda que va a afectarnos de un modo profundo en nuestras posibilidades de desarrollo de las próximas décadas.

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Hace más de 20 años el Mercosur iniciaba una negociación con la Unión Europea para hacer una alianza estratégica que incluyera temas económicos, comerciales, de inversión, políticos, sociales y de cooperación. Hubo una primera oferta de nuestra región durante el gobierno de Néstor Kirchner en 2004, otra en el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en 2010 y finalmente el presidente Macri impulsó el cierre en 2018. Las ofertas comerciales incluyeron una cobertura de bienes de entre 86 y 91% de los productos, habiéndose obtenido cronogramas más largos de protección industrial y ampliación de bienes agrícolas. Ahora llega el momento de la firma, que abriría un mercado de 500 millones de personas de alto poder de compra para el trabajo argentino. Si eso sucede la economía argentina cambiará para bien por décadas. El presidente Lula se muestra comprometido con ese resultado y para llegar a él mantuvo conversaciones con el canciller alemán y el presidente español. La oportunidad de culminarlo es ahora, porque hasta diciembre presiden ambos bloques países comprometidos con ello: España y Brasil. El kirchnerismo fue muy renuente a finalizar el acuerdo y en esta campaña sus comentarios han sido negativos, insinuando que con él no obtendríamos beneficios. El tema es crítico para nuestro país, nuestros trabajadores futuros y nuestros productores de bienes y prestadores de servicios.

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El segundo tema es el ingreso al Brics que acordó este gobierno y se concretaría a principios de enero. Junto a la Argentina se incorporaría Irán, país con el que estamos en conflicto severo por los atentados terroristas de la AMIA y la embajada de Israel y que avala acciones terroristas de los grupos Hamas y Hezbollah, preconizando la desaparición del Estado de Israel, lo que tiene implicancias éticas elementales luego del Holocausto, que ellos niegan. El gobierno ruso, mientras viola la integridad territorial de Ucrania, también los apoya. El Brics no es una asociación económica o comercial sino política; busca una visión común sobre el manejo del poder mundial. Demás está decir que esa no es nuestra visión y que tenemos diferencias absolutas con cosmovisiones como las mencionadas, porque creemos en un orden internacional basado en reglas. El ingreso al Brics también nos dará un rumbo que colisiona con valores constitucionales y con intereses nacionales profundos. Tanto Patricia Bullrich como Javier Milei anunciaron que suspenderían el ingreso pactado por el gobierno kirchnerista de Fernández, Fernández de Kirchner y Massa.

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La política exterior es una política de los países, no de las personas que circunstancialmente los dirigen. Una política exterior seria y productiva se asienta en los valores de la Constitución y en intereses nacionales permanentes, como el desarrollo sustentable, que requiere paz, previsibilidad y confianza, inversiones competitivas, estado de derecho, intercambio con los demás, financiamiento de infraestructura, actualización tecnológica, combate al crimen organizado y al narco. Eso también estará en juego el próximo 19 de noviembre.