¿Los dinosaurios van a desaparecer?

Por LA ROSCA DIGITAL Canal de WhatsApp / Instagram

En política, nadie desaparece del todo. Algunos mutan, otros se reciclan, y unos cuantos simplemente insisten. Argentina, año 2025: la crisis se agrava, la paciencia social se acorta y el clima electoral se calienta. Sin embargo, en el corazón de las boletas sigue latiendo una certeza incómoda: los de siempre, siguen.

Mientras Javier Milei se abraza al agronegocio y veta leyes como si fueran tweets, mientras las provincias tensan la cuerda por la coparticipación, y mientras la sociedad reclama futuro con voz de 25 años o menos, la política tradicional responde con pasado.

La boleta como máquina del tiempo

Basta mirar las listas. En la provincia de Buenos Aires, la boleta de Unión por la Patria está encabezada por Verónica Magario, ex vicegobernadora y dirigente histórica del peronismo bonaerense. No es nuevo: es una ficha segura en un tablero inestable. Enfrente, Maximiliano Bondarenko, un ex comisario con retórica de plomo, representa a La Libertad Avanza con el respaldo total del oficialismo nacional. Ambos, en realidad, condensan modelos viejos de campaña: lealtades, rosca cerrada y boletas armadas desde arriba.

En el Congreso, los nombres que sobreviven a todas las tormentas siguen en circulación: Aníbal Fernández, José Luis Gioja, Luis Juez, Julio Cobos. Algunos buscan renovar; otros solo sostienen poder desde las sombras. Lo cierto es que siguen ahí, resistiendo a los nuevos tiempos como estatuas con pasacalle.

Y aunque no figura en ninguna lista, Cristina Fernández de Kirchner mantiene su rol central. Inhabilitada y con arresto domiciliario, continúa moviendo fichas, ordenando sectores y condicionando estrategias del peronismo nacional. Su poder simbólico todavía pesa más que muchas encuestas.

Del otro lado del ring, el mileísmo no escapa a la trampa generacional. Martín Menem, presidente de la Cámara de Diputados, lidera el armado nacional con la marca “La Carlos Menem”, bendecida por Karina Milei. El revival ochentoso-menemista no es solo estético: busca arrastrar votantes desencantados con una nostalgia de “orden” y “modernización” que ya pocos recuerdan… y muchos idealizan.

Un sistema que se repite

El problema no es solo quién está, sino cómo se está. En provincias como Formosa o Santiago del Estero, Gildo Insfrán y Gerardo Zamora llevan décadas controlando la estructura política con prácticas que resisten al algoritmo, al escándalo y al cambio generacional. En Jujuy, Gerardo Morales sigue siendo el operador de fondo. En San Juan, José Luis Gioja reingresa a escena. Y en Chaco, el radicalismo reorganiza su maquinaria sin nuevos nombres en el horizonte.

El estilo que une a estos actores no tiene edad, tiene método:
Rosca cerrada. Candidaturas ungidas por cúpulas. Lapiceras repartidas entre apellidos de siempre.

“Algunos tienen más elecciones que seguidores en redes”, comenta en voz baja un operador libertario con bronca acumulada.
“Pero si los bajás de la lista, te vacían la estructura.”
El espejo retrovisor
Argentina está cambiando más rápido que su política.
Las nuevas generaciones —las que votan por primera o segunda vez— ya no consumen candidatos como antes. No les importa tanto el currículum, sino la coherencia, la estética, el lenguaje. Si el mensaje no les habla, se van.

En ese clima, los dinosaurios no solo envejecen: desentonan.

Hablan en loop, repiten fórmulas, rehuyen de las redes y buscan instalarse por saturación mediática o favores cruzados.
No hacen campaña: hacen arqueología electoral.

¿Extinción o resistencia?

Nadie se extingue solo. Los dinosaurios políticos siguen porque las estructuras los mantienen, porque los sellos los necesitan, y porque los partidos —incluso los más nuevos— muchas veces carecen de cuadros con vuelo propio. Pero eso está cambiando.

2025 puede ser la última elección donde el peso de la historia valga más que la promesa del futuro.
No porque se vayan todos, sino porque cada vez más gente deja de escucharlos.

Charly García lo dijo en otro contexto, pero su sentencia volvió para quedarse:

“Los dinosaurios van a desaparecer”

Quizás no caigan todos a la vez. Pero uno por uno, la historia los está llamando a retirarse.

¿El problema son los dinosaurios… o quienes todavía les dan de comer?