Por MARIANO CÚNEO LIBARONA / Ministro de Justicia de la Nación
Hace muchos años que la Argentina se encuentra en un proceso de decadencia. El fútbol no es una excepción. Si bien durante los últimos años pudimos disfrutar de logros impresionantes de la Selección argentina, existe consenso de que esto fue pura y exclusivamente gracias a la calidad, el sacrificio y el compromiso de los jugadores y el cuerpo técnico.
Las competencias argentinas y sus clubes han entrado en un proceso de deterioro preocupante, tal como lo ha sostenido reiteradamente este diario. El que supo ser un fútbol competitivo y atractivo a nivel internacional, hoy se encuentra tristemente convertido en un espectáculo decadente de torneos cuestionados e incomprensibles entre clubes fundidos.
El talento superior argentino para este deporte es indiscutible y, por eso, a pesar de los años de desmanejo, seguro vamos a seguir teniendo jugadores de altísimo nivel. Pero si no tomamos medidas urgentes, como todo lo bueno que tenemos en este país, corremos riesgo de que se rompa.
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Es por eso que queremos brindar la oportunidad a los asociados de adaptar el fútbol argentino a lo que está sucediendo en el resto del mundo. Queremos permitirles a los socios de los distintos clubes elegir libremente la forma jurídica en que deben ser administrados. El club es de ellos, no de los dirigentes. Y deben poder elegir con libertad.
La autorización para que los clubes acepten inversiones multimillonarias de capitales privados es un paso necesario para volver a robustecer el fútbol argentino. El ingreso de inversiones genuinas va a permitir sanear las arcas de algunos clubes que se encuentran arruinadas.
Por supuesto que es una discusión pública apasionante que toca una fibra muy sensible de los argentinos. Y es cierto que hay algunas excepciones de clubes bien administrados, pero no dejan de ser eso, excepciones. Si queremos seguir viendo a nuestros ídolos vestir las camisetas de los clubes en los que fueron formados, si queremos que nuestros clubes sigan siendo protagonistas a nivel internacional, si queremos que haya transparencia y control en un ámbito cada vez más opaco como el que han transformado el fútbol, es necesario adaptarnos al mundo y permitir el ingreso de inversiones privadas que generarán trabajo, estadios e instalaciones adecuadas. También permitirán apoyar y educar a los juveniles y otros deportes, tutelar al asociado vitalicio y darle un marco de alegría y contención.
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Aceptar las inversiones por parte de capitales privados en los clubes es una realidad que ya existe en la élite del fútbol mundial. Sobran ejemplos de clubes que con inversiones privadas han logrado éxitos impensados hasta hace algunos años. Existe, por ejemplo, el caso del Manchester City que luego de recibir miles de millones de dólares se convirtió en un club exitoso y respetado, de la mano de Pep Guardiola, levantó su primer trofeo de Champions. Para nosotros es especialmente cercano el caso del PSG, que gracias al dinero de los privados pudo darse el lujo de contar con Lionel Messi.
Otros clubes, como el Real Madrid y el Barcelona, teniendo la posibilidad de adoptar el modelo de las SAD decidieron continuar siendo sociedades civiles, pero reciben importantes aportes privados y, por ejemplo, cedieron ciertos derechos específicos a empresas a cambio de inversiones. La empresa Sixth Street le pagó al Barcelona 267 millones de euros por el 10% de los derechos televisivos.
Como en todos los sectores de la Argentina, hay una casta que se beneficia y enriquece con el actual modelo que no quiere que nada cambie, que quiere que todo siga igual porque a ellos les conviene. Los argentinos le dieron el mandato a este gobierno de liberarlos de un modelo empobrecedor que solo beneficia a unos pocos. El fútbol no es la excepción. Nosotros queremos romper esas cadenas y permitir que los asociados elijan libremente el destino de sus clubes.