Argentina, frente a un tercer momento histórico

JORGE NEME / Secretario de Planificación del Desarrollo y la Competitividad Federal de la Nación

Una vez asegurada la independencia del Reino de España y frustrados los proyectos unificadores latinoamericanos de San Martín y Bolívar, la Argentina atravesó guerras civiles y enfrentamientos entre las Provincias y el Puerto por la distribución de la renta, camino hacia la constitución de un Estado Moderno.

El general Julio Argentino Roca lidera ese primer momento histórico constitutivo de la Argentina actual. El Ejército emergía como un actor político con capacidad para liderar los intereses de un país emergente, que, al decir de Abelardo Ramos, fue un país porque fracasó en la constitución de una Nación Latinoamericana.

El general tucumano nacionaliza la Ciudad de Buenos Aires y su Puerto, convirtiéndola en la Capital Federal de todos los argentinos, expande el territorio argentino en la Patagonia, asegurando fronteras y acordando con Chile los límites terrestres de nuestro país, asegura la frontera noreste frente a la presión de Brasil y al mismo tiempo establece una relación sólida con Campos Salles para que la relación de ambas naciones jóvenes se desarrolle en paz.

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Crea las instituciones esenciales de un Estado moderno y asegura los servicios a la creciente población, con Obras Sanitarias, Ferrocarriles, Banco de la Nación, entre otros. Roca y su generación establecen un puente entre la Argentina y el mercado mundial de su tiempo, promoviendo un desarrollo distintivo del país en la región.

En un segundo momento de transformación profunda del país, el Ejército fue nuevamente el actor central. Mientras Europa y Estados Unidos estaban envueltos en la tragedia de la Segunda Guerra Mundial, el general Juan Domingo Perón promueve el desarrollo industrial, la creación de nuestra capacidad nuclear, la radicación de la industria en el interior, teniendo como centro la Provincia de Córdoba, pero contemplando el desarrollo del sur sumando la ciencia nuclear a la explotación de petróleo y el norte con el hierro de Zapla.

Todo eso articulado con una fuerte creación de derechos laborales y sociales que permitió el desarrollo de una cultura igualitaria, un país donde los “cabecitas negras” alcanzaron la dignidad y podían discutir de igual a igual la defensa de sus intereses. Sindicatos y Universidad para los trabajadores, salud y educación para todos, liderazgo en América Latina, proyectando el ABC, como alianza estratégica entre la Argentina de Perón, el Brasil de Getulio Vargas y el Chile del general Ibañez.

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Las virtudes del modelo de desarrollo industrial, con eje en la sustitución de importaciones, altos salarios y movilidad social ascendente, mostraban en los primeros años de la década del 70 señales de agotamiento. La industria requería un cambio tecnológico para competir en el nuevo escenario internacional.

En esas circunstancias, Perón retorna de su exilio obligado, con una propuesta de Unidad Nacional y convoca a empresarios y sindicatos a un Pacto Social para mejorar la productividad de la economía. Los conflictos internos y su muerte interrumpen el proyecto y abren camino a la Dictadura Militar más sangrienta de nuestra historia.

Alfonsín es el protagonista de la recuperación de la democracia. Menem lidera la nueva versión de peronismo, construyendo su poder apoyado en un contexto internacional signado por la caída de la Unión Soviética y el enorme poder del liberalismo norteamericano. Kirchner, después de la crisis de la Alianza, crea poder apoyado en la creciente demanda China de alimentos. Con la inteligente conducción económica de Roberto Lavagna alcanza superávits gemelos por primera vez en muchos años. Cristina Fernández de Kirchner construye su liderazgo con base en la ampliación de derechos, sociales.

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Luego, llegamos al gobierno de Mauricio Macri, que dejó una deuda externa enorme y retornó al Fondo Monetario Internacional y sus condicionamientos. cayeron las exportaciones, subió el desempleo, cerraron 20 mil empresas, incrementó la pobreza y la marginalidad y la inversión pública cayo a su nivel histórico más bajo.

La respuesta a tamaño descalabro abrió el espacio para el gobierno de Alberto Fernández y Cristina de Kirchner que cierra su ciclo el próximo domingo, cuando sea elegido el nuevo presidente. Más allá de sus errores, digamos que no lo acompañó la suerte. Enorme deuda externa heredada, Pandemia, Guerra y Sequía son fenómenos que parcialmente explican su desempeño. La alta inflación nació con Macri y es consecuencia del endeudamiento externo, la falta de crédito y la fuga de capitales.

Después de muchos años de crisis económica y social, se presenta a la Argentina una alternativa para construir un tercer momento de desarrollo con inclusión social efectiva, proyección regional y conexión con flujos de inversión, innovación tecnológica y acceso a todos los mercados.

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Hoy Sergio Massa nos presenta un proyecto sólido, una propuesta firme para formar un Gobierno de Unidad Nacional. El debate demostró que frente a él hay un candidato que mostró su incapacidad y falta de conocimiento de la administración del Estado, de las relaciones diplomáticas y del comercio internacional. Un personaje que enarbola una ideología anacrónica, que prioriza prejuicios personales por sobre los intereses nacionales. Un hombre que no tiene la preparación para ser Presidente de la Argentina.

Sergio Massa expresa con firmeza y convicción lo que la Argentina demanda para acabar con la grieta, la pobreza y los años de deterioro de su economía y sociedad. Propone sumar a la industria y al campo, a los empresarios, productores y trabajadores, a científicos, académicos, tecnólogos y educadores, a artistas y deportistas, a las economías regionales.

A todos y a los mejores. Eso es lo que necesitamos que amanezca este 20 de noviembre, Día de la Soberanía Nacional. Día que se ilumine con un nuevo proyecto que convoque a los mejores a trabajar por la Unión de la Patria, a gobernadores e intendentes con una mirada federal, bajo la conducción de Sergio Massa como presidente.