Solo dos de los once museos que tiene la Ciudad son accesibles para personas movilidad reducida

Hace 20 años, la Legislatura sancionó la Ley 962 que garantiza la accesibilidad física para todos en edificios de la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, hoy hay muchos edificios dependientes de la Dirección General de Patrimonio, Museos y Casco Histórico que no cumplen con las condiciones requeridas.

De los once museos dependientes del Gobierno porteño sólo dos cumplen con la mayoría de los requisitos para poder ser visitados por todos sin tener que sortear obstáculos. Se trata del Museo de Arte Moderno de la Ciudad y del Museo de la Ciudad. Ambos tienen a disposición rampas de acceso, ascensores, espacios para poder circular en sillas de ruedas, baños adaptados y servicios de guías programados. Aunque ninguno de los dos cuenta con señalización con caracteres en braile.

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Según publica El Auditor, tanto el Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori como el Museo de Esculturas Luis Perlotti cuentan con ingresos accesibles para todos. En el caso del Sívori, es un sitio que no requiere de rampas para poder ingresar y cada uno de sus salones tiene pasillos o espacios para circular libremente. Además cuenta con un ascensor para acceder a los distintos pisos y sistema braile sólo en la planta baja. En el caso del Perlotti, sólo cuenta con planta baja y tiene rampas para entrar al edificio sin problemas. En ambos casos hay sanitarios adaptados.

Los que tienen baja calificación en cuanto a accesibilidad en sus ingresos son el Museo de Cine Pablo Ducrós Hicken, el Museo de Arte Español Enrique Larreta y la Casa Museo Carlos Gardel. En el caso del Museo del Cine, ubicado en lo que fuera una usina en el barrio porteño de La Boca, si bien cuenta con baños adaptados y una rampa en la entrada, no cuenta con rampas en el interior no ascensores que permitan recorrerlo en su totalidad.

Algo similar ocurre en el Museo de Arte Español Enrique Larreta, que se encuentra sobre la calle Juramento, en Belgrano. Al tener que subir escalones para ingresar y escaleras para poder visitar los salones de la planta alta, desde el sitio ofrecen la posibilidad de programar una visita a sus jardines y al restaurante a personas con movilidad limitada.

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La Casa Museo Carlos Gardel, patrimonio histórico de la Ciudad, tiene escalones en su entrada y ninguna rampa. Tampoco cuenta con ascensores ni sistema braile, aunque sí hay baños adaptados en el edificio. En tanto, el Museo del Humor, que funcionaba en lo que fue la tradicional Cervecería Munich, permanece cerrado, lo mismo que el Museo Histórico de Buenos Aires Cornelio de Saavedra, de Crisólogo Larralde 6309.

¿Alcanza con rampas, sistema braile o espacios que permitan una circulación sin obstáculos para que un museo sea accesible? Para Carlos García, integrante de la Biblioteca Argentina para Ciegos, no es suficiente para alcanzar un verdadero museo con inclusión. “El colectivo es muy heterogéneo. Es importante que haya un proyecto donde se tenga en claro qué es lo que le interesa al museo ofrecer, de qué manera optimizar los recursos, cómo lograrlo y para quiénes está pensado. En este diseño es importante tener en cuenta el aporte que pueden hacer los distintos colectivos y asociaciones civiles. También que haya trabajadores con discapacidad en los distintos sitios que puedan aportar su experiencia, cumplir de forma efectiva con los cupos que existen por ley y que hoy no se respetan”, sostuvo.

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A las limitaciones físicas o espaciales, García enumera también dificultades comunicacionales y de contenido que exceden a las cuestiones meramente técnicas. “Si exhiben una obra y la acompañan con una leyenda en sistema braile, pero no se puede tocar, no se logra transmitir como se pretende. Además, no todas las personas con discapacidad visual tiene las mismas necesidades o capacidades. Generalmente el sistema braile es utilizado por personas que nacieron ciegas pero quienes perdieron la vista con el tiempo, quizás lo desconozcan o puedan acercarse a la obra de otra manera mediante relatos u otros métodos”.

“Es importante que el Estado haga políticas públicas significativas. La accesibilidad debe estar más en agenda y las asociaciones que venimos trabajando en el tema tener más participación en las iniciativas para aportar en base a nuestra experiencia. Muchas veces se realizan modificaciones o se implementan proyectos que no logran el efecto esperado porque no se trabajó desde las vivencias. Y se debe sumar como variable la accesibilidad en los concursos y presentaciones de proyectos culturales, algo que hoy no ocurre”, indicó García.

El representante de Biblioteca Argentina para Ciegos destacó que desde la asociación están colaborando con el Museo de Arte Español Enrique Larreta y el Buenos Aires Museo en un proyecto llamado Pinturas Apalabradas. Se trata de la traducción de obras mediante audios grabados para que sean atesorados por los museos y puestos a disposición cuando lo consideren oportuno.

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INFORMES DE LA AUDITORÍA GENERAL DE LA CIUDAD

La Auditoria General de la Ciudad de Buenos Aires realizó dos informes sobre la accesibilidad de los museos. El primer relevamiento se hizo en 2012 y se detectaron diversas falencias en cuanto a condiciones de accesibilidad. El segundo fue cuatro años después y, pese a las observaciones realizadas en el estudio anterior, no verificaron que se haya cumplido con lo referente a rampas, cintas antideslizantes, señalética adecuada y barandas, como así tampoco ascensores disponibles o circulación libre de obstáculos. Entre una y otra auditoría, el grado de avance satisfactorio fue solo del 15%.