Por HORACIO RODRÍGUEZ LARRETA / Jefe de Gobierno porteño
odos estamos de acuerdo en algo: los planes sociales, como los conocemos, no van más. No funcionan. No cumplen con el objetivo para el que fueron creados. Los indicadores son tremendos: 4 de cada 10 argentinos son pobres. 5 de cada 10 chicos argentinos son pobres. La indigencia supera el 8%. Tenemos que construir soluciones nuevas a los problemas que tenemos. Y lo vamos a hacer diciendo la verdad.
Los planes actuales, lejos de convertirse en un puente al trabajo formal, lejos de llevarte a un buen trabajo, no han sido una solución: hay cada vez más planes y hay cada vez más pobres. Millones de personas con historias reales y dolorosas, que no pueden salir del círculo vicioso en el que el caos y la improvisación los han encerrado durante décadas. Generaciones enteras se han esforzado sin lograr progresar ni ofrecer a sus hijos un futuro mejor.
Llevo muchos años recorriendo y transformando los barrios. Escuché siempre a quienes reciben planes. Conversamos mirándonos a los ojos y siempre me dijeron, de todas las maneras posibles, que lo que quieren es trabajar y no depender de nadie. Yo creo en ellos y en nosotros. Mi trabajo va a ser hacerlo realidad.
Larreta anunció que quien reciba un plan social en la Ciudad deberá capacitarse y buscar trabajo
Ahora bien, convertir los planes en trabajo es un eslogan habitual de la política. Para hacerlo realidad hace falta transformar esto en acción y medidas concretas. Con hechos.
La buena noticia es que se puede. La experiencia que llevamos adelante en la Ciudad de Buenos Aires nos ha dejado aprendizajes que hoy forman parte de nuestra propuesta. La ayuda social debe ser directa, temporal y condicionada a una contraprestación. Así funciona en otros lugares del mundo. Así funciona en Buenos Aires.
La intermediación en los planes y manipulación de la pobreza por parte de organizaciones que se atribuyen una representatividad que nadie les ha otorgado es inaceptable, y en la Ciudad no lo aceptamos. No queremos madres llevadas por la fuerza a marchas con sus hijos a cuestas. Todo el dinero destinado a ayudar en materia social debe llegar directamente a la gente que más lo necesita. No más “peajes” en el camino. No más sometimiento.
Además, lógicamente, con cada derecho vienen también las obligaciones. A la obligación de enviar a los chicos a la escuela y que cumplan con su regularidad como alumnos hemos incorporado otras condiciones de cumplimiento obligatorio.
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Toda persona que recibe un beneficio de la Ciudad, es decir, de todos los porteños, tiene la obligación de capacitarse y buscar trabajo activamente. Desde el gobierno no les vamos a soltar la mano y nuestro compromiso será siempre el de ayudar a salir adelante a los más vulnerables, pero todos tienen que hacer su parte.
Por eso, desde la Ciudad vamos a ofrecer capacitación, que va a ser obligatoria. No hay alternativa ni excusa. Quien no cumpla con un mínimo de horas de formación al año perderá el beneficio.
Asimismo, el gobierno va a poner a disposición de los beneficiarios de la ayuda todas las ofertas laborales relacionadas con su formación y sus competencias adquiridas. Sabemos que la ayuda no puede eternizarse. Quien no vaya a las entrevistas laborales o rechace sin justificación un trabajo que le ofrezcan, perderá inmediatamente su beneficio. La ayuda es un puente hacia el trabajo. Si no lo incentiva, no sirve.
La tarea de construir una economía sólida y estable para nuestro país nos obliga a poner el foco en los casi 8 millones de argentinos que trabajan y subsisten de manera informal. Ellos también se esfuerzan, trabajan en las peores condiciones y, reciban o no ayuda del estado, continúan siendo pobres.
Me niego a mirar para otro lado. Son ciudadanos. Con los mismos derechos y con las mismas obligaciones. Atrevámonos a hacer lo que nunca hicimos y comencemos a integrarlos a la misma sociedad en la que vivimos todos. Este es el único camino viable y comprobado para terminar de una vez por todas con la pobreza.
El verdadero cambio tiene muchas caras. La más desafiante de todas, la que vamos a comenzar desde el primer día es la del trabajo. El 10 de diciembre de este año se terminan los intermediarios de la pobreza. Ese día, la política social recuperará su sentido y su misión: convertirse en autonomía, dignidad, independencia, contraprestaciones, formación y, sobre todo: trabajo. Esto también va a cambiar en la Argentina.