La Ciudad de Buenos Aires perdió su faceta rural hace muchos años. Sin embargo, aún quedan sectores que recuerdan a la vida en el campo. Uno de ellos es la Casona de los Olivera: el único casco de estancia que se conserva en la ciudad.
Esta enorme vivienda le perteneció a Domingo Olivera, quien adquirió un terreno de 1.200 hectáreas en 1828 y diez años después completó el diseño de la mansión, que aún permanece en el lugar.
Entonces, a pesar de que el paisaje ha cambiado en gran medida, la Casona de los Olivera sobrevivió al paso del tiempo y se mantiene como un punto de reunión entre la historia, la cultura y la naturaleza.
SU HISTORIA
Domingo Olivera, que llegó a la Argentina desde Ambato, Ecuador, adquirió este importante predio en un remate, ya que, según su punto de vista, se destacaba por su fertilidad y tamaño.
Por lo tanto, luego de construir la Casona de los Olivera (que originalmente se llamaba “Chacra de los Remedios”) utilizó su propiedad para crear un centro de explotación y experimentación ganadera y agrícola.
Y, a pesar de que Olivera falleció el 3 de mayo de 1866, la propiedad mantuvo su estilo durante muchos años más, a pesar de que las autoridades de la ciudad compraron 30 hectáreas del predio original en 1912.
LA DIVISIÓN DE LOS TERRENOS
Como hemos mencionado, el predio de la Casona de los Olivera se fragmentó en 1912 con la intención de crear un parque público de grandes dimensiones que se llamó “Domingo Olivera” hasta 1917, cuando adquirió el nombre “Nicolás Avellaneda”.
Este pulmón de la ciudad, que cuenta con 120 especies de árboles, 36 de arbustos y al menos 20 de aves, permanece hasta la actualidad como un sitio muy frecuentado por vecinos y turistas de todo el mundo.
Por otro lado, la mansión de los Olivera también se sometió a numerosos cambios ya que se convirtió, durante pequeños periodos, en un espacio académico. Es decir, allí funcionó la Escuela Técnica Casal Calviño (hoy en Lacarra 621) y luego abrió sus puertas la Escuela de Aprendices Manuel Belgrano.
Finalmente, luego de entrar en estado de abandono, la Casona de los Olivera se restauró y permanece abierta al público, dado que en su interior funciona el Centro de Exposiciones de Arte Contemporáneo, dentro del Espacio Cultural Chacra de los Remedios.
ATRACTIVOS HISTÓRICOS DE PARQUE AVELLANEDA
Al momento de conocer la Casona de los Olivera, es muy importante apreciar su diseño, que incluye dos torres, una terraza amplia, galerías, arcos y los mascarones en su fachada.
Además, también hay quienes deciden investigar sus leyendas, así como también la historia de los túneles que habrían sido construidos por debajo de la mansión para mantener una conexión subterránea con otras viviendas de la época.
Por último, si bien la Casona de los Olivera tiene un gran protagonismo, quienes viajen hasta el Parque Avellaneda para conocerla, también deben tener en cuenta que en el predio hay otros atractivos históricos y turísticos como, por ejemplo:
El antiguo tambo – Construcción de 1913, diseñada con un techo a dos aguas, que funcionó como un sistema de refrigeración. Según los expertos, las instalaciones podían conservar hasta 1.000 litros de leche durante 36 horas.
El vivero – Un predio de seis hectáreas, diagramado en 1917, donde se cultivan flores y árboles hasta la actualidad.
Natatorio – Fue el primer natatorio público de la Ciudad de Buenos Aires, que abrió en 1923. Allí funcionó, durante décadas, una colonia de vacaciones para niños.
El Expreso Alegría – Un curioso servicio ferroviario turístico, que fue inaugurado en 1929 y realizaba un viaje entre el Jardín Zoológico Municipal de Buenos Aires y el Parque Avellaneda.