Por FRANCO MOCCIA / Presidente de la Fundación Pensar
ás allá de la mala gestión que está llevando adelante Axel Kicillof en la provincia de Buenos Aires, resulta interesante detenerse en otra de sus falencias más grandes: la de mal administrador. Sí, Axel Kicillof no solo es un mal gobernador para la provincia, sino, ante todo, un mal administrador que viene haciendo perder a los bonaerenses y a los argentinos miles de millones de dólares.
Por estos días volvió a ser noticia la estatización de YPF que en 2012 llevó adelante nuestro personaje. Y es que, en el juicio que la Argentina afronta en la Justicia de los Estados Unidos, va a costarnos una cifra millonaria a los argentinos. Que, para empeorar un poco las cosas, cae en un momento por demás complicado para nuestro país.
Como viceministro de Economía del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, Axel Kicillof llevó adelante el proceso de estatización de YPF. A pesar de que la propuesta colisionaba abiertamente con el estatuto de YPF y que fue advertido de las posibles implicancias jurídicas del proyecto, el entonces viceministro decidió hacer oídos sordos a los avisos e incluso trató de tarados a quienes advertían sobre las deficiencias con posibles implicancias jurídicas del proyecto.
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Más de una década después, el costo de esa impericia parece no tener techo: esta semana, el Estado argentino realizó una presentación a la Justicia de Estados Unidos para que el reconocimiento de daños y perjuicios por la estatización no supere los US$ 4920 millones. Se estima que la sentencia podría llegar a los US$ 16.000 millones.
La demanda fue presentada por Burford Capital, luego de haber comprado el juicio al grupo Petersen (familia Eskenazi), quien en 2008 compró el 25% de YPF en U$S 2.235 millones como parte de un proceso de “argentinización”. Su pago fue financiado por un consorcio de bancos y por la misma Repsol y luego seguido por años de exorbitantes distribuciones de dividendos de YPF a sus accionistas para que el grupo Petersen pagara su deuda. Con la estatización de la empresa, los pagos de dividendos se terminaron y los acreedores se quedaron con las acciones del grupo Petersen, ya que esas acciones garantizaban su deuda. La demanda en la Justicia norteamericana reclama daños y perjuicios por la estatización, alegando que la expropiación violó las obligaciones contractuales en la oferta pública inicial de acciones de YPF y en los estatutos de la Sociedad YPF.
Sumando lo que la Argentina tuvo que pagar para estatizar el 51% de la compañía en 2012, U$S 5812 millones, más el punto medio del rango del reconocimiento de los daños y perjuicios de la mala praxis del proceso de estatización explicado más arriba, US$ 10.460 millones, el costo total para los argentinos de esta compra será de US$ 16.272 millones por el 51% de la empresa, que equivalen a U$S 32.544 millones por el 100% de la compañía. Este monto es casi el triple del valor equivalente en bolsa de YPF hoy, es más del doble del precio equivalente pagado por Repsol en 1998 y más de 3,6 veces el precio equivalente que pagó Eskenazi en el 2008.
Este es solo uno de los desmanejos económicos de Kicillof que nos cuestan carísimo a los argentinos. A la factura que tiene Kicillof de los gastos que hace con nuestros recursos, se suma, por ejemplo, el caso emblemático de su negociación con el Club de París. Kicillof negoció la deuda y la refinanció pateando el problema hacia adelante. El acordó pagar US$9.690 millones, casi el doble del capital adeudado (US$4955 millones), aceptando la totalidad de intereses vencidos, moratorios y punitorios.
Otra línea importante del costo para todos los argentinos de la gestión Kicillof incluye su negación a encarar el problema de los holdouts, una constante durante toda su administración. Esta negativa a negociar implicó un altísimo costo financiero para los argentinos. En 2014 Argentina cayó en default técnico y tuvo que recurrir a fuentes de financiamiento mucho más caras, usar todas las reservas del BCRA y acudir a financiamiento inflacionario.
La de YPF no es la única demanda, también las hay en Londres y Nueva York por el cambio en la base del cómputo para el pago del cupón del PBI, que podrían ascender a casi US$3000 millones. Siguen y siguen nuevas líneas en la factura Kicillof derivadas de su ya lejano paso por el Ministerio de Economía.
No importa. Paguemos el doble, el triple de lo que salen las cosas, total la ponen los argentinos. Esta es la forma de ser y hacer de todo el kirchnerismo, con Axel como uno de los abanderados principales de lo supuestamente “nacional y popular”. Hacen lo que quieren con los recursos y las decisiones, administran mal y después construyen un relato en torno a la ineficiencia y la mala gestión.
Lamentablemente la ineficiencia y la mala administración del kirchnerismo no termina ahí. La larga factura de Axel Kicillof con la gente siguió ampliándose como gobernador de la provincia de Buenos Aires. Desde que asumió, Kicillof agregó importantes puntos bonaerenses a esa factura. Más allá de una mala negociación de la deuda pública, que pareciera ser su especialidad, sus cuestionables decisiones como gobernador trascendieron el área económica. Se destaca el aumento de 70% de los cargos jerárquicos en la estructura del gobierno de la provincia, que pasaron –entre subsecretarías, direcciones provinciales, y direcciones simples– de 1123 en 2019 a 1899 a fines de 2022. Esta diferencia equivalió a $4812 millones de pesos a valor de entonces; todo esto en una provincia de Buenos Aires devastada por la pobreza.
La buena noticia es que los bonaerenses tienen la oportunidad histórica de ponerle un freno a este gasto desmedido e ineficiente que hoy los tiene de rehenes en su propia provincia. Porque la plata que Kicillof paga de más por YPF, al Club de París y a tantos otros, es la plata que nos falta a los argentinos para desarrollarnos. Las obras que hacen a destiempo, son soluciones que no llegan a la gente cuando más las necesitan y nos encarecen la vida a todos.
No podemos saber qué otros temas aparecerán o aumentarán en la factura Kicillof con el paso del tiempo. Pero lo que sí podemos hacer, lo que cada bonaerense puede hacer, es decirle basta a esta forma de gobernar. Es decirle basta al relato que pretende tapar con la mano un sol que nos está encandilando a todos con su bochornosa administración y desmanejo de lo público. Confiados en que cada vez falta menos para que la provincia vuelva al camino del desarrollo y las oportunidades para cada bonaerense.