Por GUILLERMO MORENO / Precandidato a presidente de la Nación por Principios y Valores
Oportunamente, en “El mundo actual facilita los modelos de desarrollo nacional” (BAE Negocios, 04/09/2017), se bosquejaba que en la Conferencia de Yalta (Febrero de 1945, Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas -URSS-), en las postrimerías de la II Guerra Mundial, y la de Potsdam (Julio de 1945, Alemania) a posteriori, se configuraron las zonas de influencia y las relaciones inter-países, entre el polo occidental, encabezado por Estados Unidos (EEUU), y el del “mundo socialista” por la URSS.
Como correlato de tal partición, dos doctrinas de aspiración universalista marcaron su impronta: el Liberalismo y el Marxismo. Y, aunque con representaciones sociales (la burguesía y la clase obrera) aparentemente opuestas, en la Economía Política ambas expresiones convergen en la Teoría Objetiva del Valor -o Teoría del Valor Trabajo-, considerando que “el valor” de un bien o servicio está determinado por la cantidad de trabajo “socialmente necesario” para producirlo.
La Guerra Fría, entre ambos bandos, que caracterizó al mundo de aquellas décadas, tuvo un desenlace rotundo y contundente: la caída del muro de Berlín.
En este marco, liderado por los EEUU, el conjunto victorioso impuso su supremacía en las relaciones internacionales, dando origen a un orbe “unipolar” (salvo excepciones), al que conocimos como Globalización, definiendo sus teas votivas en las premisas del decálogo del Consenso de Washington.
Las cosmovisiones que suplantaron las dominancias del anterior ordenamiento fueron la Neoliberal y la Socialdemócrata, que sustentaban sus postulados económicos en la “Escuela Austríaca”, con su núcleo duro conceptual, la Teoría Subjetiva del Valor, donde ahora “el precio” de los bienes o servicios, considerado aceptable por los usuarios y consumidores, resulta su medida de valor (1).
En este entorno, el mundo cambió, y por añadidura, también lo hizo la acumulación de capital. El “precio” del dinero (la tasa de interés) se convierte en el nuevo ordenador y vertebrador de la actividad económica.
El modelo especulativo-rentístico se impuso sobre el de la producción y el trabajo. Los “lobos de Wall Street” reemplazaron a los “dueños” o al “patrón” en el control de las empresas.
Esta nueva realidad, anclada en viejas ideas europeístas (de finales del Siglo XIX y principios del XX), poco podían aportar a la resolución de los problemas en Iberoamérica.
La década de los ’90 y la crisis de 2001, habían sido una demostración palmaria de ello en estos lares, sin embargo…
Insisten en fórmulas fracasadas
En el presente siglo, en la Argentina, este marco teórico se reinstala a partir del año 2014 y, con sus diversas aristas, continúa hasta el presente.
Los “ciclos políticos” correspondientes al período (los dos últimos años del Frente para la Victoria, Cambiemos y el Frente de Todos), simplemente administran el camino trazado.
El actual encuadre económico alcanza su punto de inflexión luego de la contienda electoral de medio termino, en el 2017, cuando se debe recurrir al endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional ( FMI) para sustituir al contraído con el Sector Privado Extranjero, que hasta ese momento había hecho las veces de “pulmotor” de un diseño profusamente inconsistente.
Ahora bien, con las condicionalidades impuestas por el “convenio de mutuo” de marras, la derrota en las venideras elecciones presidenciales era de fácil augurio.
Y ello aconteció, pero, al mejor estilo del gatopardismo, “todo cambió para que nada cambie”: la asunción de la nueva administración profundizó el deterioro.
Situación palmariamente explicitada cuando debió renegociar el acuerdo con el Organismo Multilateral de Crédito, optando por castigar los Ingresos Populares para honrar los compromisos de la deuda, en lugar de, como fuera planteado en “Hay que acordar con el FMI, pero ¿quién aporta el dinero?” (BAE Negocios, 07/02/2022), obtener los recursos mediante el “esfuerzo patriótico” de los Terratenientes de la Zona Núcleo de la Pampa Húmeda.
Esta reafirmación de la base ideológica a la que adscribe el Gobierno, alumbra una cuestión de extraordinaria importancia: no existen diferencias entre lo que sostiene y ejecuta el oficialismo y lo que propugna la oposición o, en todo caso, habrá diferencias de grado, pero unidos en la base y respaldando el mismo tipo de políticas.
“Espinoza me pidió un millón de dólares de coima para poner un mercado, me fui a Morón”
Asimismo, reafirma lo señalado el recurrir a los mismos protagonistas centrales (2), para administrar “la cosa pública”, que podría haber utilizado la aparente alianza opositora.
Resulta obvio, entonces, que si por pensar mal y actuar peor fracasaron en el pasado, el futuro tendría el mismo desenlace.
Y así estamos llegando al final
La conducción económica del Gobierno insiste en la adopción de políticas que, a todas luces, generaron nimios resultados, resolviendo ahora la implementación de un nuevo tipo de cambio diferencial para algunos productos del “agro” (con una cotización de $340 por dólar), que incluye un alimento esencial: el Maíz.
Asimismo, se extiende el impuesto “PAIS”: del 25% a todos los servicios adquiridos en el exterior o prestados por no residentes (3); y del 7,5% para todos los bienes (4).
Estas políticas están en línea con lo descripto en “Sobre la galera, la política y la economía” – Parte II (BAE Negocios, 17/04/2023), atentando directamente contra las necesidades populares, dado que:
al disminuir, de hecho, las “Retenciones”, se incrementa proporcionalmente el precio en el Mercado Interno, pues el doméstico tiende a equipararse con el internacional, y aumenta el sesgo de comercialización del producto hacia el Mercado Externo, ya que, a mismo valor en dólares, se reciben más pesos, obligando al cliente local a equiparar la situación, ofertando un mayor precio de compra, si desea hacerse del bien y no padecer desabastecimiento.
En este marco, el impacto inflacionario se reflejará en el corto plazo.
Así, los que debían gobernar “para Todos”, concluyen haciéndolo para las singularidades, tal cual las cosmovisiones posmodernas distinguen como aceptable para la administración de la “cosa pública”.
Los padeceres generales y los beneficios individuales, en la última década, determinan un estilo que es indispensable trocar, por otro que tenga como eje resolutivo las demandas políticas, económicas, sociales, culturales y espirituales de las mayorías.
Para ello, lo que la hora demanda (hoy más que nunca) es la mancomunión de toda la dirigencia empresarial, sindical, religiosa, política y social, tal cual fuera expresado en “Bases para un…” – Parte I (BAE Negocios, 01/05/2022) y Parte II (BAE Negocios, 08/05/2022), en pos de la búsqueda de los indispensables equilibrios macroeconómicos (Superávit Fiscal Primario y un robusto Saldo de la Balanza Comercial), que en conjunción con el necesario Magno Acuerdo Social permitan poner en valor los Vectores de Competitividad (alimentos y energía) de la Economía, sentando las bases de un Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS), con orientación a la producción.
Lic. Guillermo Moreno
Lic. Pablo Challú
Lic. Walter Romero
Agradecemos la colaboración de Marcos von Ifflinger
1- En la arquitectura de este orden, hegemónico y excluyente, dos de las instituciones nacidas en los Acuerdos de Bretton Woods, fungieron como pilares fundamentales: el Fondo Monetario Internacional ( FMI) como regulador del sistema financiero internacional y, principalmente el GATT, posteriormente Organización Mundial de Comercio (OMC), como custodio de los flujos comerciales inter países y regiones.
2- Resultando emblemáticas, en este sentido, las figuras de Gabriel Rubinstein y Daniel Marx.
3- Exceptuando Salud y Educación, Fletes -que tendrá una alícuota del 7,5%- y Recitales -alícuota del 30%-.
4- Serán exentos: medicamentos, elementos para combatir el fuego, combustibles, lubricantes, bienes vinculados a la generación de energía, así como insumos y bienes intermedios vinculados a la canasta básica alimentaria; los bienes suntuarios, por el contrario, pagarán el 30%.