Por LA ROSCA DIGITAL / Canal de WhatsApp / Instagram / X

Durante casi dos décadas, la política nacional giró en torno a un puñado de protagonistas
que monopolizaron la agenda, las candidaturas y el poder real. Como en una serie con
elenco fijo, el kirchnerismo, el macrismo y el radicalismo compartieron la hegemonía,
mientras cientos de figuras intentaban ingresar al reparto… sin lograrlo.
Todo cambió cuando apareció Javier Milei, el outsider que no pidió permiso y rompió la
puerta del sistema político argentino.
Los que mandaron (y todavía mandonean)
Kirchnerismo
Néstor Kirchner, Cristina Fernández, Axel Kicillof, Eduardo “Wado” de Pedro y la
estructura del Instituto Patria conformaron —y en muchos aspectos todavía conforman—
una de las usinas de poder más importantes del país. Con control simbólico, legislativo y
territorial, su influencia sigue marcando el ritmo del peronismo.
Macrismo / PRO
Mauricio Macri, Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal, Marcos Peña y otros
actores que hoy se preguntan quién conduce realmente el espacio. La figura de Victoria
Villarruel asoma como posible heredera silenciosa de un proyecto que busca redefinirse.
Radicalismo
Gerardo Morales, Ernesto Sanz, Martín Lousteau, Maximiliano Pullaro. Históricamente
estructurado y con peso territorial, el radicalismo sigue siendo actor clave en muchas
provincias, aunque sin acceso directo a la Presidencia desde hace más de dos décadas.
El que rompió el molde
Javier Milei no fue parte del sistema tradicional. Con un discurso disruptivo y anti-casta,
se apropió del relato, la agenda y el sillón presidencial. Lo logró con menos votos que
Cristina en 2011, pero con más bronca acumulada que todos sus rivales juntos.
Los que lo intentaron… y no llegaron
En la última década, hubo varios intentos de romper el esquema binario de poder. Algunos
con estructura, otros con discurso. Todos quedaron a mitad de camino:
José Luis Espert: llegó primero, pero sin efecto masivo.
Florencio Randazzo: peronismo “racional”, sin eco.
Juan Manuel Urtubey: presidenciable en 2018, irrelevante hoy.
Roberto Lavagna: volvió “adulto responsable”, se desdibujó.
Juan Grabois: potente discursivamente, débil para armar.
Cynthia Hotton y Juan José Gómez Centurión: místicas sin masa.
Los tapados que podrían emerger
Con el sistema en reorganización, surgen figuras que podrían convertirse en protagonistas.
Victoria Villarruel. Vicepresidenta que, si Milei no resiste, puede encarnar una derecha
ordenada.
Federico Sturzenegger. Economista tecnócrata, podría liderar desde la ortodoxia liberal.
Carlos Maslatón. Sin estructura, fuerte en redes y discursos jóvenes.
Emilio Monzó. Operador territorial, clave en un centro moderado.
Maximiliano Pullaro. Gobernador santafesino con gestión territorial.
Martín Tetaz. Diputado UCR por JxC, comunicador afilado, independiente dentro del
radicalismo; con llegada mediática y agenda propia.
Javier Iguacel. Exfuncionario PRO con discurso liberal y perfil técnico.
Dirigentes jóvenes con base barrial
Sin prensa ni padrinos nacionales, pero con calle, redes y militancia de verdad. Nombres
como Arabia, Aybar y Arenaza comienzan a sonar en los márgenes de las grandes
estructuras. No hacen ruido en los sets de TV, pero caminan barrios, organizan, y entienden
el pulso del vecino. Si el sistema se sigue resquebrajando desde arriba, el recambio podría
venir desde abajo.
Eugenio Casielles. Legislador porteño, fundador del partido Transformación y ex La
Libertad Avanza. Con perfil liberal, liderazgo de monobloque, proyectos concretos en
seguridad, transporte y presión fiscal. Se muestra activo y viene tejiendo vínculos a nivel
nacional, con ambición de proyección.
¿Y los que ya están pero no explotan?
Eduardo “Wado” de Pedro: armado, pero sin relato que conecte.
Axel Kicillof: fuerte en provincia, débil para proyectar afuera.
Sergio Massa: resiste, pero con crédito en caída.
Horacio Rodríguez Larreta: presente gris, legado difuso.
Conclusión
La política argentina está mutando. La era de los consagrados eternos llegó a su fin. Ya no
alcanza con apellido, estructura histórica o espacio mediático: el próximo liderazgo puede
emerger desde lugares inesperados, territorios o redes sociales.
En este clima de bronca e incertidumbre, quien comprenda el humor social, construya
mínima estructura y articule relato creíble, puede sorprender.
¿Estás mirando al que viene… o seguís mirando a los que ya fueron?