Por Martín González @gonzalezmarjavi
“¡Hola! Llegó la hora, el minuto, segundo, instante… Supongo que tienen sed, Soda Stereo, Buenos Aires, Argentina”. Con estas palabras, Gustavo Adrián Cerati saludaba a las setenta mil personas que habían colmado el estadio de River Plate. Verían por última vez a la banda de rock en castellano más importante del continente americano.
Era el 20 de septiembre de 1997. La separación real del grupo se fue dando durante un proceso que duró unos años (desde el interrumpido tour presentación de Dynamo, en 1993, hacia adelante). La aceptación que dio Cerati para hacer una mini gira de despedida le ponía una fecha final de existencia como tal a la banda. El tour El último concierto era el último capítulo de una historia que había empezado allá por 1982. Un joven Charly Alberti conoció en la pileta de natación del propio club River Plate a Laura, la hermana menor de Gustavo Cerati. El resto es bien conocido y relatado hasta el infinito: el contacto telefónico entre Charly y Gustavo vía Laura, la afición en común por The Police y, finalmente, la primera reunión en persona entre ellos dos junto a Zeta Bosio, en la casa del baterista.
El público sodero, por su parte, recibió en general de buena manera la posibilidad de verlos en vivo por última vez. Esos seis shows, que pudieron ser muchos más si no hubiesen rechazado ofertas de distintos países que también querían ser sede de la gira de despedida, se desplegaron durante cuatro fines de semana consecutivos entre el 30 de agosto y el 20 de septiembre. Quedaría a modo de bonus track la publicación final de dos discos en vivo para diciembre de ese mismo año (El último concierto A y El último concierto B), junto a la emisión de un especial exclusivo de la gira. El mismo lo estrenó la señal de cable HBO.
Los registros son hoy fácilmente ubicables. Incluso, ocho años después, en 2005, se publicó el demorado El último concierto C. Un DVD con el registro de casi todo el set list de aquellos recitales (23 de las 27 canciones), un breve documental y una entrevista al recordado Alfredo Lois, compañero de facultad de Gustavo y Zeta, y quien fuera en realidad el verdadero cuarto Soda, a cargo de la dirección de imagen del grupo. Pero mientras no se invente una tecnología que pueda capturar la vivencia personal de los seres humanos, algo más podrá decirse por medio de la escritura sobre aquella noche húmeda que comenzó en invierno y finalizó en primavera.

“¿Están preparados para una noche larga?”, preguntó Cerati casi al final del primer tema de aquel 20 de septiembre: la enorme (En) la ciudad de la furia. El “¡sí!” inmediato del público no hacía presagiar lo que sucedería después: gran banda en vivo con excelentes músicos invitados, aceptable puesta en escena para la época, inolvidables e inoxidables canciones, pero algo de ese furioso ida y vuelta que siempre existió entre los Soda y su público parecía por momentos estar desconectado. Hoy se diría que durante algunos lapsos, el recital sufría de baja señal. Quizás haya sido el estado emocional confuso que todos los presentes vivimos esa noche. No se trataba de una celebración como lo fue después, durante el regreso de 2007. No. Se trataba de una separación la que nos juntaba a todos los presentes allí. La integración de la lista de temas tampoco ayudó mucho. Solo dos canciones del primer y segundo disco (Soda Stereo y Nada personal), tres del tercero y del cuarto (Signos y Doble vida) y el resto –nada menos que 17- de los noventa en adelante: ocho de Canción animal, una de Rex Mix, tres de Dynamo, cuatro de Sueño Stereo y una de Comfort y música para volar (el no unplugged para la MTV, que se editó originalmente en 1996 con cuatro temas inéditos en estudio). Eran tiempos donde Cerati no estaba muy dispuesto a recordar sus primeros pasos en la música. Faltaron clásicos de la primera época como Te hacen falta vitaminas, Nada personal, Danza rota, Prófugos o Picnic en el cuarto B. He aquí otra gran diferencia con respecto a la vuelta de 2007, donde el líder de Soda Stereo, ya consolidado como solista gracias a la muy buena repercusión de Ahí vamos (2006), se mostraba totalmente reconciliado con esos primeros discos de Soda.

Con el segundo tema de la noche, el frontman daba la bienvenida al rito, pero en verdad nadie que estuviera presente en ese momento había experimentado antes algo parecido a lo que estaba viviendo: se trataba del final de Soda Stereo. Como contrapartida a esa amarga sensación, una sucesión inicial de contundentes canciones: a (En) la ciudad de la furia y El rito le siguieron Hombre al agua, (En) el séptimo día, Canción animal y Juego de seducción. Pero cuando por momentos parecía que lográbamos dejar de lado los tristes motivos de por qué estábamos allí, la lista cortaba la sucesión celebratoria y nos daba margen para que nuestra cabecita vuelva a pensar acerca de la amarga sensación de ruptura de nuestra banda favorita.
A la caliente Juego de seducción le seguía la melancolía con Corazón delator; al ritmo latino -con la percusión de Andrea Álvarez- de Lo que Sangra (La Cúpula), le continuaba la versión remozada y acústica de Signos; a la festejadísima y enérgica Sobredosis de TV -con la guitarra al palo de Richard Coleman-, le sucedía la balada con encendedores encendidos (todavía no había llegado el tiempo de los celulares) de Trátame suavemente. No es que los temas más tranquilos estuviesen mal, todo lo contrario, de hecho, por ejemplo, la interpretación de Signos fue exquisita, sino que el problema parecía radicar en su intercalación uno a uno con los temas más explosivos, obturando de esta manera la posibilidad de terminar de desatarnos por completo, arrojados al ritmo del cuerpo. La ecuación parecía ser la siguiente: un tema para levantar la patita y al siguiente uno para quedarse más bien en modo contemplativo. Así varias veces.

En el medio de ese torbellino de emociones quedó guardado el registro de toda una declaración de principios del líder de Soda Stereo: antes de arrancar con Paseando por Roma, evocó a uno de sus héroes desde siempre, Luis Alberto Spinetta, con una de sus frases antológicas: “Mañana es mejor”. La trayectoria de Cerati como solista, con las siguientes publicaciones de Bocanada (1999), Siempre es hoy (2002), el ya nombrado Ahí vamos (2006) y Fuerza natural (2009), atestiguan que aquella frase no fue de ocasión, sino premonitoria.
En el medio, algunas perlitas más: Antes de iniciar Ella usó mi cabeza como un revolver, Cerati afirmó: “La culpa es de ella, de ella” y el público rápidamente respondió: “Hija de p.., hija de p…”. Y un momento de profunda emoción se vivió cuando el cantante quedó solo en el escenario, con una guitarra acústica, para interpretar la sentida Té para tres. Una vez consumada la canción, el cantante y guitarrista dijo “esto es para mi papá” (en la edición final del cedé se publicó el registro de Chile, donde dice “ustedes saben que ésta también es mi casa”).
Con Disco eterno, el recital entró en una especie de trance electrónico, con una bella sucesión que desembocó en un clima netamente floydiano: pequeñas luces flotando dentro del escenario, iluminadas desde atrás en lugar de hacerlo de frente, y que conjugadas con el humo generaban una impresión de estar viendo una gran pantalla de cine, por momentos un gran bosque, una especie de telón tridimensional que junto con la música de Planeador generaba un estado de hipnosis masivo. Sin dudas, se trató del momento visual más logrado de todo el concierto y de alguna manera era como si nos diera a los presentes el privilegio de mostrarnos una pequeña dosis de lo que hubiese sido el Soda Stereo del futuro, ese que nunca llegó porque justamente esa jornada estaba terminando.
Claro, esto era El último concierto. Entonces, para la arremetida final el trío cambió de marcha y ejecutó tres de sus canciones más celebradas: Cuando pase el temblor, Persiana americana (con Fabián Von Quintero de invitado) y Un millón de años luz. “No vuelvas sin razón”, nos marcaba Cerati como preludio de lo que serían unos primeros años post Soda. Parte del público y de la prensa le insistía en que regrese con su histórica banda. Otra parte de su fiel público le expresaba gratitud por las nuevas obras que seguía creando en esta oportunidad ya como solista.
Con la primera tanda de bises volvió el clima hipnótico gracias a la floreciente En remolinos. Habiendo pasado ya las 12 de la noche, la celebración del inicio de la primavera con…Primavera 0.
Para la segunda tanda de bises, luego de iniciar con Cae el sol llegó el cierre perfecto. No me refiero al famoso “Gracias totales”, sino a la introducción de su mayor hit de estadios, De música ligera. Eso luego daba lugar a poder subrayar una frase que marcaba conceptualmente el estado de situación de la banda: ese alargado “Nada más quedaaa” era la síntesis perfecta con la cual el público sodero caía en la cuenta que poder decir adiós a su banda favorita era crecer.

DATOS Y CURIOSIDADES:
La lista completa del recital en el estadio de River Plate: Intro con imágenes en pantalla y música instrumental de la versión publicada en Rex Mix de En camino, 1) (En) la ciudad de la furia, 2) El rito, 3) Hombre al agua, 4) (En) el séptimo día, 5) Canción animal, 6) Juego de seducción, 7) Corazón delator, con Daniel Sais en teclados como invitado, 8) Sueles dejarme solo, 9) Paseando por Roma, 10) Lo que sangra (La Cúpula), con Andrea Álvarez en percusión como invitada, 11) Signos, 12) Zoom, 13) Ella usó mi cabeza como un revólver, 14) Disco eterno, 15) Planeador, 16) Luna roja, 17) Té para tres, 18) No necesito verte (para saberlo), 19) Sobredosis de TV, con Richard Coleman como guitarrista invitado, 20) Trátame suavemente, 21) Cuando pase el temblor, 22) Persiana americana, con Fabián Quintero como invitado en teclados, 23) Un millón de años luz. Bises 1: 24) En remolinos y 25) Primavera Cero. Bises 2: 26) Cae el sol y 27) De música ligera.
Fechas de la gira: 30 y 31 de agosto: Palacio de los Deportes en Ciudad de México. 2 de septiembre: Auditorio La Fundidora en Monterrey, México. 6 de septiembre: Estacionamiento de El Poliedro, en Caracas, Venezuela. 13 de septiembre: Estadio Nacional, en Santiago de Chile. 20 de septiembre: Estadio de River Plate, Buenos Aires, Argentina.
Entre los teloneros, se destacaron las presencias de Julieta Venegas en México, Aterciopelados en Venezuela y Avant Press (con un joven Leo García) en Argentina.
Para esta gira, Soda Stereo estuvo acompañado por tres músicos invitados permantes: Tweety González (teclados y programación), Alejandro Terán (saxo tenor, viola, guitarra y percusión) y Axel Krygier (flauta traversa, saxo barítono, teclados y percusión).
En River Plate, cuatro músicos de formaciones anteriores estuvieron presentes en el escenario: Daniel Sais (teclado en Corazón delator), Andrea Álvarez (percusión en Lo que sangra (La Cúpula), Richard Coleman (guitarra en Sobredosis de TV) y Fabián Von Quintero (teclados en Persiana americana). Estas versiones no fueron publicadas en las ediciones de El Último Concierto A y El Último Concierto B.
En diciembre de 1997, se publicó en formato de cd y cassette el registro de “El Último Concierto A” y “El Último Concierto B”, con 11 canciones cada uno. Una de ellas, Claroscuro, en realidad no corresponde a esta gira, sino que se grabó en marzo de 1996 en Miami, EEUU, cuando llevaron adelante el último show del tramo norteamericano del tour presentación de Sueño Stereo.
En septiembre de 2005, se publicó “El Último Concierto C”, que es la edición en DVD de aquella histórica gira.