La Plaza Canadá, en el barrio de Retiro, es un espacio verde porteño que que resalta por su enorme tótem canadiense. Fue en su inauguración el 1 de julio de 1961 que el entonces embajador canadiense Richard Plant Bower mostró un gran interés en el suceso y decidió crear un monumento autóctono de su país para donarle a Buenos Aires.
Tras la solicitud de Plant Bower, los nativos del norte de la isla de Vancouver Henry y Tony Hunt tuvieron la misión de tallar una pieza de cedro rojo para crear una serie de figuras en madera que culminen en la creación de un tótem kwakiutl.
Según las normas a seguir, este monumento debía respetar la forma cilíndrica del tronco del árbol que le da origen y las figuras cromadas, que alternan tres colores (rojo, blanco y negro), se representaron en el siguiente orden descendente: un águila, un león marino, una nutria marina, una ballena, un castor, el ave caníbal hok-hok y un rostro humano que es del jefe de la tribu.
Finalmente, luego de seis meses de trabajo, la pieza de 20 metros y de cuatro toneladas de peso final se trasladó en barco hasta Buenos Aires en septiembre de 1964, para luego ser instalada e inaugurada a mediados de marzo de 1965 en el centro de la Plaza Canadá.
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Acto seguido, este enorme tótem canadiense se lució sobre una base de 1,50 metros durante los siguientes 43 años, hasta que en 2008 se tomó la polémica decisión de talarlo para someter la madera a un intenso trabajo de restauración.
Luego de ser talado, la Plaza Canadá de Retiro pasó cuatro años sin su tótem canadiense. Y, debido a que el proyecto de restaurar la pieza se canceló, desde Canadá aceptaron diseñar y enviar uno nuevo.
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Lo interesante es que este trabajo, en el cual se respetaron casi todas las características de la pieza original, contó con la dirección de Stan Hunt, hijo del artista canadiense que diseñó el primer tótem en 1964.
Entonces, una vez que el segundo tótem canadiense estuvo listo, se envió a Buenos Aires, se instaló en la misma plaza de Retiro y tuvo su inauguración el domingo 12 de agosto de 2012.
Aunque el tótem canadiense actual tiene muchas similitudes con el original, con solo observar su diseño de forma detenida es posible detectar algunas diferencias.
Por lo tanto, aquellas personas que llegan a la Plaza Canadá para conocer, fotografiar y escuchar la historia de este monumento tan particular, deben saber que es más pequeño que el tótem original porque solo se eleva hasta los 12,9 metros de altura y es más colorido.