Se trata de un labrador que interviene en operativos de rescate en derrumbes. Forma parte del cuerpo de Bomberos de la Ciudad de Buenos Aires. Desde los 45 días de vida, Zeus entrena con Daniel Ezequiel Medina, su guía.
Zeus olfatea, da vueltas y ladra. “Ahí detectó, más o menos, dónde está la persona”, explica el bombero calificado Daniel Ezequiel Medina, su guía, la otra mitad del binomio. La escena es similar a la que sucedió en Pedro Goyena al 500 en enero de este año, cuando Zeus marcó que, bajo seis metros de escombros, estaba el cuerpo de una persona.
Esta vez, no obstante, la estructura es hueca y está cubierta por tierra, madera y adoquines. Simula ser escombros para la práctica. Adentro está escondido el bombero superior Eric Donopaulo y, una vez que Zeus lo hubo encontrado, Medina le dará una pelota de tenis. “Es su premio y lo único que le interesa”, apunta.
Zeus es un labrador, que tiene casi dos años y medio y pelaje dorado. Llegó a la división del K9 de los Bomberos de la Ciudad junto a su hermana Nala con 45 días y por una donación de una vecina de La Boca. Sus nombres se sometieron a votación a través de las redes sociales digitales y a Medina le alegra el que resultó electo por los porteños.
Hasta entonces, sin un compañero que completara su binomio, Medina se hizo cargo del entrenamiento: “Adaptamos al perro a estructuras y olores nuevos, trabajamos la coordinación y, pasados los meses, nos abocamos a la tarea específica de búsqueda y localización de personas vivas y sepultadas en estructuras colapsadas”.
“Zeus comenzó a estar operativo después de los 14 meses”, recuerda el guía. Desde entonces, participó de diez intervenciones y es el primer perro de los Bomberos de la Ciudad que forma parte de los despliegues que no es, también, mascota de alguno de los agentes de la fuerza. Él, a diferencia de Fly, Tyson y Kaia, pasa todos sus días en el destacamento.
Además del entrenamiento en la estación, con obstáculos, estructuras diferentes, a veces inestables, y la estimulación del olfato, los perros de la Unidad Canina hacen las prácticas necesarias para poder colaborar en operativos que se desarrollen en el agua. “A Zeus le encanta”, dice, entre risas, Donopaulo, que llegó hace pocas semanas a la dependencia.
Asimismo, los canes se preparan para participar en despliegues que incluyan saltos desde un helicóptero. Marcos Pastore, bombero calificado de la División y guía principal de Boa, una pastora belga malinois que está en proceso de formación, indica: “Primero, los subimos con el vehículo detenido; después lo ponemos en marcha y más tarde, cuando ya está acostumbrado, empezamos a volar”.
“Siempre con arnés”, aclara Pastore, para cuidar su integridad. Durante los operativos y los entrenamientos, las precauciones tomadas son las mismas que cuando participan las personas. “Evitamos las zonas peligrosas que puedan lesionar al can. Apuntamos siempre a la seguridad de ambos”, agrega Medina.
Pese a la intensidad de su formación, los perros de la División K9 son dóciles. Donopaulo suma: “Las muestras que hacemos en los colegios sirven para demostrarlo”.
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“Él es muy cariñoso”, afirma Pastore y señala al labrador. También obediente: Medina le indica que espere quieto mientras va a buscar algo a la oficina. Zeus lo hace y lo sigue con la mirada. “Es un gran compañero conmigo”, cuenta el guía mientras se le escapa una sonrisa. Y detalla: “Fue mi primer perro en la labor de búsqueda y fue con el que me formé. Me he quedado días de franco y compartimos prácticas para mejorar el vínculo tan fuerte que hoy tenemos”.
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Los perros de la División K9 de Bomberos de la Ciudad están operativos hasta, aproximadamente, los siete años, cuando buscan un hogar. “Sin dudas que, cumplidos sus años de servicio, me encantaría que esté en la familia”, expresa Medina.
Zeus acata cada orden su guía: se sienta y se acuesta a su lado, atraviesa túneles, salta obstáculos, sube escaleras y busca bomberos escondidos. “Todo es un juego para él”, afirma Medina. Cuando los encuentra, vuelve por su pelota, su premio, lo único que le interesa.