Declarado en 2011 como Sitio de Interés Cultural por la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, Güerrín presenta un espacio exclusivo de 250 metros que funciona en la planta alta del local y que amplía su capacidad a 240 comensales.
El mismo propone un ambiente con una decoración alusiva al mundo del espectáculo, telones que funcionan como separadores de ambientes y un estilo de arquitectura teatral que invita a culminar una clásica salida familiar.
El renovado salón es espacioso y confortable. Invita a los visitantes a experimentar momentos de disfrute como puede ser una comida compartida entre familia o amigos en un ambiente más tranquilo; a diferencia de la planta baja que conserva de manera fiel el bullicio característico, como una marca registrada del estilo de pizzería porteña.
En su carta se pueden encontrar sus principales variedades: muzzarella y tomate, fugazza, fugazzeta, napolitana, fainá, pizza de cancha, jamón y morrones y calabresa.
También se pueden encontrar empanadas fritas o al horno de leña, y cuentan con una amplia carta de postres entre los que se destacan el tiramisú, budín de pan, flan, ensalada de fruta, copa melba y helado.
Con un despacho diario de más de 2.500 pizzas, 500 porciones de fainá y un consumo diario de mil kilos de muzzarella, Güerrín es elegido por locales y extranjeros que esperan su turno para vivir una experiencia “típicamente porteña”.
Fundada por los genoveses Franco Malvezzi y Guido Grondona en 1932 en el mismo local que funciona hasta hoy, al principio funcionaba sólo la parte de adelante con la caja y la barra para que los comensales disfrutaran una porción de camino.
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Con los años habilitaron todo el local con mesas y atención al público con mozos, que conserva también el antiguo pasillo del conventillo que funcionaba antaño, que va hasta el patio con ese estilo napolitano de la arquitectura pasada.
En la actualidad la pizzería preserva esos dotes icónicos con similar diseño y ambientación con sus mosaicos venecianos y decoración en madera, bronce y mármol travertino.
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“Güerrín es una parada obligada para quienes visitan la Ciudad y pasan por la tradicional calle Corrientes”, asegura Marcos Giacaglia, sobrino nieto del socio fundador Grondona y actual gerente de operaciones.
“Supo preservar su mítica y estilo a lo largo de los años, y en esta oportunidad presentamos un salón que invita a sumergirse en la clásica salida de pizza y teatro, y en ese ‘no sé qué’ tan atractivo para los argentinos y turistas que tiene la noche porteña”, completó.