Inseguridad, basura y ruidos: Vecinos de Palermo denuncian que “la calidad de vida está en jaque”

Por DANIEL RODEGHIERO / Director de Sección Ciudad @danielrodeghiero

El barrio más grande y cotizado de Buenos Aires es un imán para el turismo, la gastronomía y la vida nocturna. Sin embargo, para quienes viven allí, el “éxito” se ha convertido en una fuente de ruido, caos, basura y una creciente sensación de abandono. Los vecinos denuncian que la calidad de vida está en jaque.

Palermo ya no es solo un barrio, es una marca. Palermo Soho, Hollywood, Queens, Chico; sus subdivisiones son sinónimo de vanguardia, diseño y entretenimiento. Pero detrás de la fachada de modernidad y los locales de moda, se esconde una realidad cada vez más insostenible para sus habitantes. El crecimiento descontrolado, la falta de planificación y la ausencia de controles efectivos han transformado la vida cotidiana en una carrera de obstáculos.

“Vivir en Palermo pasó de ser un sueño a una pesadilla de fin de semana”, sentencia Carla Rodríguez, vecina de la zona de Plaza Serrano desde hace más de 20 años. “De jueves a domingo, esto es un boliche a cielo abierto. La música de los bares retumba hasta las cuatro de la mañana, las veredas se vuelven intransitables por las mesas y la gente que bebe en la calle, y a la mañana siguiente el panorama es desolador: botellas rotas, suciedad y un olor nauseabundo”.

LA NOCHE QUE NO DEJA DORMIR

La nocturnidad es, quizás, el reclamo más unificado de los vecinos. La proliferación de bares, cervecerías y locales bailables ha saturado zonas residenciales, generando un conflicto de convivencia que parece no tener solución.

“No estamos en contra del progreso, pero debe haber reglas claras. No se puede habilitar un local con música en vivo al lado de un edificio de viviendas sin ningún tipo de aislación acústica”, reclama un integrante de la Asociación Vecinal Palermo Soho. Desde la agrupación afirman que realizan denuncias constantes a la Agencia Gubernamental de Control (AGC), pero que “las multas parecen ser un costo más del negocio para los empresarios, no un disuasivo”.

Desde la oposición en la Legislatura porteña también se han hecho eco del problema. “La gestión de la Ciudad prioriza la recaudación y el negocio de unos pocos por sobre el derecho al descanso de los vecinos”, ha señalado en repetidas ocasiones el legislador de Unión por la Patria Juan Manuel Valdés. “Faltan inspectores y falta la decisión política de ordenar el espacio público pensando en el que vive y no solo en el que consume”.

CEMENTO SIN CONTROL Y SERVICIOS COLAPASADOS

Paralelamente al boom gastronómico, Palermo vive una explosión inmobiliaria. Las antiguas casas chorizo son demolidas para dar paso a torres de departamentos que densifican la población a un ritmo vertiginoso, pero la infraestructura de servicios no acompaña.

“El nuevo Código Urbanístico permitió una construcción desmedida sin prever el impacto en los servicios públicos, que siguen siendo los mismos de hace 50 años”, analiza el arquitecto y urbanista Martín Gómez. “El resultado es evidente: cortes de luz frecuentes, problemas de presión de agua y un sistema cloacal que no da abasto. Se construye para el negocio, no para la ciudad”.

Esta transformación también ha impactado en la identidad del barrio. “Están destruyendo el patrimonio arquitectónico y cultural. Palermo está perdiendo su alma para convertirse en un conglomerado de edificios genéricos sin espacios verdes“, lamenta Javier, un comerciante de la zona que vio cómo la cuadra donde creció fue reemplazada por torres.

INSEGURIDAD Y BASURA: LA POSTAL DEL DÍA DESPUÉS

El cóctel de nocturnidad y alta densidad de población deriva en otros dos problemas crónicos: la basura y la inseguridad. Los contenedores desbordados son una imagen habitual, especialmente los lunes por la mañana.

Consultado sobre la problemática del orden en la vía pública, el jefe de Gobierno Jorge Macri ha insistido en que es una de sus prioridades. “Estamos trabajando para ordenar la Ciudad. Eso implica reforzar la presencia policial en las calles y optimizar los servicios de higiene urbana. Queremos que los vecinos recuperen la tranquilidad y disfruten de su barrio”.

Sin embargo, para muchos esa tranquilidad aún no llega. “Ya no es solo el ruido, es el miedo a salir de noche. Los arrebatos de celulares y los motochorros están a la orden del día, sobre todo a la salida de los bares cuando la gente está más distraída”, relata un vecino de la calle Fitz Roy en Palermo Hollywood.

Palermo vive una profunda paradoja. Es el motor económico y turístico de Buenos Aires, pero corre el riesgo de morir de éxito. El desafío para la gestión y para la propia comunidad será encontrar un equilibrio que permita la convivencia, preserve la identidad y garantice que el barrio más “cool” de la Ciudad también sea un lugar habitable para quienes lo llaman hogar.