Por MICHELLE TAIAH / Integrante de Jóvenes PRO Capital
Como joven militante política me resulta hasta “hartante” la famosa grieta. Como generación, estamos cansados. Los hijos de la democracia, como nos llaman a los que nacimos después del 83, nos criamos en un país donde sabemos que cuidar la democracia y la república es fundamental, pero también en un país donde la palabra política siempre tiene una connotación negativa y viene acompañada de un adjetivo calificativo negativo. La división, en vez de “de poderes”, es de partidos. Estas con uno o estás con otro, es blanco o negro, el gris no existe.

Nosotros, nuestra generación, tiene la oportunidad y la responsabilidad de no seguir arrastrando por siempre esta división. Hoy son varias las banderas que nos unen más allá de nuestro origen político y esa grieta, que detestamos, queda completamente a un lado cuando se trata de defender nuestro futuro. No quedan dudas que todas y todos estamos de acuerdo en que queremos vivir en un mundo donde: ser mujer o varón no nos posicione en lugares distintos, donde encontrar el primer empleo no sea una odisea, donde hablar de un ambiente sustentable sea normal y no una lucha, donde la diversidad no se cuestione y donde haya igualdad de oportunidades sin importar donde nacimos. Construir puentes, fomentar los vínculos interpartidarios, hacernos cargo de buscar y trabajar los puntos de consenso nos van a permitir, no solo un futuro mejor, si no una reconciliación de la sociedad con la política.

La pandemia dio una foto que todos celebramos, una foto que daba una imagen de “país normal”. No era ni más ni menos que oficialismo y oposición trabajando de manera conjunta un problema que nos atravesaba a todos como sociedad. Para esa foto no solo se necesita voluntad si no también creer, como lo hace Horacio Rodriguez Larreta, que muestra todos los días que su forma de gobernar es construyendo puentes y generando consensos. Y en esta pandemia, nosotros, los jóvenes, los pibes y las pibas, estuvimos presentes una vez más, poniendo el cuerpo y el corazón. En las Unidades Febriles de Urgencia, en las postas de prevención en los barrios populares, acompañando a los más vulnerables en los Centros de Inclusión Social, en los operativos DetectAr, ayudando a los adultos mayores a que pasen este momento de la mejor manera posible.
Estamos ante una oportunidad histórica, romper con la lógica de la construcción política vista solamente como el enfrentamiento de unos contra otros. Lejos de las miradas de adultos donde nosotros somos algo incomprensible, algo que solo genera ruido, en la pandemia fuimos y somos quienes le ponemos el cuerpo. Depende de nosotros asumirnos como protagonistas del presente, construir los vínculos interpartidarios que nos permitan trabajar en conjunto y entender que de esos consensos no solo van a surgir oportunidades en nuestro futuro sino también una dirigencia política más sana.