DIEGO GUELAR / Ex Embajador argentino en Estados Unidos, China, Brasil y la Unión Europea
Terminada la Segunda Guerra Mundial, no existiendo la “supranacionalidad legal”, salvo las limitadas facultades de las Naciones Unidas, las naciones se fueron agrupando para equilibrar fuerzas con las superpotencias del momento – en el siglo XX, EE.UU. y la URSS, en el siglo XXI, EE.UU. y China-.
Así nacieron la UE, ASEAN -en el Sudeste Asiático- la Unión Africana y el Mercosur, entre otras. Yendo a nuestro alicaído Mercosur, pese a su actual parálisis, logró un hecho extraordinario que compensa cualquier déficit: somos la única Zona de Paz del planeta. Argentina y Brasil somos los únicos países latinoamericanos con tecnología nuclear -podemos hacer bombas atómicas, hemos decidido no hacerlas.
No hay bien público más valioso que la paz, mucho más importante que las demoras y errores en el perfeccionamiento de la Unión Aduanera y el Mercado Común.
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Con marchas y contramarchas, fuimos incorporando una “nueva dimensión” del viejo sentido de la “soberanía nacional” para pasar a un nuevo estadio de “soberanía compartida” o ideología de la “integración regional” inspirada por el modelo de la Unión Europea. Nuestras Constituciones nacionales nos abren esa puerta al marcar el objetivo de alcanzar dicha integración y reconocer como principios democráticos fundamentales la diversidad ideológica y la alternancia política.
Es decir, tenemos como premisa sistémica que se sucederán gobiernos de diferente signo político e ideológico, y que, este fenómeno no alterará esta nueva visión “supraideológica” común, respetando matices y tendencias cambiantes y, muchas veces, muy contradictorias.
Así vemos como al gobierno de Piñera en Chile, lo sucede el de Boric, o al de Mujica el de Lacalle Pou en Uruguay, o al de Bolsonaro el de Lula en Brasil y al de Kirchner/Fernández el de Macri y Milei en Argentina.
“Debemos trabajar para que los pibes tengan un camino que no sea el de agarrar un revolver”
Es imprescindible que los presidentes Lula y Milei den el ejemplo de abrazarse en la próxima cumbre del G-20 en Río y den por superadas sus insignificantes diferencias personales frente a la dimensión histórica de las relaciones argentino-brasileras y la responsabilidad común de relanzar el proceso de integración regional, hoy casi paralizado.
Los alemanes y los franceses tuvieron que dejar a un lado diferencias mucho más profundas, incluyendo cientos de miles de muertos en sangrientas guerras entre ellos, y ahí esta como testimonio la famosa foto de Mitterrand y Kohl en 1984 en el homenaje a los caídos en la batalla de Verdún , en la Primera Guerra Mundial. Nosotros no podemos dejar de superar nuestras nimiedades.