Al menos ocho de cada diez personas que residen en la Ciudad de Buenos Aires dicen que padecieron algún efecto adverso a causa del ruido. Otros ocho de cada diez afirman haber tenido que interrumpir alguna actividad diaria por ruidos molestos. Así lo dijo la jefa de Audiología del Hospital de Clínicas, Mirta Sterin, quien indicó se trata de una problemática común a las grandes urbes.
“El ruido es un contaminante ambiental que se convierte en un factor de riesgo para la salud auditiva. El impacto negativo que el ruido tenga en nuestra audición depende de la combinación de tres factores: duración, frecuencia e intensidad del estímulo. De aquí el impacto del ruido ambiental presente en las grandes ciudades, ya que como ciudadanos estamos expuestos a altas intensidades de ruido durante tiempos muy prolongados”, explicó Sterin.
Según la OMS, el ruido es altamente perjudicial y es el factor ambiental que provoca más alteraciones en la salud después de la contaminación atmosférica.
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Entre los principales problemas que conlleva se incluyen los relacionados a la pérdida de audición (sensación de “oído ocupado o tapado”, zumbidos y disminución de la sensibilidad auditiva), factores psicológicos (estrés, ansiedad, irritabilidad y depresión) y fisiológicos (alteración de la frecuencia cardíaca y respiratoria, afectaciones de sueños y partos prematuros).
Según informó el centro de salud, la encuesta realizada por la Fundación Ciudad también arrojó que el ruido impacta en la calidad de vida general (84%), en el humor y el estado de ánimo (87%) y en la salud física (73%) de las personas.
Además, la contaminación sonora está entre los cinco principales problemas mencionados por las personas que residen en la ciudad y la opinión mayoritaria es que se trata de un problema en aumento.
La especialista precisó que “la OMS recomienda que los niveles de ruido durante el día no excedan los 55 decibeles y un valor máximo nocturno de 40 decibeles. El mapa de ruido de la Ciudad de Buenos Aires evidencia que amplias zonas de la capital portan un nivel de ruido mayor a 75 decibeles”.
Y añadió que “debemos informarnos, cumplir y hacer cumplir las normas vigentes como la Ley de Control de la contaminación acústica (Ley 1540), y fomentar políticas educativas que promuevan conciencia social sobre las verdaderas consecuencias, muchas veces irreversibles, que genera la exposición al ruido”.
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De manera individual, la especialista instó a “estar atentos al uso de dispositivos de audio, como los auriculares (cualquiera que sean) y teléfonos, sobre todo cuando estos se usan en ambientes ruidosos”. “Solemos usar auriculares o hablar por teléfono caminando por la ciudad e intentando tapar el ruido ambiente con el sonido del dispositivo, pasando inadvertido el daño que le podemos causar a nuestra audición con las altas intensidades”, explicó.
Respecto a cuándo se debería hacer una consulta, la profesional indicó que lo ideal es asistir a un servicio de otorrinolaringología de forma periódica para monitorear el estado de nuestro sistema auditivo y así prevenir o detectar tempranamente cualquier alteración.
“Por otro lado, es conveniente realizar una consulta cuanto antes en el caso de detectar alguno de los síntomas antes mencionados. Entre ellos se destacan el zumbido en los oídos y la disminución en la inteligibilidad del habla en ambientes adversos. La discriminación auditiva es la primera en afectarse cuando nos exponemos al ruido, ya que las frecuencias agudas –con mayor influencia en la discriminación– son las que reciben el mayor impacto”, concluyó.