Benito Quinquela Martín fue uno de los grandes artistas de la Argentina. Sus pinturas no solo han ilustrado sino también creado al barrio de La Boca.
No se tienen datos concretos sobre su nacimiento. Según Billiken, fue abandonado el 21 de marzo de 1890 en la Casa de los Niños Expósitos, Casa Cuna, por lo que se fijó su fecha de nacimiento de forma aproximada. Hasta los ocho años vivió en el orfanato y luego fue adoptado por un matrimonio conformado por un genovés criado en Olavarría y una entrerriana de ascendencia indígena. Ambos tenían una carbonería donde Benito comenzó a trabajar.
Años después, de adolescente, el futuro pintor comenzó a trabajar en el puerto como estibador. A los 14 años tomó el pincel por primera vez en su vida. Y su vocación terminó de definirse cuando ingresó a la Academia Pezzini-Stiatessi, una de las tantas instituciones proletarias del barrio, donde se enseñaban diversas disciplinas, entre ellas dibujo y pintura. Allí adoptó al único maestro que iba a tener en la vida: Alfredo Lázari.
El año 1918 marcó un punto importante en su carrera artística. En primer lugar, decidió cambiar su nombre. Reemplazó Benito Juan Martín por Benito Quinquela Martín, eliminando el nombre de Juan y adaptando el apellido de su padre adoptivo (Chinchella) a la pronunciación italiana. En segundo lugar, con ese nuevo nombre exhibió por primera vez sus pinturas en una exposición individual organizada por la Galería Witcomb. A partir de acá tomó notoriedad y los críticos comenzaron a hablar de él.
Desde entonces comenzaron los éxitos. En 1921 presentó en Río de Janeiro su primera exposición fuera de Argentina. En 1923 realizó su primer viaje a Europa, donde concretamente, visitó Madrid. Dos años más tarde, llegó a París y más tarde a Nueva York. En 1929 visitó Italia, donde Mussolini lo nombró su pintor predilecto “porque sabe retratar el trabajo”.
Quinquela Martín se destacó siempre por proteger el arte. Así, por ejemplo, hacia la década de 1930 donó al Estado varios terrenos que había comprado con el objetivo de que se construyeran instituciones dedicadas a la difusión del arte y a obras sociales. En uno de ellos se erigió la Escuela Museo Pedro de Mendoza, que hoy es Museo de Bellas Artes de La Boca.
Quinquela Martín fue un enamorado de La Boca. Y su trabajo en el puerto le permitió conocer ese mundo como pocos. El barrio, por esa época, se caracterizaba por ser un abanico de culturas diversas y por la multiplicidad de lenguas de los inmigrantes. Entonces, el pulso cotidiano del bario, sus colores y su gente se convirtieron en la gran inspiración de este pintor.
Según Víctor Fernández, director del Museo de Bellas Artes Benito Quinquela Martín, “Quinquela mezcla en las telas cosas que había visto o le habían contado, cosas de su pasado, registros de lo que veía por la ventana, como así también cosas que no existieron nunca en el barrio pero que prefiguraban lo que él pensaba que iba a ser el futuro en la zona, por ejemplo, las industrias con altas chimeneas que no existían en La Boca pero era algo que él imagina que sucedería”.
Las pinturas de Quinquela no son paisajes, son escenarios recreados a partir de lo que él veía, de lo que imaginaba y de lo que los vecinos le contaban. Es decir que sus cuadros fueron una percepción muy particular del barrio de La Boca. Él mismo expresaba “La Boca es un invento mío”.