Por DIEGO GUELAR / Ex Embajador argentino en Estados Unidos. la Unión Europea, Brasil y China
Según la Real Academia de la lengua Española, “prioridad” es “anterioridad o precedencia de algo respecto de otra cosa que depende o procede de ello”. Es decir, hay elementos que son determinantes sobre todos los demás y que deben resolverse en forma prioritaria. En la agenda mundial dos temas tienen esa caracteristica: el conflicto EEUU-China y el calentamiento global. ¿Por qué? porque determinan la supervivencia del planeta en el siglo XXI.
Las dos superpotencias actuales deberán resolver su convivencia pacífica o enfrentarse en un conflicto armado que solo puede llevarnos al holocausto universal. El nivel de interdependencia construido en los últimos 30 años es tan estrecho que no puede “desacoplarse” ni tecnológica ni financieramente. Pero la tensión existente fuerza a construir un sistema de “competencia administrada”, con reglas pactadas, que permita al mundo gozar de las posibilidades que brinda un mercado global y en constante expansión.
Actualmente, la UE comercia por u$s 900.000 millones con China; la Asean, U$ 800.000; EEUU, u$s 700.000; América Latina, u$s 400.000 y África, u$s250.000. Tal red de relaciones no puede romperse ni interrumpirse sin producir severos daños al funcionamiento del sistema global. Por otro lado, la propia existencia del planeta se vería irreversiblemente afectada si no pudiéramos limitar el calentamiento global a 2 grados por encima de los niveles preindustriales para fines de este siglo (conclusión central de la cumbre climática de París, diciembre 2015). En este campo rige una cooperación y entendimiento entre los dos mayores contaminadores: EEUU y China.
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Conclusión: sin paz y medioambiente preservado, no pueden alcanzarse con éxito los otros tres objetivos primordiales del siglo: terminar con la pobreza extrema, derrotar al narcotrafico y al terrorismo internacional, y prevenir la aparición de nuevas pandemias. La Argentina y nuestra región sudamericana no pueden ignorar este escenario. Por el contrario, deben tomar posición y operar en forma constructiva.
Es claro que en el caso específico de la Argentina, podemos desarrollar sin límites (porque no interfiere en el conflicto geopolítico de los actores centrales) la expansión de nuestra frontera exportadora agro-industrial-genética-tecnológica hacia el mercado de la zona Asia-India-Pacífica (China, India, Japón, Vietnam, Corea del Sur, Malasia, Indonesia), fuertemente demandante de nuestros productos y cuyos mercados tenemos habilitados por protocolos ya negociados. Podemos incluir los productos energéticos y minerales (cobre, hierro, litio, petróleo, etc). Podríamos producir cinco veces más que lo que hoy producimos y tendríamos vendido todo es se volumen.
Esta “hoja de ruta hacia Oriente” nos replantea nuestro esquema negociador con la UE, al redireccionar el objetivo de nuestro TLC en el sentido de priorizar los productos que Europa necesita y espera obtener del Mercosur: gas, litio e hidrógeno verde, así como la negociación de bonos verdes por administración de nuestras selvas, desiertos, reservorios de agua dulce y abundante disponibilidad de sol y vientos. EEUU sigue siendo nuestro mayor aliado en materia de defensa, seguridad, DDHH, valores institucionales y libertad de prensa. En este marco, deberíamos trabajar con nuestros vecinos en generar las condiciones favorables para poner en funcionamiento nuestro TLC con la UE y replicarlo con EEUU y China.
En el campo medioambiental, deberíamos crear una Agencia Mediombiental del Mercosur, con sede en Río de Janeiro y presidida por un líder brasileño en esta materia, para preservar, explotar racionalmente nuestros voluminosos recursos naturales (la cuenca Amazónica-Patagónica y los acuíferos guaraní y del Pantanal) y participar activamente, con las agencias norteamericana, china y europea, en la “conducción global” de esta problemática (dada nuestra importancia en esta materia) que cada día crece en su esencialidad, para garantizar un futuro sustentable.
El siglo XXI es el primero en la historia en el cual los nacidos en su amanecer pueden aspirar a vivir hasta su crepúsculo. Tenemos que apostar a que la sensatez impere en los dirigentes de las potencias centrales y nosotros, desde las márgenes del mundo, podamos aportar, con los recursos humanos y naturales de que disponemos, a la construcción de ese mundo mejor con el que soñamos.