Por DANIEL RODEGHIERO / Director de Sección Ciudad y consultor en comunicación @danielrodeghiero

Caminar por las calles de Nueva Pompeya es transitar por la historia viva de la Ciudad de Buenos Aires. Es el barrio inmortalizado por Homero Manzi, un punto de conexión fundamental entre la Capital y el sur del conurbano. Sin embargo, para quienes lo viven a diario, esa rica herencia cultural a menudo queda opacada por una realidad de abandono y problemas estructurales que, aseguran, se han agudizado en los últimos años.

“TIERRA DE NADIE”
El principal reclamo que une a los vecinos es la inseguridad. La zona del Centro de Transbordo de la Avenida Sáenz, un nudo por el que transitan miles de personas cada día, es también un punto crítico de arrebatos y robos.
“Salís a la mañana a tomar el colectivo y tenés que ir con la cartera apretada y mirando para todos lados. Después de las siete de la tarde, hay calles como Enrique Ochoa que son tierra de nadie“, relata Susana, jubilada y residente del barrio desde hace más de 40 años. “Vemos muy pocos patrulleros. La presencia policial se concentra en Avenida Sáenz o Amancio Alcorta, pero te metés dos cuadras para adentro por Cachi o Diógenes Taborda y la realidad es otra. Faltan luces y falta vigilancia”, se queja.

DETERIORO URBANO
El segundo punto en la lista de reclamos es el estado del espacio público. Veredas rotas que son un peligro para los adultos mayores, contenedores de basura que desbordan constantemente y la falta de mantenimiento en las plazas menores configuran una postal de deterioro.
“Cuesta mucho mantener el frente del local prolijo cuando el entorno no ayuda. Los contenedores rebalsan, sobre todo los fines de semana, y las veredas son un obstáculo“, cuenta Carlos, dueño de un pequeño comercio sobre la calle Esquiú. “Nos sentimos un barrio de segunda. Pagamos el ABL como todos, pero la inversión que vemos acá no es la misma que se ve en los barrios del norte de la Ciudad”, afirma.
Desde la oposición en la Legislatura porteña, han recogido estas quejas. “El sur de la Ciudad sigue siendo una deuda pendiente de la gestión. No alcanza con obras puntuales en las avenidas principales; se necesita un plan de mantenimiento integral que atienda las calles internas, la plaza Angelelli y que garantice servicios de calidad para que Nueva Pompeya no siga sintiéndose el patio trasero de la Capital”.

CAOS DE TRÁNSITO
Como punto neurálgico de conexión, el tránsito en Nueva Pompeya es un desafío constante. El incesante flujo de líneas de colectivo y el tráfico pesado que ingresa desde la Provincia generan un caos sonoro y ambiental. A esto se suma la histórica cercanía con el Riachuelo. Si bien las grandes inundaciones son cosa del pasado gracias a las obras de saneamiento, la contaminación sigue siendo una preocupación latente para quienes viven cerca de sus márgenes.
“La calidad del aire no es la mejor, y el ruido de los colectivos es algo con lo que aprendimos a convivir, pero no debería ser así”, comenta un vecino de la Avenida Sáenz.

LA RESPUESTA DEL GOBIERNO PORTEÑO
“Hemos reforzado el cronograma de bacheo en las calles internas y continuamos con más luminarias LED para mejorar la visibilidad y la seguridad. Entendemos los reclamos de los vecinos y estamos enfocados en dar respuestas concretas a través del sistema de gestión colaborativa y las solicitudes que ingresan por la app de la Ciudad”, indicó un vocero de la cartera.
Mientras tanto, los vecinos de Nueva Pompeya esperan que las promesas se materialicen en hechos concretos. Reclaman seguridad para caminar tranquilos, veredas por las que no teman tropezar y un entorno más limpio y cuidado. En definitiva, piden que la atención del Gobierno de la Ciudad se corresponda con la rica historia y la importancia de un barrio que se niega a quedar en el olvido.
Consultadas por SECCIÓN CIUDAD, fuentes del Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana que dirige Ignacio Baistrocchi aseguraron estar al tanto de la situación y explicaron que “se está trabajando en un plan de mejora continua para los barrios de la zona sur”.
