La ciudad de Buenos Aires cuenta con una gran cantidad de cafés que han sido declarados “bares notables” por su historia y por haber sido lugares significativos para la cultura del país. Uno de ellos es el Café Margot, por cuyas mesas han pasado referentes del deporte y de las letras. Fue declarado Sitio de interés Cultural por la Legislatura porteña.
Desde 1904, en el barrio de Boedo, el Café Margot alberga todavía hoy el espíritu bohemio que lo caracterizó. Ubicado en la esquina de Boedo y San Ignacio, tiene el estilo tradicional de comienzos del siglo XX. Anteriormente, se llamó Confitería Trianón, que luego se mudó a un local cercano, y el Margot adquirió el nombre actual en 1994.
Fue construido por Lorenzo Berisso, un arquitecto italiano que también fue su primer dueño. En ese entonces, funcionaba como bar y almacén, tal como era habitual en la época. En la actualidad conserva su clásica ambientación con el mostrador de mármol y las sillas y mesas de madera que contrasta con las coloridas vitrinas repletas de botellas y sifones. Completan la escena las paredes decoradas con distintos cuadros y fotografías.
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El Café Margot fue lugar de encuentro de figuras legendarias o emblemáticas como el diputado Alfredo Palacios; los escritores Gustavo Riccio y Raúl González Tuñón; el “Mono” Gatica; uno de los boxeadores más importantes del país; el gran goleador, José Francisco Sanfilippo; el escritor Isidoro Blaisten, y Oscar “Ringo” Bonavena, verdadera leyenda de nuestro box.
Uno de los elementos destacados de la carta de este bar es el sándwich de pavita al escabeche que se elaboraba con la receta original de los propietarios de la década de 1940, Doña María y Don Gabino Torres. Al respecto, hay una anécdota que resalta el prestigio del café. En los años 50 Juan Domingo Perón circulaba por la avenida Independencia y, en determinado momento, le pidió a su comitiva que doblen por Boedo. Se bajó en la esquina de la calle San Ignacio y entró al bar para probar el famoso sándwich.