Una integración plena para un verdadero salto exportador

Por MARTÍN REDRADO / Economista

mundo atraviesa un profundo cambio de época, con el surgimiento de nuevos paradigmas, donde se destaca un proceso de triple transición: energética, digital y tecnológica, que moldeará el desarrollo de las próximas décadas. En este contexto, la Argentina necesita generar una integración productiva con el mundo que nos permita duplicar nuestras exportaciones en el período 2024-28. Ha dejado de tener sentido el concepto de una economía basada en la idea de desarrollo autónomo, el valor de “vivir con lo nuestro”. Para este nuevo estadio, resulta necesario rediseñar nuestra política exterior, comprendiendo las megatendencias globales y teniendo la capacidad de convertirlas en megaoportunidades para todos los argentinos.

La invasión de Rusia en Ucrania y la rivalidad entre Pekín y Washington están produciendo una transformación, migración y relocalización de cadenas productivas en función de nuevos criterios como la estabilidad geopolítica, la seguridad jurídica y democrática. Por otra parte, estos conflictos requieren un mayor énfasis en el rol de las políticas de no proliferación nuclear, donde países como la Argentina, con nuestra capacidad reconocida mundialmente en esta materia, deben jugar un rol determinante. Se debe entonces romper con la inercia y ponernos a trabajar en una nueva agenda externa. Para ello, es preciso reforzar nuestra Cancillería, priorizando la carrera diplomática y orientarla hacia este nuevo paradigma para que sea un verdadero ministerio de generación de empleo argentino en el mundo. El mandato es abrir nuevos mercados y profundizar los existentes, para exportar más y generar un proceso de desarrollo inclusivo y sustentable.

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Es evidente que la Argentina no ha logrado articular con claridad su perfil productivo, y su mapa estratégico de alianzas a nivel regional y global. Debemos combinar nuestra pertenencia al Mercosur, con nuestro aliado estratégico Brasil, generando espacios para profundizar los acuerdos en el ámbito de nuestra región (ampliando los acuerdos con México y Centroamérica, incorporando los servicios y los nuevos temas a los vigentes en el marco de la Asociación Latinoamericana de Integración – ALADI) y cerrando el acuerdo con la Unión Europea. Es preciso generar las condiciones para facilitar el acceso de nuestros productos en diferentes mercados de interés (en particular, un trabajo sistémico en temas sanitarios, de calidad, etiquetado de productos, reconocimiento mutuo, entre otros), a partir de una agenda coordinada y consensuada entre sector público y privado y entre nación y provincias. Debe hacerse con una cuidadosa evaluación de los impactos esperados en términos de exportaciones y empleo, pero también considerando los posibles efectos de un mayor caudal importador y acompañando con los necesarios instrumentos de compensación.

El nuevo contexto internacional ofrece enorme potencial para importantes sectores generadores de divisas y puestos de trabajo. El mundo hoy demanda energía. Si logramos consolidar los avances de Vaca Muerta y poner en marcha los diversos proyectos para exportar gas natural, podremos alcanzar un saldo comercial sectorial favorable de 20.000 millones de dólares anuales en los próximos cinco años. Para ello, debemos generar garantías jurídicas para las nuevas inversiones. El camino es la instrumentación de tratados internacionales que tienen un rango superior al de las leyes, por lo que debemos celebrar tratados país-país o país-región para brindar el marco jurídico necesario y asegurar la permanencia y continuidad de nuestras políticas.

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En materia de servicios basados en conocimiento, necesitamos seguir formando más y mejores recursos humanos. Cada año quedan sin cubrir 5000 puestos en el sector por falta de mano de obra con las habilidades adecuadas. Recuperar o compartir los unicornios nacionales hoy radicados en el hermano país de Uruguay es una prioridad. De igual modo, en el sector minero, el avance de los proyectos en danza de 25.000 millones de dólares, nos permitiría multiplicar los valores actuales de comercio, tanto en cobre, oro y plata, como en litio y potasio. Más aún, dentro de un enfoque integral, el turismo, la cultura y el deporte deben ser utilizados para la proyección internacional de Argentina y llegar al corazón de otros pueblos.

Para comprender el carácter multidimensional de una política exterior acorde con estos tiempos, nuestro país debe abordar también tres aspectos de vital importancia como son la defensa y el combate del narcotráfico y el terrorismo. El G20 también espera nuestras iniciativas y activa participación, como así también retomar las gestiones para ingresar a la OCDE ayudará a cimentar las reformas de transparencia y seguridad jurídica. En un mundo tan horizontal, el multilateralismo es la única alternativa a los bloques ideológicos cerrados y recíprocamente hostiles. Resultará prioritaria la protección de las fronteras con fuerzas armadas bien equipadas, así como impedir la depredación que sufren nuestros mares sustrayendo recursos naturales y divisas imprescindibles para el crecimiento.