Por Javier Vázquez / Sociólogo, especialista en desarrollo sostenible
En los últimos días han surgido rumores y entredichos sobre la posibilidad de un recambio en las autoridades de la Secretaría de Energía de Nación. Más allá del folklore de los medios y los twits, este run-run nos trae a reflexionar cuál es el modelo energético que se prevé para los próximos años y décadas en el país, y si el mismo tendrá el rol que se espera frente al desafío del Cambio Climático.
En la Argentina el 52% de los gases de efecto invernadero se producen por nuestra matriz energética, es decir, por la manera en que generamos energía. Porque el casi el 75% se origina de fuentes fósiles (gas, diesel y carbón) y a pesar de los esfuerzos y éxitos realizados años anteriores, con 6.000 MW de energías renovables adjudicados, solo estamos cubriendo el
8% de la demanda nacional. Teniendo en cuenta que la ley Ley 27.191 (votada por unanimidad en diputados y senadores) establece como objetivo lograr una contribución de 20% de fuentes renovables para 2025 queda mucho por desarrollar en muy poco tiempo.

Es importante entender que el “ciclo de proyecto” (desde que se consigue un campo hasta que se comienza a generar energía) de un parque eólico o fotovoltaico promedia entre 5 a 8 dependiendo de la tecnología, la ubicación y la logística; esto quiere decir que estamos con menos de un ciclo para lograr la meta de 2025, y con solo un ciclo de proyecto para logar la otra meta que es llegar a 2030 al 25% de la matriz energética de fuentes renovables.
Por otro lado, esto no solo es un logro en materia climática, ya que disminuye las emisiones totales de la Argentina en relación a los compromisos internacionales asumidos en la COP21 de París. Sino que a su vez genera miles de puestos de trabajo e inversión genuina privada a
nivel federal dadas las condiciones óptimas de nuestro país para desarrollar estas tecnologías.

Es preocupante ver anuncios sobre la reactivación y fuertes inversiones públicas en la explotación de yacimientos carboníferos como logros de una política energética de soberanía, siendo incoherentes con los tiempos que vivimos. Mientras que el Secretario General de ONU hace pocos días definió “la inversión en combustibles fósiles es dinero tirado a la basura”, en Argentina no hay señales ni planes para dar continuidad al desarrollo de las renovables (una política energética enmarcada en la ley) y preocupa que las señales de el esfuerzo del Estado estén en impulsar el carbón en desmedro de las renovables. Estamos yendo en la dirección equivocada, desde lo económico, desde lo social y desde lo ambiental.
El desafío del Cambio Climático nos interpela a todos como sociedad, y es una agenda que de manera muy activa llevan los y las jóvenes de todo el mundo. Enfrentar esta crisis requiere que la ciudadanía reclame por mejores políticas climática y pida planes acordes con los compromisos internacionales. En estos días se está cuestionando exportaciones de manzanas de Brasil a la Unión Europea porque provienen de campos deforestados de la Amazonía.
Como argentinos debemos reclamar mejores políticas energéticas, a la altura del contexto nacional y mundial, en línea con los desafío de hoy pero también de mañana.
Y la política debe dejar de proponer nombres y comenzar a proponer planes e ideas.