Por CARLOS FARA / Consultor político
Cristina nunca muestra las cartas temprano, ni cuando existe mucha expectativa. Este 25 de mayo no fue la excepción. Hubiese perdido el efecto sorpresa cuando todavía falta un mes para inscribir candidaturas, siendo que Ella siempre llama la atención en el momento en que todo el mundo está distraído en otros menesteres. Por ejemplo, un sábado 18 de mayo a las 9 de la mañana, mientras la mayoría del país estaría resolviendo cómo aprovechar su fin de semana. O un martes 16 de mayo por la tarde cuando se suponía que la noticia política del día sería el Congreso del PJ nacional.
Lo suyo son las redes, los tuits y los videos, no los anuncios a boca de jarro frente a una multitud. En un acto siempre se corre el riesgo de que un/un@s inadaptad@s reaccionen con silbidos, abucheos o un “Cristina presidenta” que convirtiera a la controversia en la noticia, en vez del contenido original. Por eso, mejor medir bien antes de jugar y ver si hay suficiente agua en la pileta. ¿Para qué apurarse?
En esta ocasión cabe preguntarse si la jefa hará un anuncio, o si un pre candidato hará el suyo y Ella luego sumará algún comentario alentador. O si no dice nada de nada a la espera de cómo impacta en el propio electorado. Porque hacer un anuncio significa generar la noticia del madrinazgo, pero también pagar los costos por ello, como ahora le sucede con el experimento Alberto. Por eso, esta vez es muy probable que actúe distinto.
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Pues el de este jueves fue un acto simbólicamente importante para su militancia, pero que no trajo ninguna novedad política. Qué piensa Cristina de la Corte, del Fondo, del gobierno de Macri, de sus diferencias con Alberto, etc. es bien sabido. El aniversario de los 20 años de inicio del mandato de Néstor –y los 50 de la asunción del “Tío” Cámpora, inspirador de la agrupación kirchnerista- no podían quedarse sin un festejo, aunque haya sido pasado por agua (¿una metáfora del presente?).
Quizá lo más relevante del acto haya sido que arriba del escenario estuvo el pre candidato –¿y el compañero de fórmula?- preferido por CFK. En esta semana corta lo más sustantivo fueron las operaciones y especulaciones entre los personajes con aspiraciones a representar al astillero del Titanic en la próxima elección presidencial. En este marco los jugadores mueven sus fichas, algunos más explícita y temerariamente.
Esta semana se conocieron los spots de Scioli y de Wado de Pedro. El ex gobernador movió con dos piezas publicitarias: una más arriesgada con cumbia y hablando de “El Pichichi” –con muchas alusiones a su trayectoria y su personalidad- y otra más clásica hablando a cámara pidiendo que haya primarias, apertura, diálogo, haciendo fe eterna de su tono moderado. Ninguna gran novedad conceptual que provoque conversación ciudadana, sobre todo teniendo en cuenta que el motonauta registra muy poca intención de voto. En general, se lo ve en los focus como un personaje al que se le pasó el cuarto de hora, que nunca tuvo gran carácter ni liderazgo, todo lo contrario a lo que está reclamando la mayoría social luego de atravesar la experiencia de un Alberto sin capital político propio. Ni siquiera se destaca en el segmento de quienes votaron al Frente en 2019. Es claro que su vocación moderada y centrista ya no le ayuda.
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El ministro del interior puso en circulación un video de tono emotivo clásico, mostrando imágenes de un amanecer, con diferentes paisajes y actividades identificativas de la Argentina. Se escuchan las voces de Néstor y Cristina en off sobre la generación diezmada, y luego una locutora hablando sobre quién tomará la posta del proyecto político, mientras van apareciendo imágenes del funcionario a partir de la mitad de la pieza. Su slogan es “esto recién empieza”, como si no hubiesen pasado 20 años de vigencia del kirchnerismo.
Wado tiene la desventaja de ser una figura mucho menos conocida que Massa, Scioli o Kicillof, y de ser solo la voz de la jefa, más allá de su tono moderado. Sin embargo, tiene la ventaja de ser fresco, nuevo, transmitiendo que hay una renovación en marcha, recambio interno, y una nueva generación que tome la posta de Néstor y Cristina. Eso hace que en el público oficialista rankee mejor. Siempre es preferible perder con alguien nuevo que con alguien gastado.
Ambos son videos para elevar sus respectivas visibilidades y así crecer en intención de voto hacia mediados de junio, de modo de poder condicionar sobre todo a Cristina respecto a qué vale la pena hacer: con candidato único o con competencia interna. Al margen de la discusión habrían quedado Manzur y Capitanich, sumado a la intrascendencia de Rossi: el interior federal vuelve a quedarse sin prospectos, reconfirmando la “ambarización” de la política argentina.
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Paralelamente a esos videos, Sergio Tomás Copperfield juega fuerte al ajedrez de partidas simultáneas y al límite de la ruptura, con la tensión propia de quien no le tiene miedo al riesgo (y lo disfruta). Todas sus opciones están abiertas: romper, seguir, ser, no ser, competir o no. Entre el ruego al salvoconducto del FMI y la necesidad de darle un par de semanas a los aspirantes para ver quién se destaca más en las encuestas, sería raro que tengamos novedades antes del 10 al 14 de junio. Por esa fecha, nuestros amigos de Washington algo podrían definir y el 14 se inscriben frentes electorales.
Queda un personaje más en este juego, cuya carta de negociación es el adelantamiento en su propia elección, lo que puede hacer estallar las apuestas de todos los demás. Si bien eso tiene sus vericuetos, Kicillof es otro referente que llegó exclusivamente por decisión de Cristina, no tiene poder propio, pero su firma tiene un valor estratégico. Igual que Alberto.
¿Se cumplieron 20 años o se cumplieron 50? Si es lo segundo, volvemos a tener otro presidente sin poder propio, dependiente del líder fuerte del momento. Si es lo primero, es el aniversario de un presidente que llegó con poco poder propio, dependiente de un líder fuerte. Extrañas coincidencias.