Se realizó una nueva función de Stand Up Terapia con la participación de 14 personas arriba del escenario y una sala llena. Expusieron monólogos junto con risas y aplausos.
Los flamantes egresados del taller presencial de Stand Up Terapia se caracterizan por la diversidad y esa es su impronta grupal. Personas de todas las edades, géneros, realidades e ideologías conviven armónicamente y se unen a través de la palabra y la emoción. Y es justamente una suerte de positivo desborde emocional el que se puede vivir y sentir durante el desarrollo de la función. El compañerismo de los integrantes, del público como así también la identificación con este último, resulta evidente y sorprendente. Sin embargo, para el creador y coordinador de los cursos de Stand Up Terapia, Lisandro Gabriel Ramella, esto último no es algo extraño.
“Nuestro enfoque busca utilizar el humor como un canal para poder expresar lo que nos pasa y las emociones asociadas a eso. No usamos el humor como un tapón o un disfraz emocional. Por el contrario, nos permitimos hablar de cualquier cosa más allá de si es graciosa o si las emociones son positivas. El desafío está en poder construir algo gracioso usando la estructura de redacción del Stand Up más allá de que lo que este contando sea gracioso por si solo. Así, puedo contar algo que me produce enojo o frustración y sin embargo hacerlo con humor y ahí está la magia: si pasas por un curso de Stand Up Terapia vas a adquirir la habilidad de comunicar cualquier cosa con humor”, sostuvo Lisandro Ramella.
Lo que dice Lisandro queda evidenciado al escuchar los monólogos donde se manifiestan diferentes problemáticas relacionadas a la convivencia en pareja, el amor, la sexualidad, el trabajo, la salud mental y física. Leonardo Escalada, uno de los integrantes del grupo hablo con Sección Ciudad sobre su experiencia de cursado y sus emociones antes, durante y después de la función “Me inscribí a Stand Up solo por
curiosidad, quería gestionar mí ansiedad de alguna manera y gracias a Lisandro y al excelente grupo que se fue formando me sentí contenido 100% durante cada clase. Antes de subir al escenario quería salir corriendo, irme de la sala. Finalmente me pude subir y fue una experiencia maravillosa. Sin Lisandro y los chicos de Stand Up Terapia, jamás, me hubiese subido a un escenario a hacer mí monólogo”.
Algo que nos llama la atención es el grado de compañerismo, amistad y unión que se logra entre los integrantes de los cursos de Stand Up Terapia los cuales, al comenzar el taller son completamente desconocidos y al finalizarlo son amigos que se confían intimidades, organizan salidas, se dan consejos y se apoyan mutuamente con un grado de naturalidad, empatía e intensidad sorprendente. Al respecto Daiana Vázquez nos dice que “Por primera vez me siento parte de un grupo donde puedo ser Yo sin ser juzgada y trabajar mis dolores más profundos sintiéndome acompañada por personas grandiosas y valientes como Yo, pudiendo hablar de nuestros traumas y con estos hacer reír”. Cuando le consultamos a Lisandro sobre la unión e identificación que se logra entre los integrantes del grupo, nos comentó “La unión y el vínculo entre quienes hacen estos cursos es uno de los propósitos que se busca lograr. No es casual. Uno de los objetivos es que los integrantes se apoyen, se contengan y formen lazos de unión y amistad. Buscamos formar una comunidad, la Comunidad de Stand Up Terapia unida a partir de la palabra y la emoción. Es muy satisfactorio ver que las personas logran vínculos tan fuertes siendo que nunca antes se habían visto y que esos vínculos permanecen en el tiempo y además que logran un desarrollo personal y profesional. Tengo chicas que han realizado el curso el año pasado y siguen juntas dando funciones en múltiples salas de Buenos Aires y hasta con un programa de radio propio. Esos vínculos, ese desarrollo personal y profesional es un propósito fundamental del curso. Es por ello que no es solo Stand Up, esto es algo más, es Stand Up Terapia”.
Lo que dice Lisandro Ramella no solo queda reflejado en el escenario sino detrás del mismo en el apoyo existente en los camarines del teatro, en la identificación y el saludo con el público al finalizar la función y más aún, en que al terminar la misma, las quince personas que estuvieron arriba del escenario y alrededor de otras treinta personas más que son parte del público, se van a cenar y a festejar todos juntos. Es una cálida noche de sábado después de una función maravillosa en el barrio porteño de San Telmo, más que tentador para comer y tomar algo en alguna de sus históricas y turísticas veredas mientras se comparten las experiencias de la función y se piensa una nueva presentación, porque si en algo coinciden quienes han realizado el curso de Stand Up Terapia y cada una de las funciones es en repetir el curso.
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