Una Argentina que sangra

Por DANIELA ARUJ / Especialista en imagen y comunicación política

¿Cuánto le costará al gobierno en términos de imagen política, sostener el equilibrio fiscal?

Éste es un interrogante que va a ir, desvelándose con el transcurrir de los meses. posiblemente no resulte determinante en las próximas elecciones, pero sí, como una gota que horada la piedra, seguramente repercutirá en la imagen del presidente y de su espacio en el mediano plazo.

Esta vez el planteo es mucho más complejo y profundo, ya no se trata de un líder, casi un superhéroe, que lucha contra la casta política. En esta ocasión deben enfrentar una lucha mucho más asimétrica ya que de la vereda de enfrente se encuentran los jubilados, la discapacidad y los trabajadores de la salud, los héroes de la pandemia.

No me imagino quién puede generar más empatía en la gente que un médico de Garrahan, familias y personas con discapacidad o abuelos, sumidos en la indignidad del reclamo eterno.

Si se puede o no es una pregunta que se torna casi irrelevante. Que hay un aprovechamiento oportunista por parte de la oposición, también. La incógnita es: si no se puede ahora, cuando? Si no es a nosotros, a quienes?
Para el gobierno llegó el momento de demostrar que además de un plan macroeconómico sólido, tiene una estrategia para mejorar la calidad de vida de cada uno de los argentinos que siguen sin sentir el alivio.

En términos de imagen política, un intangible que consiste en medir cómo se perciben los atributos, valorados y comunicarles de un líder o una institución y su variación, subjetiva y antipática a lo largo del tiempo, esto no va a ser fácil de esquivar.

la imagen se basa en percepciones y no en realidades, pero tendremos la oportunidad de saber si pesa más la foto con Elon Musk, la liturgia del grito, los guarismos estadísticos o el distanciamiento de los problemas más acuciantes de una Argentina sangrante. Una disyuntiva que revela el pulso de una sociedad atrapada entre el espectáculo y la urgencia.