Uno de los centros comerciales más destacados y exclusivos de la Ciudad de Buenos Aires es Galerías Pacífico. Se trata de un edificio enorme que encierra obras de arte entre sus techos y paredes. Actualmente, funciona como un shopping pero su historia comienza a fines del siglo XIX.
Está ubicado en la manzana que forman las calles Viamonte, Florida, San Martín y Avenida Córdoba. Su construcción estuvo a cargo de los arquitectos Emilio Agrelo y Raúl Le Levacher en 1889, para ser sede de las tiendas Au bon Marché. Por esa época, estaban de moda ese tipo de locales, grandes almacenes como Harrod´s y Gath & Chaves. El diseño del edificio se inspiró en las grandes galerías europeas y contaba con elementos de avanzada para la época, como los ascensores mecánicos y la calefacción centralizada.
Sin embargo, nunca llegó a ser utilizado para su objetivo original y los locales los ocuparon por comercios chicos de distintos rubros bajo la denominación de Galería Florida. En 1896 se instaló el Museo Nacional de Bellas Artes y la Academia Nacional de Bellas Artes. Poco tiempo después, en 1908, a causa de diversos problemas económicos, parte del edificio se vendió al Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico, que estableció allí sus oficinas centrales y que le daría su nombre actual.
Entre 1945 y 1947 el edificio fue modificado por los arquitectos José Aslan y Héctor Ezcurra, quienes construyeron la famosa cúpula con murales de grandes pintores.
Tras varios años en estado de abandono, el edificio se recuperó en 1990 para convertirlo en el proyecto original de centro comercial. Reinaugurado dos años más tarde, hoy es uno de los centros de compras más frecuentados de la Ciudad. Además, allí también funcionan el Centro Cultural Borges, el Hotel Esplendor y diversas instituciones educativas como la Universidad Nacional de Tres de Febrero y la Escuela de Danza Clásica de Julio Bocca.
La magnífica cúpula está decorada con murales realizados por destacados pintores argentinos, como Antonio Berni, Lino Enea Spilimbergo, Demetrio Urruchúa y Juan Carlos Castagnino. En conjunto, la obra se considera una de las máximas expresiones del muralismo argentino.
Los murales se realizaron a mediados de la década de 1940 y ocupan una superficie de 450 metros cuadrados. Los artistas se pusieron de acuerdo en realizar una construcción pictórica que representara los valores y prácticas socioculturales comunes en distintas culturas. Así es que están presentes tópicos como la familia y la naturaleza. Más allá de esto, pueden verse una gran cantidad de alegorías y mensajes universales.