Por MARIO RIORDA / Consultor político
Subí este post: “Un emperador romano convocó a un concurso de cantantes y solamente se presentaron dos. El primero lo hizo tan mal que, automáticamente, decidió premiar al segundo sin escucharlo. Cuando hay mucho descontento, los electores no se ponen a evaluar qué tan bueno es el segundo, les alcanza con saber lo malo que es el primero”. Una candidata a Diputada de La Libertad Avanza me respondió: “Así subestima al ciudadano que vota? Usted no es serio”.
No, no subestimo a los votantes de Javier Milei.
La filósofa Martha Nussbaum ensaya que, en contextos de radicalización, que promueven también candidaturas radicales, los análisis desde la consternación, angustia o temor, se dedican a demonizar a sus votantes.
Eso pasa en Argentina desde hace una semana. Se caricaturizó a Milei. Inestable, delirante, sin reconocer que es un captador de la frustración y, por qué no, del resentimiento, como bien relata Esther Solano, al hacer un racconto del ascenso de Jair Bolsonaro en Brasil. En la era de la protesta perpetua, del escepticismo, Milei es más que el decidor con voz y arte del enojo. Milei representa.
Mi propuesta es entender al votante de Milei.
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ROMPER EL PRESENTE
En un focus group sobre sus votantes, se consultaba si no les preocupaba lo extremo que pudiera ser que su candidato quisiera romper todo, que usara eufemismos como la “motosierra” o “dinamitar”. La respuesta coralizada fue: “para eso lo votamos”. En su voto, hay menos anhelo de soluciones a futuro y más de querer romper con un presente malo.
Miles es increíble. Eso despierta una expectación sobre su confirmación futura. Suele producirse una multiplicación de ceremonias tendientes a una resignificación compulsiva y agravante del proceso. Drama al drama, todo los días más resonante y relevante. Lo disruptivo genera una competencia histriónica de «suma cero», en el que el «éxito» de un sujeto es leído como el «fracaso» de otros.
Y tuvo dos valencias, no una. Una valencia es reputación sobre un tema. Una candidatura se distingue o reconoce por esa valencia, aunque suelen tener un efecto relativa banalización, por la laxitud de lo expresado en términos de contenidos. Milei fue aplastante en dos: representación del cambio y centralidad en el debate económico. Encima, eso aumentó tras ganar las PASO.
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FIRME
Los políticos le mienten a la prensa y luego se creen sus propias mentiras, Damián Fernández Pedemonte dixit. No había elementos objetivos para explicar la caída de Milei, salvo una campaña orquestada de múltiples interesados.
La tesis de que 9 de cada 10 campañas electorales confirman la tendencia que existe antes de que estas inicien mostró vigencia: pasó el bombardeo electoral y las preferencias electorales ni se inmutaron.
Permítanme una exquisitez metodológica: la intención de voto abierta sin opciones determina posicionamiento. La intención de voto cerrada con opciones, un pronóstico electoral y en las preguntas individuales de voto seguro o probable, se buscan pisos y techos electorales. Con Milei, la intención de voto abierta prácticamente coincidía la cerrada. Firmeza. En las de voto probable, era el del piso y techo más alto.
Más: un estudio de Alaska Comunicación y Tres Punto Zero confirma que el 66,2% decidió su voto antes, a más de un mes. El mayor interés para seguir la campaña lo generó Milei (88,3%, incluso, con la opción “mucho interés”. 61,7% opino que la campaña influyó poco y nada para su voto (salvo en el votante de Milei que lo reafirmó), y 77,5% no cambió su voto a raíz de las campañas.
La transversalización de su voto también se sabía. En el top 5 de provincias con más votos: Salta (49,4%), San Luis (47,9%), Mendoza (44,8%), Misiones (43%) y Jujuy (39,8%). De todos los colores políticos. En las que menos voto sacó: CABA (17,77%), Entre Ríos (21,98%), Catamarca (24,72%), Formosa (25,50 %), Santiago del Estero (26,97%). Territorios de las dos coaliciones.
¿Sorpresa? No.
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MÁS DE DERECHA, PERO NO TODO
Según la consultora Zuban Cordoba, los votantes de Milei son más hombres que mujeres, más votantes en el pasado de Mauricio Macri que de Alberto Fernández. ¿Hay algo de homogeneidad plena? Sí, en lo relacionado a la eliminación de los planes sociales, reducción del gasto de la política, dolarización de la economía, baja de la imputabilidad y cárceles públicas y privadas.
Pero veamos en lo que están en contra: 82,6% en contra de aumentos en luz; agua e internet; 80,1% no bajar jubilaciones y pensiones; 69,6% en contra de arancelar la educación pública; 62,7% en contra de arancelar la salud pública; 64,15% en contra de derogar la Educación Sexual Integral; 58,9% en contra de la libre portación de armas; 52,5% no quiere reducir las posibilidades de juicios laborales a empleados, 50,2% no a eliminar el Ministerio de la Mujer; 49,1% en contra de privatizar las empresas públicas; 45,7% en contra de derogar la ley de interrupción voluntaria del embarazo; 44,6% en contra de despidos de empleados estatales; 41,8% en contra de privatizar AA e YPF.
El Laboratorio SocPol del IESAC-Universidad Nacional de Quilmes, en el Proyecto “Subjetividades políticas en tensión durante la pandemia y la post-pandemia en Argentina” demuestra algo similar: un tercio de sus votantes adhiere a algunos sentidos ideológicos propios de lo que llaman campo nacional-popular. Ejemplo: un 76% prefiere un trabajo rutinario con estabilidad de por vida antes que un trabajo sin horarios fijos y creativo.
En 2022, a través de la Medición de calidad de vida en Argentina, descendió la confianza en el Estado. Actualmente aumentó y se mantiene idéntica que la confianza en el Mercado. Ambas con un 7 en una escala de 1 a 10.
Cristaliza la dinámica electoral conocida como “second best option” (lo menos malo). Hay comprensión de la necesidad del mercado, pero no se pierde de vista el rol del estado como actor regulador o redistributivo. Hay ideología, comprensión de las políticas públicas, pero la frustración, ganó.
Finalmente, cuidado con banalizar la angustia. Tras ganar Donald Trump en 2016, el terapeuta Inger Burnett-Zeigler contaba que en las semanas posteriores a la elección, muchos de sus pacientes acudieron a terapia con ansiedad, miedo y preocupación. Demócratas informaron aumentos significativos de estrés, depresión y ansiedad. Los latinos mostraron aumentos significativos en las búsquedas on line sobre “depresión”, “ansiedad”, “terapia” y medicamentos antidepresivos. La incertidumbre disparó la respuesta del stress y con ella el impacto real en su salud mental. Los gobiernos y los lideres también se sufren.