La ciudad de Buenos Aires se encuentra en la llanura pampeana, uno de los suelos más fértiles del planeta. Aquí los árboles crecen con facilidad en su trama urbana. En 2018, se realizó un censo fitosanitario que determinó que en la ciudad de Buenos Aires hay 421.718 árboles. Estos ejemplares se distribuyen entre las veredas (367.157) y los espacios verdes (54.561). Entonces nos surge la pregunta: ¿cuáles son los árboles más antiguos que todavía se conservan?.
Los cinco ejemplares más viejos que aún viven en la Ciudad de Buenos Aires son:
EL GOMERO DE RECOLETA
Se considera que muy probablemente sea el árbol más antiguo de la ciudad. Está ubicado frente a la Basílica del Pilar, dentro de la Plaza Intendente Torcuato de Alvear. Se cree que fue plantado a fines del siglo XVIII o principios del XIX. Fue traído de la India por un fraile de la familia Altoaguirre, quienes tenían una chacra en esa zona. La misma llegaba hasta las costas del Río de la Plata, y en ella había olivos, árboles frutales y plantaciones de cáñamo y lino.
Se supone que el sitio donde fue plantado originalmente son los terrenos que ahora ocupar el cementerio, y que fue el mismo Altolaguirre quien lo habría trasladado a su actual ubicación.
Actualmente sus ramas alcanza los 340 metros de longitud. Desde 2014 están sostenidas por una figura de Atlas creada a partir de autopartes por el artista Joaquín Arbiza Brianza. Esta figura mide más de dos metros y pesa 250 kilos.
LAS MAGNOLIAS DEL PROTOMEDICATO DE SAN TELMO
Estos dos ejemplares de magnolias de Humberto Primo 343 del histórico barrio de San Telmo, al frente de la Escuela N° 22 “Guillermo Rawson”. Ahí funcionó desde 1858 el Protomedicato, la primera escuela de Medicina y el primer Hospital de Hombres de la ciudad. Fueron plantados por los religiosos bethlemitas a principios de siglo XIX, por lo que se estima que ambos árboles tienen una edad aproximada de 200 años. Tienen una altura cercana a los 18 metros.
EL AGUARIBAY DEL PERITO MORENO
Este está emplazado en los jardines del Instituto Bernasconi, en el barrio de Parque de los Patricios. Era un terreno que fue parte del casco de la estancia “El edén” que pertenecía a Francisco Facundo Moreno y que ocupaba ocho hectáreas. Más tarde, se emplazaría allí la casa quinta de su hijo Francisco Pascasio Moreno, el famoso “perito” de la frontera entre Argentina y Chile. Está sobre una lomada que permite admirar su composición arquitectónica.
Plantado alrededor de 1872 por el científico naturalista, fue víctima de varios actos de vandalismo, incluidos tres incendios. Tiene seis metros de altura, un ramaje muy sinuoso y sus hojas, muy finas y alargadas, caen verticalmente en forma de una llovizna verde que oculta al tronco.
LA MAGNOLIA DE AVELLANEDA
La magnolia no es una especie nativa de Argentina, pero tuvo el privilegio de haber sido elegida para inaugurar uno de los paseos más importantes y hermosos del mundo en la ciudad de Buenos Aires: el Parque Tres de Febrero.
Plantada en 1875, con una pala de oro, por el Presidente Nicolás Avellaneda ante una multitud de 30.000 personas, está ubicada junto a la avenida Adolfo Berro, cerca de la entrada del Jardín Japonés.
Una anecdota interesante rodea a este ejemplar: en medio de los preparativos de la inauguración del parque tuvo lugar una disputa insólita entre Sarmiento (que quería simbolizar el nacimiento del parque plantando un arrayán que había encargado traer desde Chile) y el Presidente Avellaneda (que sostenía que el árbol debía ser una magnolia que había elegido la primera dama, Carmen Nóbrega de Avellaneda). Sarmiento insistió con el arrayán afirmando que había que plantar especies perdurables y que la magnolia desaparecería en poco tiempo, pero Avellaneda hizo caso omiso y plantó igualmente la magnolia elegida por su esposa. Sarmiento no se dio por vencido y plantó igual el arrayán, pero este se secó, mientras que la magnolia sigue hasta hoy.
EL CEIBO DE JUJUY
Está ubicado en la Plaza Lavalle, del centro de la ciudad. Fue plantado en 1878 durante la reinauguración de la plaza, hasta entonces llamada Plaza del Parque, por Torcuato de Alvear. No se sabe por qué está inclinado, pero se observa ya en ese estado en fotografías de mediados del siglo XX.
Desgraciadamente, en el pasado este añoso ejemplar padeció prácticas anticuadas de mantenimiento, hoy consideradas inapropiadas por la arboricultura, que produjeron una pérdida progresiva de la madera de su interior. El actual sistema de apuntalamiento se diseñó para ofrecer soporte mecánico al árbol en función de una moderna gestión de riesgo del arbolado patrimonial.