Sobremesa: Una noche para encender la cultura

Por LUCÍA GASPARELLI / IG @lu_gaspa

En tiempos de scroll infinito y sentidos diluidos, Argentina 360 eligió otro camino para presentarse en sociedad: no con una publicación formal, sino con una activación cultural que funcionó como gesto inaugural. SOBREMESA fue una invitación a habitar la cultura desde el cuerpo, la música y el encuentro. Una noche larga, vivida a ritmo de tango, folclore, rock, proyecciones y vino. Todo pensado para anticipar el espíritu de una revista que todavía no nació, pero ya empezó a latir.

La cita fue en La Botica del Ángel, ese rincón mítico de la cultura porteña donde todo—las paredes, las luces y los objetos—transpira arte e historia. Fundada por el artista Eduardo Bergara Leumann, La Botica es más que un espacio: es un universo barroco, teatral y profundamente argentino. Un lugar donde hacer una activación cultural no es sólo una decisión estética, sino un gesto simbólico.

Desde las 20 horas, el clima ya estaba marcado desde el nombre del evento: SOBREMESA, ese momento argentino que no se apura, que se estira más allá de lo previsto, donde el tiempo parece correrse para dejar lugar a la charla, la risa o el silencio compartido.

Con una breve introducción, se encendió el corazón de la noche: una secuencia de bloques musicales que tejieron un recorrido por nuestras raíces. A las 21 horas comenzó el primer bloque de tango en vivo, seguido por dos bloques de folclore que encendieron la emoción del público. Como cierre, el rock porteño trajo su descarga eléctrica a las 23:30 horas. Cada segmento fue presentado por miembros del equipo editorial de la revista, que, entre canción y canción, supieron dejar caer pistas de lo que Argentina 360 quiere ser: una revista viva, sensible al pulso popular, pero crítica y reflexiva a la vez.

El espacio físico también habló. En un cuarto al fondo, lejos del bullicio central, se desplegó una pequeña cápsula editorial: fragmentos de la revista colgaban del techo, suspendidos en el aire. Frases, títulos, ilustraciones y nombres propios aparecían recortados en el espacio, como pensamientos flotando. No era una muestra tradicional ni una lectura lineal, sino una invitación sensorial: acercarse, mirar, entrever.

Ese salón funcionó como un umbral hacia Argentina 360, ofreciendo apenas destellos de lo que vendrá. Porque en esta etapa, se trataba de eso: generar presencia, no consumo. Una suerte de portal conceptual que proponía habitar la revista como una experiencia. No era un stand informativo ni un catálogo visual, sino un estado de ánimo. De dejar en el cuerpo de quienes asistieron una impresión emocional, un eco que resonara más allá de la noche.

A un costado, la artista Rochi Jordán pintaba en vivo un fileteado porteño, la misma estética criolla y colorida que decora la tapa de la revista. El arte visual, como la música, tejía una atmósfera nostálgica pero vibrante: un puente entre lo tradicional y lo contemporáneo. En sus líneas curvas y tipografías barrocas se leía una declaración de amor a lo argentino, pero también una renovación simbólica de sus formas.

El manifiesto del evento, colgado en grande como declaración de principios, ponía en palabras lo que muchos venían sintiendo: “Vivimos en un tiempo donde lo urgente aplasta lo profundo… Este evento no es sólo un lanzamiento, es una forma de decir: no vamos a dejar que la cultura se diluya”.

La propuesta gastronómica también fue un gesto de coherencia: artesanal e íntima, con identidad propia. Vinos, vermut artesanal y limoncellos caseros acompañaron la velada de la mano de empanadas y sánguches de copetín. La comida no fue sólo un anexo: fue parte del ritual, del diálogo informal, de esa cultura viva que se construye en torno a una mesa, en la pausa, en la charla que no se apura.

Todo tuvo un mismo pulso: hacer, compartir, pensar, celebrar. Una construcción colectiva que contó con la complicidad de Proyecto Popurrí para transformar una activación en una verdadera experiencia cultural. Porque cuando la creación se hace en alianza, el gesto se amplifica, crece, se vuelve más potente y más humano.

Argentina 360 todavía no salió. Pero SOBREMESA fue, sin dudas, su primera respiración. Un gesto claro de lo que está por venir: una revista hecha desde la pasión, el pensamiento crítico y el deseo de reunir voces nuevas y necesarias para esta juventud argentina que no se conforma con lo dado.