La política, un producto que pocos quieren comprar

Por LISANDRO RAMELLA / Licenciado en Marketing y consultor psicológico

Quienes trabajamos realizando Marketing y particularmente Marketing Político sabemos que, antes de realizar cualquier planificación y posterior acción de Marketing es necesario hacer un diagnóstico para poder entender el estado actual desde el cual partimos en el logro de nuestros objetivos. En ese sentido, el diagnóstico puede ser tanto de la figura pública con la cual estemos trabajando, del producto o marca en cuestión como así también del sector, del contexto en el cual se desarrollan las actividades de esa figura. Desde ya, que si no se tiene información precisa sobre el estado contextual entonces es preciso primero abocarse a realizar ese diagnóstico en particular ya que el contexto donde se desenvuelve la figura pública con la cual vamos a trabajar condicionará el impacto de sus acciones.

Por ejemplo, no es lo mismo trabajar vendiendo autos que hacerlo vendiendo parcelas en un cementerio ya que la imagen del contexto, del negocio, de la actividad son diferentes (nótese que no hablo de ninguna marca de autos en particular o de ningún cementerio en particular sino de la actividad en general). De la misma manera, no es lo mismo vender autos cero kilómetro que autos usados. En general el rubro de la venta de autos usados suele estar muy desprestigiado en cuanto a honestidad y confianza, siendo por ello que cualquiera que busque posicionarse en este negocio deberá intentar generar esa imagen de honestidad y esa sensación de confianza si busca ser exitoso. De esta manera, el diagnóstico de imagen referido al rubro o actividad en la cual nos estamos desenvolviendo es fundamental para planificar nuestras acciones.

Para el caso de la política, del Marketing Político, la situación no es diferente. Esto significa entonces, que debemos saber cuál es la imagen de la política en general más

allá del candidato o la figura pública con la cual estemos trabajando. La pregunta surge por si sola; ¿Cuál es el estado actual de la imagen política?

Referido al interrogante anterior y aún a pesar de que muchos de nuestros clientes prefieran pasar por alto o evitar leer estás líneas, debemos ser precisos y decir que el común denominador de las personas (excluyo entonces a quienes viven de la política, trabajan con la política o siguen alguna militancia ideológica) no encuentra en el ejercicio político, en el debate político y en la implementación de la política una solución concreta, real, precisa a sus necesidades. Es decir, no hay respuesta de soluciones reales a problemas reales. La persona que va a trabajar todos los días y esquiva baches en su vehículo no encuentra que el debate político le resuelva ese problema de manera real, en un tiempo determinado y con un gasto eficiente de los recursos. Quienes toman el colectivo a las cinco de la mañana y son víctimas de la inseguridad no encuentran en el debate político una solución real, precisa, eficaz, ubicada en tiempo y forma para resolver dicho problema. Y así podría seguir dando ejemplos casi de manera infinita. Por el contrario, el debate político se dirime en discusiones ideológicas o recuentos históricos que se remontan a treinta, cuarenta, cincuenta o sesenta años atrás pero ¿Cuándo tapamos los baches? ¿Cuándo dejamos de ser víctimas de la inseguridad? ¿Cuándo nos destacaremos por una salud pública de calidad?.

De esta forma, la imagen política termina siendo igual a la representación que nos hacemos cuando suena nuestro celular y figura “número desconocido”. Seguramente es alguien que busca vendernos algo que no queremos comprar. Y así, ya ni siquiera atendemos cuando figura “número desconocido” es decir ya no prestamos atención, no nos interesamos y no atendemos la llamada desconocida.

Es por todo lo expuesto anteriormente que si buscamos trabajar con alguna figura pública que tenga aspiraciones políticas o se desenvuelva en la política, debemos enfocarnos en que su imagen refleje aquello de lo cual hoy en día la imagen política es

deficitaria y esto es la idea de que la política puede crear el marco contextual ideal para identificar y resolver problemas reales con soluciones reales.