Por EMILIANO YACOBITTI / Diputado Nacional por la UCR. Vicerector de la UBA.
Vivimos en un país vapuleado por una crisis de la que ya nos cuesta recordar el origen. Más de la mitad de los chicos crecen en hogares pobres, la combinación de recesión e inflación corroe la economía y la mayor parte de la población desconfía de las reglas que organizan la vida comunitaria.
En este contexto, es esperable que la sociedad se retraiga de las cuestiones públicas, que se imponga el “sálvese quien pueda” y sólo quede la lucha por la supervivencia cotidiana. Por eso tiene tanto valor democrático la movilización universitaria del pasado 23 de abril. No solo porque fue la concentración más multitudinaria de los últimos 30 años. Ese día la sociedad civil demostró que reconoce y está dispuesta a luchar por un bien público, por una institución que es hija de la ciudadanía activa en diferentes momentos históricos y que sostiene con mucho esfuerzo.
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El mayor triunfo de ese día fue que se pudo reflejar lo que la Universidad es todos los días, en cada aula, en cada laboratorio, en cada hospital. La masividad, la pluralidad, la creatividad, el protagonismo juvenil y el carácter pacífico nos distinguen y fue lo que expresamos. No hay campaña en las redes o en los medios que pueda engañar a los millones de argentinos que la conocen porque estudian, trabajan o se graduaron allí.
El gobierno tomó nota de lo sucedido. Modificó su discurso público y el Presidente en su gira en Estados Unidos mencionó que el mayor diferencial que tiene la Argentina para ofrecer al mundo es su excelente capital humano, resultado de sus Universidades de alta calidad. Los funcionarios del área tuvieron reuniones con varios rectores y se comprometieron en trabajar en las soluciones.
Hoy el Estado nacional avanzó actualizando los gastos de funcionamiento de las facultades y los hospitales de la UBA. Es un paso importante, pero como ya lo dijimos muchas veces, estos fondos son sólo el 12% del presupuesto total. Los salarios de los profesores, investigadores y no docentes siguen igual y en los últimos cuatro meses ya perdieron más de un tercio de su poder adquisitivo. Asimismo, la inversión en Ciencia y Técnica que permite a las Universidades argentinas competir con las mejores del mundo, sufrió un retroceso histórico que pone en estado terminal a la investigación básica y a la aplicada.
Por eso el Consejo Superior de la UBA remarcó que puede suspender la emergencia económica, que ya no va a tener que cerrar sus edificios, pero que se mantiene en estado de alerta y profunda preocupación por la falta de recomposición salarial y la actualización de las partidas de Ciencia y Técnica.
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La sociedad lo mostró en la marcha y lo indica en todas las encuestas. Las Universidades nacionales son la institución con mejor valoración pública, comparando con casos estatales y privados. También lo revelan los rankings de calidad educativa: somos reconocidos en todo el mundo. El secreto de estos reconocimientos no está en los edificios. Para que eso siga siendo así, tienen que seguir estando llenos de los mejores docentes e investigadores como hoy. Si no, vamos a tener otra vez una fuga de los mejores expertos, y cada vez que eso sucedió en Argentina costó mucho recuperarlos y nunca lo logramos hacer de manera completa.
La otra cuestión que debemos subrayar, y así lo hizo el Consejo Superior de la UBA, es que acompañamos el reclamo para que todas las Universidades reciban el mismo aumento de las partidas de gastos de funcionamiento. Todas, integran un sistema que permite cubrir con una oferta complementaria y distribuida federalmente en el territorio nacional las necesidades de formación e investigación.
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Justamente para que nadie tenga la tentación de tomar medidas arbitrarias, discriminando a algunas universidades, o retaceando fondos con alguna especulación política es que venimos impulsando una Ley de Financiamiento universitario. Tiene que haber pautas objetivas, que brinden previsibilidad a las casas de estudio.
Así, podremos dejar de dedicarle tanto tiempo y energía a garantizar cosas mínimas, y lograremos abordar los múltiples desafíos que tenemos por delante. Necesitamos instituciones educativas más interrelacionadas entre sí y con vínculos más sólidos con el mundo del trabajo. Más internacionalizadas y que tengan más herramientas para fomentar la investigación de calidad. Esperemos que Estado nacional resuelva lo que falta, que garantice lo esencial y que se sume para dar un salto de calidad en las Universidades, que como dijo el Presidente, será un salto de calidad para toda la Argentina.