Repensar la pobreza y el cuidado ambiental

Por TOMÁS MARTÍNEZ ADALID / Licenciado en Relaciones Internacionales

Una de las formas más comunes de medir la pobreza es en función de los ingresos tanto en términos individuales como de hogar. En la Argentina, el Instituto Nacional de Estadística y Censo (INDEC) es el ente encargado de definir el porcentaje de la población que se encuentra debajo de las líneas de pobreza e indigencia que dependen de una serie de cálculos basados en los ingresos de los hogares. Por ejemplo, en junio de este año, una familia biparental con dos hijos necesitaba $43,810 para no ser pobre mientras que necesitaba un total de $18.029 para no ser considerada indigente. Esta diferencia se calcula en base a las Canasta Básica Alimentaria para la indigencia, que cubre necesidades de consumo de supervivencia, y la Canasta Básica Total que incluye más bienes y servicios para la pobreza.

Si bien este es un método probado para obtener una idea generalizada del estado de situación socioeconómica de una población, han ganado terreno formas alternativas, y complementarias, de medir la pobreza que contemplan otros factores que complementan los ingresos.  El impacto que ha tenido la cuarentena y la pandemia del Covid-19 sobre el tejido socioeconómico del país exigirá el diseño e implementaciones que ponderen más factores que el ingreso.

¿Pero qué vínculo tiene la pobreza con el cuidado ambiental?

Justamente, uno de los enfoques de medición de pobreza más integral a nivel internacional es el Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) creado por el OPHI y el PNUD. Este índice contempla un total de 3 dimensiones: Salud, Educación y Calidad de Vida que luego se desagregan en otros 10 indicadores que en conjunto producen el IMP, un valor con el cual podemos medir la pobreza sin basarnos únicamente en los ingresos.

En este sentido, dentro de la dimensión Calidad de Vida tenemos 4 indicadores que se encuentran íntimamente ligados al ambiente como lo son el combustible para cocinar, agua potable, sanidad y vivienda. De esta manera, podemos ver mas fácilmente como las políticas sociales y el ambiente se encuentran íntimamente ligadas. No hay uno sin el otro. Este es el modelo que propone la Sostenibilidad, incorporar al mismo nivel lo social, lo económico y lo ambiental.

Grandes sectores de la población argentina, fundamentalmente concentrados en el conurbano bonaerense, se encuentran sujetos a condiciones ambientales que impactan negativamente en su calidad de vida. La falta de agua potable y la utilización de combustibles contaminantes para cocinar impide que estos hogares puedan alimentarse de forma sana. Cuando a esta realidad le sumamos condiciones de vivienda de baja calidad cerca de ríos contaminados, basurales a cielo abierto, quema de basura y escasa o nula recolección de residuos generamos entonces una combinación socioambiental altamente perjudicial para miles de hogares y familias argentinas. En algunos casos, no hay ningún servicio público garantizado.

Un ejemplo es el día a día de los más de 100.000 habitantes de ocho barrios populares en la municipalidad de San Martín en la provincia de Buenos Aires, linderos a varios rellenos sanitarios del CEAMSE. Según un relevamiento hecho por la Universidad de San Martín, los barrios avanzan irregularmente sobre estos terrenos insalubres trazando calles como pueden entremedio de la basura. ¿Qué actitud tomaría el municipio y el gobierno provincial si pudiera medir multidimensionalmente la pobreza?

La crisis social y económica que estamos atravesando no tiene antecedentes, ni siquiera el 2001 produjo una destrucción de capital y de actividad productiva como la actual. La CEPAL pronosticó para la Argentina una caída de 10.5% del PBI mientras que la pobreza, medida según ingresos, se ubicaría en torno al 37.5%. Si aplicaramos una medición multidimensional la pobreza registrada sería aún mayor.

La medición según ingresos es importante, pero en épocas donde debatimos la implementación de un Salario Universal Básico, debemos trabajar para tener más información acerca de la naturaleza de la pobreza estructural argentina. Esto es fundamental para diseñar políticas segmentadas y focalizadas para abordar la pobreza de la mejor manera posible para que para que el Estado actúe de la forma más inteligente. En este sentido, el Índice de Pobreza Multidimensional puede ser una valiosísima herramienta para resolver déficits estructurales y deficientes bienes públicos. Sin esta estrategia combinada jamás podrá resolverse la pobreza. Es responsabilidad de la política arribar a los consensos para que esto sea posible, y responsabilidad de los ciudadanos reclamar que suceda.