Salud mental: Mi hermano Martín pudo pedir ayuda a tiempo

Por MAGDALENA ORDOÑEZ / Periodista

Hace un año, mi hermano menor, Martín, ingresaba en una institución psiquiátrica. No es mi tema favorito, y a muchos incomoda hablarlo. Por eso, es importante aclarar que no es una cuestión de chusmerío, si no de visibilizar algo fundamental en nuestras vidas: la salud mental importa.

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Hace un año, en medio de la nebulosa, Martín optó por la vida, por salir adelante, por crecer como persona, por empujar el piso para intentar llegar hasta arriba. Porque sí, tocó fondo. Y junto a él, todos nosotros.

No porque fuera algo impensado o, al menos yo, no hubiéramos podido imaginar. Pero del dicho al hecho… Y estar de cara frente a esta situación, cambia radicalmente el paradigma de las cosas, de la vida misma.

Un año pasó, y en este tiempo Martín se convirtió en mi héroe favorito. Una persona con un crecimiento interior inmenso, quien le hizo frente a situaciones mucho más difíciles de lo que podamos siquiera imaginar. Una persona con un nivel de autoconocimiento enorme, y lenta pero constantemente, también de aceptación de su esencia al completo. Una persona que, con muchísima dificultad, aprendió a apoyarse en los suyos, a recibir ayuda, incluso a pedirla, y hoy tengo el honor de saberme depositaria de su confianza. Un hermano menor absolutamente tierno y generoso, compañero, luchador. Una persona que, frente al panorama más negro, eligió y logró y sigue buscando salir adelante.

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Esto es una batalla diaria. Elegir crecer es algo del día a día, incluso de cada momento. Y es un gran honor ser testigo de este proceso.
Proceso que no hizo solo. Como sus compañeros de vida, esto nos atravesó a nosotros también. Como familia, veníamos haciendo lo que podíamos con lo que teníamos. Y junto con él, también tocamos fondo. Entonces elegimos unificar fuerzas, apoyarnos entre nosotros para darnos y darle lo mejor que tenemos: nuestra familia. Que, a pesar de las mil diferencias que me consta que tenemos, elegimos hacer foco en lo que sí nos une, en nuestros valores, en nuestra fe, en nuestro amor.

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Ser compañero de una persona con problemas de salud mental es muy desgastante. El panorama se vuelve negro muchas veces, y la luz al final del túnel parece cada día más lejana. Llegas a plantearte si algo de todo el esfuerzo, la dedicación, el amor que ponés en cada gesto, en realidad vale la pena. Pero acá estamos, un año después, en la lucha del día a día, pero siendo conscientes de los pasos agigantados que dimos como familia y cada uno por separado, y que Martín pudo dar como persona independiente.

Es un tema difícil de hablar, pero mucho más duro es vivirlo. Justamente por eso es que elegimos que este no pase como un día más. Elegimos resaltar este día y conmemorarlo como el día que Martincho quiso pedir ayuda, y que, como mejor nos salió, pudimos dársela.

Elegimos hacer de un día y de un tema tabú, uno para generar consciencia. Y elegimos también, festejar esta y muchas vidas que pudieron pedir ayuda a tiempo.