Por CARLOS FARA / Consultor político
El expresidente argentino Alberto Fernández concluyó su mandato con un balance muy negativo, lo que ayudó a que su fuerza política perdiera la elección de 2023. A pocos meses de concluido su gobierno, se conoció una investigación por corrupción por la contratación de seguros para los organismos del Estado.
En esa causa judicial está involucrada su secretaria personal y su marido. Al secuestrase el celular de dicha secretaria, no solo se vislumbra alguna participación de Fernández, también se conocieron imágenes sobre un presunto caso de violencia de género de él hacia su expareja, Fabiola Yañez. Ella reconoció las agresiones y a partir de ahí se desató un pandemónium político, mediático y judicial. Tratándose del reciente expresidente, se empezaron a generar varias interrogantes sobre el impacto de los hechos sobre su propio espacio político, el kirchnerismo y peronismo, y si este affaire favorece al actual presidente Javier Milei.
EFECTO POLÍTICO
Obviamente, el caso no ayuda a construir una imagen positiva o renovada del kirchnerismo. Sin embargo, la afectación eventual debe ser analizada en función de tres factores. En primer lugar: la importancia del personaje. Fernández complica más que el gobernador tucumano Alperovich, ya condenado por abuso sexual, o Fernando Espinoza, actual alcalde del populoso distrito bonaerense La Matanza, procesado por el mismo tipo penal. En segundo lugar: la reacción de su fuerza política. En este caso, la tendencia se orientó hacia la condena. Finalmente, se debe considerar si el delito en cuestión es del orden privado o público.
Recuérdese siempre esto: no todas las crisis afectan de manera permanente. Algunas solo lo hacen de forma transitoria. Una vez pasada la novedad, el impacto en la opinión pública muchas veces se diluye. Las crisis que realmente dejan huellas duraderas son aquellas que afectan a los principales clivajes de una sociedad, como clásicamente ocurre con las crisis económicas.
Desde este punto de vista, si se hiciese una encuesta sobre la imagen de Alberto Fernández, sin duda bajaría a niveles insólitos. Pero, ¿eso afectaría de manera negativa también a Cristina Kirchner? Es posible, pero solo mientras dure la novedad. Luego, los valores tenderán a volver al registro previo a la crisis, tarde o temprano. Más allá de las opiniones éticas sobre lo que se denuncia, la cuestión difícilmente modificará algo del tablero político. Sobre todo porque el protagonista de las noticias es “un muerto político”. Muy diferente sería la situación si eso le ocurriese al expresidente Mauricio Macri. El líder del PRO intenta retomar un rol protagónico de sí mismo y de su partido.
EFECTO ELECTORAL
Siendo una situación reprobable éticamente, pero individual, es poco probable que genere un descenso de votos del núcleo duro de Unión por la Patria. Quizá algunos bolsones ideológicamente progresistas dejen de apoyar a ese espacio por esta causa. Por el doble discurso. Pero no mucho más que eso. Debe recordarse que el proceso electoral se inicia dentro de un año, cuando se voten en las PASO, primarias abiertas, simultáneas y obligatorias. Como la Argentina vivirá una situación de incertidumbre económica y política durante bastante tiempo, es difícil saber en qué contexto se producirán los comicios de medio término de 2025.
“El motor del progreso no es el Estado que gasta sino el privado que emprende”
BENEFICIO COMPARATIVO
¿Todo este descalabro lo favorece a Milei? Desde ya que lo ayuda en la diferenciación sobre un pasado inmediato que se percibe muy negativo. Reafirma la decisión de muchos votantes que optaron por el libertario ante la disyuntiva de pasta o pollo en la segunda vuelta. Al final, la opinión pública se construye comparativamente. ¿Se está mejor con Milei? ¿Comparado con qué? La contrafigura del Alberto Fernández en desgracia fortalece la idea que era necesario un cambio mayúsculo en muchos aspectos, no solo en el económico.
El kirchnerismo, al verse obligado a tener que hablar del tema, dar alguna explicación, aunque sea una manifestación de repudio, lo pone a la defensiva, y le obtura la posibilidad de atacar al gobierno. Esta situación le da más oxígeno al oficialismo, permitiéndole ganar tiempo ante la falta de oposiciones consolidadas.
KIRCHNERISMO SIN FUTURO
Algo que muchos se preguntan es si este suceso significará el final del kirchnerismo. Según la experiencia histórica, ningún movimiento político se termina abruptamente de la noche a la mañana. Mucho menos cuando se trata de un comportamiento individual repudiado por la gran mayoría de su propia fuerza. Es absolutamente cierto que está transitando un largo ocaso, fruto del cual perdió las dos últimas elecciones nacionales, en 2021 y 2023. Sin embargo, no queda claro qué lo reemplazaría en su representación del sector popular de la sociedad.
Cristina Kirchner está desgastada, no solo en la opinión pública, sino también en su sistema de conducción del espacio. Pero no aparecen liderazgos alternativos que estén dispuestos a dar una batalla interna para desplazarla del rol que viene ocupando hace catorce años, después del fallecimiento de su marido, Néstor Kirchner. El peronismo tiene hoy una liga de gobernadores disminuida y un tanto heterogénea. Ninguno de los actuales mandatarios provinciales tiene handicap para proyectarse a nivel nacional. Si despunta alguna figura, solo se sabrá con los resultados electorales del año próximo.
Finalmente, vale recordar dos grandes decisiones de Cristina Kirchner. Para el periodo 2011-2015, tomó a Amado Boudou como compañero de fórmula, preso por corrupción. Y luego, a Alberto Fernández. Ambas decisiones desacertadas en el largo plazo, más allá de los éxitos electorales coyunturales.