BRICS + y la energía

Por GUILLERMO USANDIVARAS / 

Después del espaldarazo de Lula da Silva, Argentina se incorporará a partir del 1 de enero de 2024 al grupo de los BRICS junto a Irán, Arabia Saudita, Egipto, Etiopía y los Emiratos Árabes Unidos. Esta ampliación no solo realiza la amplitud geográfica de los BRICS, sino que también sugiere una mayor consolidación de países con una relevancia económica y recursos considerables en materia energética.

BRICS es el acrónimo formado por las iniciales de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, las cinco economías nacionales en ascenso más significativo de los últimos años. Este conjunto fortaleció su influencia al llevar a cabo su primera reunión política en junio de 2009 en Ekaterimburgo, Rusia, y se estableció oficialmente como BRICS (con la inclusión de la “S” de Sudáfrica) en febrero de 2011.

Desde su inicio, la energía ha sido un tema importante en las conversaciones entre los miembros de los BRICS. Juntos, estos países contribuyen con el 42% de la población mundial y el 24% del PBI global, además de abarcar más de un tercio del consumo y producción energética a nivel mundial. Los BRICS son responsables del 42% de la utilización de energía renovable y el 37% del consumo global de energía.

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Es evidente que este grupo tiene un impacto importante en el mercado global energético, ya que operan en conjunto como una entidad comercial completa, siendo tanto consumidores como productores. Esto los coloca en una posición relevante en el escenario geopolítico actual.

En 2015, impulsado por Rusia, tuvo lugar en Moscú el primer encuentro de ministros de energía de los países pertenecientes al grupo. Este evento marcó el inicio de la Estrategia BRICS para la Colaboración Económica en el ámbito energético. Durante esta reunión, también se construyó un Memorando de Entendimiento sobre Ahorro de Energía y Eficiencia Energética, que confirmó la base para la cooperación entre estas naciones. Allí se abordaron temas como la transferencia de tecnología y la investigación en el campo de la energía.

Según los documentos que surgen a partir de los grupos ministeriales de energía, los BRICS parten de la idea de que la transición a energías más limpias no debería ser una carga para las industrias nacionales sino que se debe apostar a decisiones equilibradas y graduales que se adapten a las particularidades del desarrollo socioeconómico de cada uno, evitando así la imposición de modelos. Esta defensa del enfoque equilibrado ha sido planteada en los principales grupos energéticos multilaterales como el Grupo de los Veinte y el Consejo Mundial de Energía.

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El suministro de petróleo, gas y productos derivados por parte de Rusia hacia China es una de las interacciones más relevantes de los BRICS. En 2014, los presidentes Vladímir Putin y Xi Jinping firmaron un acuerdo que estableció que Rusia exportará 38 mil millones de metros cúbicos de gas a China durante tres décadas, con los pagos realizados en yuanes y rublos.

Las expectativas rusas con respecto a Brasil se dan en todos los aspectos de la cooperación energética; pero sobre todo con el suministro de productos petrolíferos. En el plano bilateral con Sudáfrica avanzó en la ejecución de los acuerdos alcanzados por los líderes de los países durante la cumbre Rusia-África en el campo de la electricidad, la energía nuclear y el carbón.

Por su parte, Brasil busca profundizar la agenda con China en materia de energías renovables, principalmente solar y biomasa. El gigante sudamericano cuenta con gran potencial para el desarrollo de proyectos de energía fotovoltaica. En tanto, China es líder en la fabricación de equipamientos en el sector.

Resulta interesante destacar que los BRICS han establecido planes para la descarbonización por medio del gas natural, con vistas a lo que basan sus criterios en el mantenimiento de la seguridad energética en general. Esto constituye una oportunidad para Argentina, dada sus importantes reservas de shale gas en Vaca Muerta. Actualmente la producción de shale gas de Vaca Muerta representa el 42 % de la producción total de gas en la Argentina, mientras que en el caso del petróleo no convencional alcanza el 46% sobre la suma de la actividad en el país.

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El relanzamiento del bloque bajo el acrónimo “BRICS+” cuenta con actores de peso en el escenario energético internacional como Irán, Arabia Saudita, y los Emiratos Árabes Unidos.

Se trata de importantes productores de hidrocarburos que intentarán satisfacer la demanda de economías de gran escala como la de India y China.

En este contexto, Argentina tiene un gran potencial, debido a las obras de reversión del gasoducto del norte del país, que permitirá llegar a los hogares argentinos que hoy no cuentan con provisión de gas natural y a la posibilidad de exportar nuestro gas a Bolivia, y fundamentalmente a nuestro reciente socio BRICS, Brasil. Como así también la puesta en funcionamiento del Gasoducto Néstor Kirchner, el cual, sin dudas, va a modificar el escenario de la balanza energética. Por esto, no parece muy lejano concretar el sueño de la construcción de una mayor cantidad de gasoductos y plantas de licuefacción que permitan un futuro de exportación de gas natural licuado (GNL) al gran bloque de países emergentes.

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En cuanto a la energía renovable, Argentina posee múltiples recursos naturales. En la zona patagónica existen vientos de clase mundial, sol de alta calidad en zona cordillerana y de buena calidad en casi todo el país, amplios recursos biomásicos y bioenergéticos en el centro y norte y gran cantidad de proyectos de hidroelectricidad aún por construir. En un escenario donde China es el mayor productor de tecnología y a costos muy bajos, el desafío reside en lograr los mayores niveles de industrialización, sin dejar de lado la oportunidad de la complementariedad e inversiones para el desarrollo diversificado de nuestra matriz energética.

La expansión de los BRICS es de carácter histórico y constituye un nuevo punto de partida para un desarrollo estratégico, para la cooperación y el multilateralismo. La emergencia y consolidación de un orden global multipolar nos da la oportunidad en materia energética de abrir nuevos mercados, generar mayores oportunidades de inversión, contribuir a la generación de puestos de trabajo y desandar un camino de industrialización.