Por MAGDALENA ORDOÑEZ
Estoy sentada en el deck, mirando el lago a un lado y la montaña del otro. A la moza le pedí un chocolate caliente. Me sugirió acompañarlo con el mejor alfajor de maicena de la Patagonia. En el parque, a orillas del lago, hay niños jugando a hacer sapito. Otros que pasan la tarde con una pelota. Varias familias absorbiendo los rayos del sol, mientras toman mate y degustan alguna delicia de la cafetería. En la mesa de al lado se encuentra una de las encargadas. Está sentada con familiares suyos que están de visita. A su lado, pasan huéspedes. Ella va saludando uno a uno por su nombre. Les pregunta cómo estuvo su día, si van a querer salir a remar, sobre sus planes para el día siguiente. Así es la atención en este lugar.
Un rincón de paz, silencio y naturaleza. A 42 kilómetros de San Martin de los Andes y a 1500 metros del paso Internacional Huahum a Chile, se encuentra la hostería Hua Hum. Inés y Marcela abren las puertas de su hogar a viajeros y visitantes. Los reciben con tal familiaridad que ellos realmente llegan a sentirse como en casa.
Alejado de la ciudad, entre montañas, río y el lago Nonthue, se encuentra esta casa llevada adelante por dos amigas, mujeres incansables. Y a la vez cerca de las comodidades que un centro típico de la Patagonia puede ofrecer.
No hay un plan de viaje único para los visitantes de Hua Hum. Familias enteras, grupos de amigos, parejas de jóvenes y no tanto, o incluso aquellos viajeros solitarios se sienten cómodos en las inmediaciones de la hostería.
Ideal para pasar una temporada de playa a orillas del lago, con pesca permitida, acogidos bajo el hogar y la cocina de Inés y Marcela, que se encargan de manejar ellas mismas. Dentro del predio, los visitantes podrán encontrar rincones únicos de admirable belleza, rodeados de variedad de forestación y flora autóctona. Y, tal como exige la realidad actual, con todos los protocolos de sanidad y seguridad necesarios.


Ideal también para aquellas almas más aventureras cuyo plan de desconexión para vacacionar implica adentrarse en la naturaleza. Para ellas, las opciones son infinitas: en las inmediaciones de Hua Hum hay variedad de alternativas de paseos y destinos paradisíacos. Para los más experimentados, trekking por la senda del cerro Acol, cuyo continuo ascenso entre bosques y caminos forestales, culmina con una vista panorámica de conmovedora belleza. La duración total es de ocho horas entre ida y vuelta.
Un programa para toda la familia por su fácil acceso, es la senda de la cascada Chachín. Es uno de los más visitados del Parque Nacional Lanín. A lo largo de todo el recorrido, los viajeros se adentrarán por el bosque que bordea el río homónimo.


El circuito por la población Casanova hasta Ruca Ñire es uno de los menos transitados, pero de los más buscados por los amantes del trekking, dentro del Parque Nacional. Es parte del proyecto Huella Andina. Sus 16 kilómetros son una muestra de la historia de los pobladores que aún viven en el lugar, entre arrayanes y coihues.
A las termas de Queñi se llega tras cuatro kilómetros de caminata. Un caudal de agua caliente fluye de las rocas montaña arriba.


El cerro Mallo, la playa de Yuco, la angostura de los lagos Lacar y Nonthue, el vivero de Pucará, entre otros, se suman a los paseos típicos que se pueden hacer desde Hua Hum. Incluso, hay algunos de ellos que pueden realizarse en bicicleta o a caballo.
Y para los días de descanso, los huéspedes tienen la posibilidad de alquilar kayaks y pescar dentro del predio de la misma hostería (con el permiso correspondiente).

A Hua Hum se puede acceder en auto desde San Martin, para ir a instalarse varios días, o mismo para ir a pasar el día y aprovechar las delicias artesanales, tanto para almorzar como para la hora del té.
Otra forma de acceso es por el paseo de la naviera, que recorre el lago Lacar, parando en lugares estratégicos para la visita de los turistas. Uno de estos puntos es la hostería Hua Hum, donde ofrecen almorzar o tomar un rico café acompañado de las mejores tortas fritas de la zona.

Hua Hum ofrece un rincón de paz y silencio, un retiro para el alma entre la naturaleza y las comodidades del lugar. Al pie de la montaña y a orillas del lago Nonthue, que se conecta por un estrecho con el lago Lacar, uno podría pensar que no necesita nada más. Sin embargo, a eso se suma la atención absolutamente personalizada y la calidez de Inés y Marcela. Un lugar al que sin dudas deberé volver más pronto que tarde.