La crisis más grande que tiene Argentina: Los valores

Por GONZALO BRIASCO / Dirigente de la UCeDe

No hace falta entrar al portal de datos económicos del Ministerio de Economia de la Nación para entender la gravedad de la crisis económica que estamos atravesando. Tasa de inflación, PBI, tasa de desempleo, salario básico, jubilación mínima, IPC, riesgo país. Años leyendo los mismos indicadores y datos económicos catastróficos.

Sin embargo, hay una crisis mucho más fuerte en Argentina, incluso más lapidaria que la económica: La crisis de los valores.
La pérdida de credibilidad, la mentira, la corrupción, la falta de confianza, la pérdida de la empatía, de escuchar al otro, de ayudar sin ninguna retribución a cambio. Discutir sin agraviar, defender ideas sin humillar, participar sin robar, trabajar en equipo dejando individualismos, respetar las leyes y hacerlas cumplir, agradecer y disculparse cuando sea oportuno. Los valores son también construcciones sociales, en consecuencia, debemos ser su mayor custodio. Los derechos individuales deberían ser como burbujas que rodean al individuo: tienen un principio y un fin, no se mezclan con terceros, sino explotan.
La reliquia más grande que tiene una Nación no está en las arcas del Banco Central ni en las vitrinas de un museo, más bien en la calidad de su gente y el respeto irrestricto por la democracia y la república. La ética es apolítica, no tiene ideología, trasciende lo meramente humano, es irracional, desinteresada, altruista, actúa por deber y convicción.
Los personalismos y las ideas extremistas de algunos sectores políticos no solo dividen y dicotomizan a la sociedad sino que pulverizan los últimos vestigios que quedan de relativismo moral y convivencia democrática. El poder los enceguece y embrutece, los aleja de la realidad y los desorienta, los maximiza como una lupa a una hormiga; el poder malgastado es satánico, sigiloso, vil, convincente.
Si queremos mejorar como país empecemos a reconocernos como pares, a escuchar al otro y reconocer sus derechos, a decir lo que uno piensa sin agraviar ni insultar. La crisis no es solo económica, es también moral y la deuda más grande que tenemos que pagar no es externa ni se paga en dólares, está más bien alojada fuertemente en el seno de nuestra sociedad.