Por DANIEL RODEGHIERO / Director de Sección Ciudad y consultor en comunicación @danielrodeghiero

De día, el barrio porteño de San Nicolás es un hervidero. Millones de personas transitan por sus calles, entre el ritmo frenético de la city, la oferta teatral de la Avenida Corrientes y el pulso político de la Plaza de Mayo. Pero al caer la noche, la zonao sufre una metamorfosis radical. El silencio en muchas de sus calles internas se vuelve sinónimo de temor, y la vibración diurna da paso a una sensación de abandono que sus habitantes y comerciantes padecen desde hace años.

A LA NOCHE, LLEGA LA INSEGURIDAD
La inseguridad, especialmente en las calles internas durante la noche y los fines de semana, es el reclamo más urgente. El vaciamiento de la zona tras el horario de oficina genera un entorno propicio para arrebatos y robos, mientras que la problemática de las personas en situación de calle es una constante.
“De día es imposible caminar por la cantidad de gente, de noche es imposible por el miedo. Cierran los negocios a las siete de la tarde y esto se convierte en una boca de lobo. Las peatonales como Lavalle quedan a oscuras, y aunque llames a la policía por algún problema, la respuesta no siempre es rápida. Nos sentimos desprotegidos”, relata Marta, quien vive en un departamento sobre la calle Tucumán desde hace más de 30 años.
Fuentes del Ministerio de Seguridad de la Ciudad de Buenos Aires han afirmado en distintas ocasiones que “se ha reforzado el patrullaje en el Microcentro con mayor presencia de personal y el monitoreo constante a través del anillo digital y las cámaras de seguridad”. Sin embargo, la percepción de los vecinos en las calles menos transitadas no siempre refleja ese aumento de la vigilancia.

EL BARRIO DEL RUIDO
Para quienes viven o tienen un comercio en San Nicolás, el ruido es una banda sonora incesante. El barrio es el epicentro de las manifestaciones sociales, lo que se traduce en cortes de calle, bombos y cánticos que paralizan la actividad varias veces por semana.
“Es muy difícil explicarle a un turista por qué no puede salir del hotel o por qué hay una manifestación bloqueando la Avenida 9 de Julio. El ruido y los piquetes son el pan de cada día y afectan directamente nuestra actividad. A eso hay que sumarle las sirenas, el tránsito y el ruido de los locales nocturnos. Vivir y trabajar aquí requiere una paciencia infinita”, comenta Javier, gerente de un hotel sobre la Avenida Corriente.

LA ESPERADA RECONVERSIÓN DEL MICROCENTRO
La pandemia aceleró una tendencia que ya se venía gestando: el vaciamiento de oficinas. Para contrarrestarlo, el Gobierno de la Ciudad impulsa desde hace años un ambicioso Plan de Reconversión del Microcentro, buscando transformar edificios de oficinas en viviendas a través de incentivos fiscales y créditos.
Desde el Ministerio de Desarrollo Económico porteño, a cargo de Hernán Lombardi, defienden la iniciativa. “Estamos convencidos de que la transformación del Microcentro es el camino correcto. Fomentar una mixtura de usos traerá más vida, movimiento y seguridad a la zona las 24 horas. Es un proceso a largo plazo, pero los resultados ya empiezan a verse con nuevos proyectos residenciales y gastronómicos“, señalan a SECCIÓN CIUDAD.
Sin embargo, desde la oposición política son más escépticos. “La reconversión avanza a paso de tortuga y no ataca los problemas de fondo. No alcanza con dar créditos para remodelar oficinas si no se garantiza seguridad, limpieza y una oferta de servicios públicos, como escuelas o centros de salud, para las nuevas familias que se muden. Hoy, el Microcentro sigue teniendo muchos locales vacíos y una sensación de abandono en varias de sus calles”, afirman los miembros de la oposición de la Junta Comunal 1.
Mientras tanto, los casi 30 mil vecinos de San Nicolás y los comerciantes que apuestan por el barrio conviven con esta dualidad. Son el corazón de una de las ciudades más importantes del mundo, pero reclaman una atención que vaya más allá de las postales turísticas: piden seguridad para caminar de noche, calles más limpias y un entorno donde el ruido no sea la norma. En definitiva, luchan por un barrio que no solo sea un lugar de paso, sino también un lugar para vivir.